jueves, enero 11, 2007

Carlos Herrera, El accidente del presidente

viernes 12 de enero de 2007
El accidente del presidente

CARLOS HERRERA
JOSÉ Luis Rodríguez se empeña en llamar «accidentes» a los atentados. Dice su servicio de corrección, exégesis y propaganda que es un simple lapsus, un tropezón verbal, un descuido en la transmisión neuronal cerebro-lengua sin mayor importancia. Para excusarlo acude Chaves en su auxilio y, absolutamente pasmado, me pregunto si eso es lo más indicado habida cuenta el abigarrado historial de despistes lingüísticos que atesora el presidente andaluz, alguno de ellos de auténtica antología del disparate. ¿Tenía que ser precisamente Don Manuel el que interviniese para disculpar el nuevo patinazo de «El Fenómeno»? ¿Seguro que no había otro? El presidente de la Junta de Andalucía ha sido capaz de retorcer el lenguaje de tal manera que un observador no avisado del nivel medio de la política española podría creer encontrarse ante un genio de la expresión, cuando todos sabemos que no es el caso.
Virtudes tendrá, pero la oratoria no es una de ellas. Cuenta el magnífico Pepe Esteban en su «Vituperio y algún Elogio de la Errata» que ha habido poemas que han mejorado notablemente gracias al error tipográfico, y pone como ejemplo aquellos versos que comenzaban diciendo «Mar abajo de tu frente...» que no eran sino la versión errónea del original «Más abajo de tu frente...». El errado estaba infinitamente mejor. A Chaves le ha pasado algo parecido en alguna ocasión. Cuando se debatía la memoria histórica en el Parlamento andaluz, increpó a la oposición por ejercer de tal y le dijo que le iba a salir «el tiro por la cuneta». De haberlo hecho con idea no dejaba de ser un acierto ya que es en las cunetas donde se simboliza el enterramiento masivo de los asesinados, pero no se ilusionen sus seguidores: quería decir «el tiro por la culata».
Tampoco se emocionen cuando lean que en un debate económico llamó «Señora Per Cápita» a Teófila Martínez, justo al poco de debatir acerca de los niveles de renta de los ciudadanos de la comunidad. Podría ser una genialidad, sí, pero no lo era, era un lapsus. Todavía tiembla la Cámara andaluz el día que, en discurso programático, aseguró que su empeño no era otro que «el enriquecimiento de los socialistas», en lugar del enriquecimiento de los andaluces -enriquecimiento del que no es en absoluto sospechoso, ya que su honradez es manifiesta-; como tiembla todavía de la carcajada que consiguió arrancar la noche de fin de año en la que discursó acerca de las cualidades de la juventud andaluza: en lugar de hacer referencia a ellos, se lió y deseó que «éstos sepan mostrar todas las virtudes que atesoro». Lo bueno es que no pararon la grabación para corregir el patinazo.
Una de las mejores ocurrió en otra sesión conjunta de presidentes autonómicos: cuando hubo de referirse al señor Valcárcel, lo hizo como «El presidente de la Comunidad Marciana», que no murciana, lo que llevó a la sala a la hilaridad no contenida a la totalidad de los presentes ante la oportunidad única de conocer a un colega recién llegado de Marte. Cómo será la cosa que los monigotes del Plus, con su mala leche histórica y su talento evidente, han caracterizado a nuestro hombre a través de dos palabras que han triunfado cotidianamente entre sus seguidores: «Andasulía» y «Minolles».
Estos y muchos otros despistes son inherentes a la figura de Chaves -como el día en que la revista «Cambio 16» le premió como «Político del Año», no recuerdo en virtud de qué méritos, y abrió su discurso agradeciendo de corazón el premio a la revista «Cambio Diecisiete»-, razón por la cual si él llama «accidentes» a los atentados me puedo creer que es un lapsus y puedo, incluso, pasarlo por alto de inmediato. Los de por aquí abajo conocemos su historial y no creo que le fuéramos a dar más importancia. Pero en boca del presidente del Gobierno -al que algunos perversos llaman «presidente por accidente»-, se hace especialmente chirriante al ser la tercera vez que confunde términos tan distintos uno y otro.
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