domingo, enero 07, 2007

Santiago Abascal, La hemiplejia del Estado de Derecho hasta el atentado era cierta

La hemiplejia del Estado de Derecho hasta el atentado era cierta
Santiago Abascal

Llevábamos razón quienes durante meses denunciamos el agarrotamiento de la justicia, las maniobras de la Fiscalía y la parálisis policial. La represión del acto de Anoeta lo confirma.

8 de enero de 2007. Llega el llamado alto el fuego allá por la primavera. El Gobierno comienza a aflojar la presión antiterrorista, a la Fiscalía la comienza a invadir la benevolencia con los criminales etarras, y algunos jueces deciden no desentonar con la política gubernativa. El terrorismo callejero resurge; algunos de los detenidos ni siquiera son llevados a la Audiencia Nacional. La cosa ya no es terrorismo. Las peticiones fiscales se encogen, la policía no obtiene resultados a pesar del visible ardor guerrero de los "chicos de la gasolina". Actos de exaltación del terrorismo. Recibimientos a etarras. Actos, manifestaciones y ruedas de prensa de partidos ilegalizados. El alto el fuego "impide" al Gobierno su represión. La Fiscalía se inhibe. Los jueces -salvo excepciones- desaparecen. Los actos se celebran y se celebran. Destella solitaria alguna que otra prohibición judicial. En balde. La Policía Autonómica Vasca no reprime ni evita los escasos actos prohibidos durante estos meses infames. Llega el frío invierno. Bomba en Madrid. Gravísimos destrozos, dos muertos para siempre. Y llega el primer gran acto de la izquierda abertzale, de los terroristas, de las Gestoras Pro-Amnistía. Sorpresa. Viraje. Cambio de sentido. La Fiscalía –el Gobierno al fin y al cabo- pide su prohibición. Un juez de la Audiencia Nacional firma la prohibición. La Ertzaintza ejecuta la prohibición, se emplea fondo y reprime con contundencia el intento de manifestación. ¿Qué ha cambiado para que tantos cambien? Los terroristas se han reído del Gobierno en sus narices y de todos los que apostaban por el proceso. Y ahora parece que toca la aplicación de las leyes y soltar las riendas de la justicia. Porque hasta el atentado de Madrid la justicia ha sido pirata (sólo llevaba un ojo tapado) y el Estado de Derecho había sufrido una grave hemiplejia que lo paralizaba de un modo ostentoso. Un maldito atentado. Un odioso crimen. Una trampa certera. Todo eso ha sido necesario para dar la razón a cuántos denunciábamos la parálisis del Estado de Derecho durante el alto el fuego etarra. Ya ven, lo que antes del 30 de diciembre no era delito, ni se podía prohibir, con el comienzo del año se hace delictivo y perseguible. Vaya que si teníamos razón.

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