jueves, enero 25, 2007

Luis Pousa, Un debate por la cola

jueves 25 de enero de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Un debate por la cola
No parece que la guerra de cifras vaya a mejorar o empeorar la percepción que el ciudadano tiene de la sanidad pública. Cada persona evalúa el funcionamiento del leviatán sanitario con la información de primera mano de la que dispone, y ésta es la recogida a partir de su propia experiencia personal y la de sus más allegados, contrastada con aquella otra que le llega por otros medios, entre los que se incluyen los de comunicación. Pero en ningún caso esa percepción personalizada se produce al margen de los sentimientos de cada uno, y de la cultura y de la civilización a la que se pertenece.
La preocupación por la salud y el cuerpo es cada vez mayor y se maneja sociológicamente como uno de los rasgos que caracterizan a la sociedades avanzadas y dotadas de una arquitectura del bienestar social. Por tanto, no hablamos sólo de garantizar una esperanza de vida, sino de la calidad de esa vida y, por consiguiente, de contar con un sistema eficaz que cumpla tales objetivos.
Ahí entran en juego otras consideraciones que guardan una relación objetivable, también opinable, con preguntas tales como las siguientes: ¿qué parte del presupuesto sanitario debe dedicarse a prevenir o evitar enfermedades desde que una persona nace y antes incluso de que nazca?, ¿cuáles son las enfermedades prevalentes en Galicia?, etc.
No son cuestiones baladíes, pues los expertos se inclinan por aplicar en primer lugar el llamado árbol de la prevención; es decir, atacar las raíces de las enfermedades, cambiar las circunstancias ambientales y rastrear nuevos indicios entre las personas susceptibles de estar afectadas.
Por otra parte, está la cuestión demográfica. Como es sabido, Galicia es, dentro de la Unión Europea, una de las zonas con más alta tasa de población envejecida, y, por tanto, vulnerable a una serie de enfermedades, infecciosas y no infecciosas, emergentes y resucitadas, que están poniendo a prueba el sistema sanitario. Y, al mismo tiempo, han surgido otros retos relacionados con la gestión de dicho sistema en lo que atañe a la atención a los usuarios del mismo, y a los recursos disponibles para desarrollar las funciones encomendadas con tales fines.
En otras palabras, hoy las enfermedades prevalentes no son las mismas que hace quince años o veinte años, pero tampoco es descartable que transcurrido un período de tiempo similar pasen a ser otras. De modo que las respuestas, para ser óptimas, tendrán que irse adaptando a esas nuevas realidades Sin embargo, el debate político sobre la sanidad gallega está, en estos momentos, exclusivamente centrado en la gestión de la inmediatez, hasta el punto de que pareciera que el enemigo a batir no son las enfermedades, sino las listas de espera.
Lo de las listas de espera no es un problema menor ni conviene frivolizarlo. Pero resulta que, salvo en episodios puntuales, las listas de espera no son el primer problema de la salud de los gallegos. Aparte de por las carencias de capital, innegables, la alargada cola es consecuencia de un conjunto de deficiencias, disfunciones y anomalías relacionadas con el factor humano -gestor, sanitario y usuario-. Y eliminarla requiere más tiempo que el que la demagogia está dipuesta a concederle a quienes lo intenten. En realidad, el debate sanitario en Galicia tendría que ser otro, y otros serían los problemas.

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