viernes, enero 19, 2007

Felix Arbolí, Muertes que se convierten en estandartes

viernes 19 de enero de 2007
Muertes que se convierten en estandartes
Félix Arbolí
C ON la sinceridad que me caracteriza, que puede resultar a veces dura y descarnada, pero siempre sin miedo a los posibles zarpazos del inconformista, voy a tocar un tema sensiblemente delicado y difícil, de palpitante actualidad. Sin hipócritas concesiones a la galería. Para ello voy a necesitar y así lo intento, toda la imparcialidad y métodos apropiados para conseguir el milagro de convencer sin ofender que, por supuesto, no figura para nada en mi ánimo. En estas semanas, (hasta el hospital me llegaban los ecos de la tragedia), hemos asistido a otra bárbara acción de esa escuela de criminales a sueldo que se camufla bajo las siglas de ETA. Una más, es penoso tener que hablar así, de las muchas a las que nos tienen condenados y acostumbrados. Solo dos muertos y casi respiramos con cierto alivio. (La vida humana para estos sicarios norteños tiene menos valor que la hormiga que se pisa inconsciente). Parece que la escasez de víctimas les puede hasta suponer un evidente fracaso. Da la casualidad, triste para ellos y sus familiares y allegados, que eran ecuatorianos. Dos familias españolas esta vez se salvaron del luto y el dolor. La causa, aparte del acto deleznable y criminal, haberse quedado dormidos dentro de sus vehículos aparcados en Barajas. La noche madrileña, vistos los continuos casos de saqueos, peleas de bandas callejeras, ajustes de cuentas y demás alteraciones que ha traído a nuestra vida cotidiana el descontrolado y “despendolado” pandillero de allende los mares y las mafias “gangsteriles “ del este de Europa, no es oportuna y menos recomendable pasarla durmiendo tranquilamente en el interior de un coche aparcado en un sitio público. Creo que nuestros emigrantes son los primeros que sufren las consecuencias de estos asaltos nocturnos allá en sus países y estarán acostumbrados a no dejarse vencer por la tentación de olvidar estas amenazas, si quieren evitar un desagradable susto o una nefasta consecuencia. Me ha llamado la atención y sorprendido enormemente que dos ecuatorianos, al igual que si se trataran de dos colombianos, dominicanos o de cualquier otro país del continente americano, con la carga de violencia, crímenes y ajustes sangrientos de cuentas, a los que desgraciadamente se hallan sometidos en su día a día y más aún, en la complicidad de la alevosa noche, cometieran ese fallo tan garrafal de exponerse, no a la inesperada bomba de esos pirados asesinos, sino al robo y ataque de cualquier desalmado que quisiera apropiarse de lo poco o mucho que llevaran encima. No intento justificar el atentado y la muerte de estas personas. Que conste. Siempre y en todo momento una vida humana tiene mucho más valor que un torcido y terco ideal. Suponiendo que exista tal en estos crímenes y las demoledoras noches salvajes de estos individuos, por llamarles de alguna forma, destrozando todo lo que se cruza en su camino, tenga o no que ver con su concepto de ¿nación?. Según Rafael Larreina, secretario de Organización de Eusko Alkartasuna, las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad del Estado, no deben intervenir a la hora de buscar la paz. Entonces ¿Cuál debe ser la misión de nuestro Ejército, desfilar brillantemente ante los aplausos del público, instalar tiendas de campaña y hospitales en zonas devastadas por la guerra o la furia de la Naturaleza y servir de parachoques y emboscadas en los conflictos de allá nuestras fronteras, donde aunque sus problemas sean realmente importantes, no deben ser tantos como los que tienen que solventar ante el desgobierno y apatía política que sufrimos?. Si nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado han de permanecer de brazos cruzados y mirando al frente, sin que les incumban los problemas y desarreglos en la nación de la que forman parte y cuya defensa, garantía y eficacia son sus primordiales objetivos, se llegaría a una inevitable y total anarquía y los indeseables, transgresores y enemigos de la Patria se verían en total libertad para cometer cuantas fechorías quisieran, sin miedo alguno. ¿Sabe acaso este señor vasco lo que dice y qué pretende con ello?. ¿ Y quién es él y con qué autoridad se cree para determinar la función de nuestras Fuerzas Armadas? ¿Ha tenido ocasión de leer el artículo 8. Apartado 1 de nuestra Constitución en el que dice textualmente: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.?. Con más claridad y facilidad de interpretación, imposible. Por esta causa creo que todo este desmadre político, a nivel de partidos, manifestaciones, lemas, palabras a intercalar, palabras a suprimir, entidades convocantes, actores y actrices excesivamente politizados y machaconamente repetitivos, que se deben a un público general y no dividido en compartimentos estancos, descalificaciones de ausentes y excesivamente presentes, etc, han conseguido que la muerte de estos dos chavales ecuatorianos se haya convertido en el estandarte o el pendón de la polémica y el insulto. A mi modesto entender y sin ánimo de herir susceptibilidades, se ha salido de madre el asunto. Nunca ha habido tanto despliegue de noticias y programas especiales, ni tanta crítica adversa y enconada entre políticos y medios de comunicación, junto a tanta grosería vertida entre las distintas facciones políticas, ni tantas reuniones de alto nivel y ese celo y empeño en desescombrar con tanta urgencia, durante las venticuatro horas del día de forma ininterrumpida, usando toda clase de personal y material disponible con exceso, como en el caso actual. Parecía que era el propio Rey quien había sufrido el atentado. Creo que hemos batido un record que ni los propios neoyorquinos habrán podido superar en su atentado de las Torres Gemelas. ¿Por qué no tuvieron igual diligencia, fervor y entrega en los casos anteriores y con mayor número de muertes?. Aviones fletados especialmente para el traslado de los restos, pero uno para cada víctima, aunque se trataba del mismo destino. Damnificaciones millonarias a las familias, promesas de traer a todos los miembros, incluso a los no directamente emparentados, con viajes pagados, trabajos contratados y ayudas de todas clases, etc. etc. ¿Qué pasa con los que han sufrido antes el zarpazo de la bestia y se han tenido que conformar con la viudedad especial de muerto en acto de servicio, si era militar y medallitas y un cheque a los civiles?. Entonces no hubo problemas ni contratiempos para manifestarse, ni nuestras eximias actrices y actores cuyos nombres sabemos ya de memoria, actuaron bajo la voz de su amo, incluido ese argentino, Lupi, (muy bueno en la pantalla, pero insoportable como botafumeiro de la izquierda), metido en preceptor de nuestra política, cuando no tuvo el valor y la solución de zafarse de la dictadura en su país. Cuando yo estaba en el ministerio de Defensa, (antes de Marina, en mi caso), los atentados de la ETA y del GRAPO eran casi el pan nuestro de cada día. Las manifestaciones, actos de protestas, gritos contra estos asesinos y demás, un acto de obligada y diaria ejecución. En una de las películas sobre esta banda de vascos desalmados, a través de las declaraciones de uno de ellos, arrepentido de sus crímenes y atropellos, se ve claramente como están pendientes de la prensa y la televisión para ver el impacto que su acción ha causado y a mayor daño producido y más víctimas mortales contabilizadas, mayor era su regocijo y más eufóricos sus brindis con cava para celebrarlo. ¿Qué pasó con ese joven concejal secuestrado y asesinado días más tarde, a pesar de la campaña orquestada y generalizada pidiendo su libertad y su vida?. España entera se conmovió de su drama y todos a una lo tuvimos en mente esperando el milagro de lo imposible: la compasión de sus raptores. Cuando el odio ciega el corazón y no atiende a razones humanitarias, ni solidarias, ni simplemente humanas, poco ha de esperarse de esas hienas que han hecho del dolor y la muerte el lema de su vida. Recordar los salvajes atentados de ETA es totalmente imposible y muchos menos las muertes causadas en todos ellos. Me vienen a la memoria el de la plaza de la República Dominicana, donde doce alumnos de la Guardia Civil, perdieron la vida; el de Vallecas, cuando funcionarios de Marina, ni siquiera militares, hallaron asimismo alevosamente muerte. Entre ellos, un buen compañero mío con el que había estado hablando animadamente ese mismo día. Fue un golpe terrible para ellos y para todos los que formábamos parte de esa gran familia marinera. El de Hipercor, una monstruosidad sin paliativos, etc, etc. La relación desgraciadamente se haría interminable y muy jocosa y feliz para los autores a los que les haríamos recordar sus mayores “triunfos” asesinos. Y no estoy dispuesto a regalarles la “oreja” con lo que ellos puedan considerar lisonjas y éxitos “profesionales”. Pero fueron muertes que se asumieron con rabia incontenible y obligada resignación por parte de todos, ya que nos sentíamos partícipes de un drama que destrozaba la convivencia pacífica de una España unida y solidaria. Ha llovido mucho desde entonces. Excesivo. Hoy hay muchas otras cosas que amenazan nuestra unión y similitud de ideales y hasta los atentados criminales de unos buitres carroñeros, aparte del enorme e inconsolable daño que causa a los familiares de las víctimas, se han convertido en estandartes de extrañas e ilógicas banderías, usadas para quebrar la fe política del pueblo sobre el partido adversario. En carnaza para alimentar a las fieras del rencor y atesorar posibles voluntades a la hora de las votaciones. Dos ecuatorianos han muerto. Descansen en paz y que el Señor les conceda ese trozo de gloria reservado a los mejores y el premio que aquí en la tierra no han podido gozar. Oraciones, funerales y ayuda moral, psicológica e incluso material si ello fuera necesario a los que han perdido a sus seres queridos. Pero no hagamos un Himalaya de una duna del desierto. A la familia no le pueda resultar ni cómodo, ni beneficioso, ni mucho menos alentador que la muerte de sus seres queridos, de forma tan sorpresiva como trágica, sirva de propaganda a partidos e ideologías y de dimes y diretes entre profesionales de la política que se acercan al lecho del dolor y a las entrañas de la muerte para hacerse la foto que les sirva de autopromoción. ¡Ya está bien de esa necia y absurda guerra entre aguiluchos y buhoneros que se tiran los tiestos a la cabeza unos contra otros porque asistieron o faltaron a la convocatoria de esa “numerosa manifestación de duelo popular” donde, perdonen mi franqueza, la mayoría tenía más presente sus intereses partidistas y personales que el homenaje a la víctima y el consuelo a la familia dolorida!. Parece duro, pero si reflexionan con sinceridad, verán que no voy muy descaminado. Tampoco me gustó Almudena Grandes, ( a la que admiro como escritora, pero me desagrada por su apariencia física), derrapando en su alocución hacia el lado donde tenemos el corazón y el color de la sangre, ya que no era momento de hacer política y buscar culpables erróneos, sino de expresar nuestro consuelo y solidaridad con las familias de los asesinados. Mucho menos, he dicho que soy franco, pese a quien le pese, que una representante ecuatoriana cerrara el acto cuestionando nuestra política y a nuestros políticos con sutil diplomacia. Esta es nuestra realidad y a ella se exponen los que nos eligen como anfitriones, repito anfitriones, si no les gustan nuestras rencillas internas, nadie les ha pedido su opinión, ni les ha obligado a embarcarse en nuestra aventura. También quiero aclarar que no era el momento adecuado para que el PP, se declarara fuera de juego y ausente de la plebe. Si no como partido, oficialmente, podían haber asistido a título personal. Como han podido ver, ya lo advertí, de nada sirven estas demostraciones populares, ni a nada conducen. Todo lo contrario. No hace falta gritar y desfilar para llamar cabrones a los que usan la metralleta, la bomba y el explosivo como “modus vivendi”. Ésta, al menos, es mi opinión.

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