martes, enero 16, 2007

Dos modelos antiesteticos

martes 16 de enero de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Dos modelos antitéticos
Quienes entienden de cuestiones económicas saben de la enorme importancia que tiene la toma de decisiones. Sobre todo desde la perspectiva de los llamados costes de oportunidad, considerados por muchos economistas como la forma más esclarecedora de concebir el coste. Por lo que conviene evaluar con antelación las consecuencias que se derivan de ello.
Estos días, el desembarco, seguido de una enorme cohetería mediática, de Pescanova en la localidad portuguesa de Mira ha servido, entre otras cosas, para resituar en el plano de la actualidad una cuestión resesa y que, si no fuera por la proximidad de las elecciones municipales y las urgencias partidistas del PPdeG, ya debería estar claramente superada: la ubicación de una piscifactoría en pleno cabo Touriñán, uno de los accidentes geográficos costeros de gran fuerza simbólica europeísta por su occidentalidad.
La cuestión es que, contrariamente a lo que algunos han manifestado sin sentir el menor rubor intelectual por la inconsistencia científica de sus argumentos, la negativa de la Xunta a que se instale una planta acuícola en Muxía es poco menos que irrelevante para la marcha de la economía gallega y apenas si genera costes de oportunidad y costes sociales en la Costa da Morte. Dadas sus características estructurales, este tipo de industria no es intensiva en mano de obra, aunque sí muy especializada, y, paradójicamente, el espacio físico que precisa es muy grande.
Dos características merecedoras de un análisis más riguroso que el de aceptar sin el menor sentido crítico determinadas consignas políticas, provengan del partido o de la empresa o sean retroalimentadas por ambos. Una actividad empresarial que, como es el caso, genera pocos puestos de trabajo y necesita mucho territorio no es precisamente maná caído del cielo. Y ya no digamos si a los costes de oportunidad se les unen los costes sociales que provoca su instalación.
Pero para no caer tampoco en desmesuras descalificadoras, igual de desaconsejables que las anteriores, cabe resaltar también los aspectos muy positivos que tiene para Galicia contar con una acuicultura vinculada a la industria alimentaria, y con posibilidades de avanzar en términos de I+D+i e ir a nuevos enfoques productivos más dinámicos, y más asentados en el mar que en la tierra. El alcance de lo que pueden dar de sí las aplicaciones bioctecnológicas en este campo resulta impredecible y, hoy por hoy, inabarcable.
Hay muchos puntos de la costa gallega en los que son perfectamente ubicables plantas acuícolas. En cambio, dada su situación geográfica y características orográficas y medioambientales, Touriñán es singular e irrepetible. Digno de ser conservado, tanto más cuanto que representa el punto de inflexión entre dos modelos de crecimiento antitéticos entre sí: el ya viejo y caduco, que concede escasa entidad económica a los recursos naturales -materiales y ambientales- y consecuentemente al territorio, y el que asume la variable territorial como un recurso económico, en razón de su base física -relieve, clima y suelo- y en razón de su posición -proximidad, lejanía, accesibilidad, etc-.
En otras palabras, la Costa da Morte necesita desarrollarse mediante un modelo muy distinto al que alientan unos personajes deudores de la mentalidad del atraso.

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