miércoles, enero 17, 2007

Fisuras en Batasuna

jueves 18 de enero de 2007
Fisuras en Batasuna

Los indicios de disenso en el seno de Batasuna, y de desacuerdo de algunos de sus dirigentes con la ruptura del alto el fuego por parte de ETA, invitan a pensar que la cohesión interna de un grupo sectarizado en torno al terrorismo puede estar resquebrajándose a medida que la realidad lo empuja a una situación insostenible. Durante sus casi tres décadas de existencia como organización política, la izquierda abertzale se ha mostrado unida y hermética gracias a la permanente explotación del victimismo, la coacción moral de los propios frente a la 'agresión enemiga' y la sucesión y proliferación de marcas nuevas que ha permitido al entramado afín a ETA mantener invariables sus pretensiones totalitarias. No es ésta la primera vez que la izquierda abertzale refleja desavenencias o incomodidades internas. Pero hasta la constitución de Aralar como corriente las desafecciones fueron poco menos que individuales. Y hoy sería más que aventurado vaticinar la inminencia de una crisis en Batasuna o en la relación entre ésta y ETA. Entre otras razones porque donde la opinión pública puede entrever discrepancias la izquierda abertzale puede hallar su enésima oportunidad de supervivencia: la ampliación del abanico de matices que, en el fondo, asegure la continuidad de un dogmatismo compartido. Además, es probable que el hecho de que el disenso haya trascendido públicamente se convierta en argumento útil para que la dictadura interna que ETA impone sobre el conjunto de la izquierda abertzale obligue a un cierre de filas. Como es posible que una eventual crisis en el seno de Batasuna derive antes en el orillamiento forzoso o voluntario de los disidentes que en una ruptura orgánica. El hecho de que la izquierda abertzale sea capaz de mantenerse unida mientras acompaña y da cobertura a la atroz ejecutoria de ETA indigna y exaspera a la sociedad y, especialmente, a las víctimas del terrorismo. Pero la especulación sobre el resquebrajamiento de su unidad no puede convertirse en el resquicio por el que Batasuna se escabulla una vez más ante el implacable reproche que su comportamiento merece. Ninguna frase evanescente, como la de Otegi hablando de la posible necesidad de una reflexión ante el amenazante comunicado de ETA, o la de Díez Usabiaga, afirmando que «con bombas no hay proceso», puede servir para rebajar un ápice la severidad en la censura política y moral de una izquierda abertzale que continúa negándose a condenar el terrorismo etarra. Entre otras razones porque está suficientemente demostrado que la izquierda abertzale es capaz de aprovecharse del más leve gesto de comprensión o esperanza, o de las expectativas que pudiera suscitar una frase como ésa para enrocarse en su sectarismo gracias a la ingenuidad -interesada o no- en que pueden incurrir los demás.

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