martes, enero 16, 2007

¿Quien salva al soldado Quin?

martes 16 de enero de 2007
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
¿Quién salva al soldado Quin?
Al margen de la mágica virtualidad que pueda tener la oferta de consenso que el presidente Emilio Pérez Touriño anunció el pasado fin de semana, para hacer viable el consenso en la modificación autonómica de Galicia, la gran incógnita de la cita de mañana en la residencia de Monte Pío está en los límites del vicepresidente: ¿Hasta dónde puede ceder Anxo Quintana sin que el apparatchik del Benegá se le eche encima? Créanle, si alguien les dice que el joven Quin se la juega en la azarosa reforma de la Carta Magna de nuestra tierra.
Recuerden a Xosé Manuel Beiras, quien por mucho menos cayó en desgracia ante los coroneles de la U e inició, así, bajo el implacable anatema de Paco Rodríguez, su largo y amargo camino hacia el exilio interior en la gran coalición.
A comienzos de esta década, Beiras intentó un acercamiento estratégico a Manuel Fraga; entre otras cosas porque esperaba que, con ello, el nacionalismo se desbravase de una vez por todas: se trataba de abrir nuevos horizontes, a fin de que el Bloque pudiese llamar sin complejos a las puertas de un electorado que compartía y aún comparte buena parte de los postulados históricos del galleguismo y que, sin embargo, se había pasado en masa al PPdeG después de haber nutrido los efímeros sueños de Coalición Galega.
Si salía bien, el objetivo y hasta la inmolación política del leonado merecía la pena. Pero no fue así. En realidad, pocos meses después, antes de que finalizase el primer año de la década, Fraga y Beiras ya habían vuelto a las andanadas de los viejos tiempos. Sí, claro, la espoleta fue el naufragio del Prestige, pero la labor de zapa de los coroneles hizo el resto. El propio Beiras confesó en alguna ocasión que aquel gesto de acercamiento al veterano león de Vilalba le había puesto definitivamente en el punto de mira de su principal adversario interior, que aprovechó la ocasión con sangre fría y la pericia depredadora de un cazador al acecho.
Pues bien, la paradoja quiere que el principal desafío de Quintana sea mutatis mutandi el mismo que un día se trazó Beiras: abrirle nuevos senderos al Benegá, franquear las puertas de esa inmensa fronda ciudadana que se ubica en el centro y al mismo tiempo comparte las pulsaciones de un nacionalismo moderado, dialogante y profundamente vidicativo en la defensa de los intereses de Galicia ante Madrid y ante Bruselas.
En ese contexto, en esa dirección, los pasos que ya ha dado el joven Quin en los últimos tiempos constituyen la segunda parte de un proceso iniciado hace dos décadas.
Primero fue la integración del Bloque en las instituciones autonómicas y ahora -ya formando parte del poder establecido y de la mano de un partido de disciplina española- le toca el turno a la asimilación, para bien y para mal, del Estado de las Autonomías que los nacionalistas gallegos combatieron con pasión en sus orígenes. No es nada fácil, cuando en amplias esferas de nuestro particular universo abertzale aún se esgrimen las Bases Constitucionais de 1976 como si aquélla fuese la voz de los augures.
COSAS DE SEVILLA
El Estatuto en versión original
Tiene razón Anxo Quintana cuando protesta ante el Gobierno central por la denominación "Junta de Galicia" que la Administración general del Estado usa cuando se refiere al Gobierno gallego. El ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, sostiene que así -en castellano, "Junta"- es como figura nuestro Ejecutivo autonómico en los papeles oficiales de Madrid. Lo que ignora Sevilla es que el texto del Estatuto que se plebiscitó a finales de 1981 estaba redactado originalmente en idioma gallego y que su apresurada traducción al castellano se llevó a cabo en la imprenta que entonces se encontraba en los sótanos del Ministerio de Interior .

No hay comentarios: