viernes, abril 09, 2010

Pio Moa, 1971: La Asamblea de Cataluña y la de Obispos y sacerdotes

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1971: La Asamblea de Cataluña y la de Obispos y sacerdotes
9 de Abril de 2010 - 07:52:35 - Pío Moa

Respecto de la oposición, la ETA, semidesarticulada, solo consiguió en esos dos años (1971-72) asesinar a un guardia municipal, aunque pudo ir reorganizándose. Comisiones Obreras y el sindicato estudiantil del PCE habían quedado malparados, mientras proliferaban pequeños grupos pro chinos o marxistas leninistas, que preconizaban la “lucha armada” sin pasar a los hechos. Dos jefes nacionalistas vascos, Telesforo Monzón y Sarobe constataban en enero de 1971 “la desintegración del PNV y el estado de completa marginación en que se encuentra en relación precisamente del mismo Pueblo del que pretende ser su órgano más representativo”. Un éxito antifranquista de cierto relieve fue la formación, en noviembre de 1971, de la Asamblea de Cataluña, compuesta por 25 grupos, insignificantes casi todos, bastantes de ellos nacionalistas o separatistas, desde el pro terrorista PSAN (Partit Socialista de Alliberament Nacional), belicosos maoístas o trotskistas, hasta pacifistas, “cristianos de base”, un PSOE fantasmal, varios democristianos, profesores, etc.: alianza variopinta bajo la batuta real del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, sección regional del PCE), única fuerza real entre todos ellos. Fue el mayor triunfo de las tácticas carrillistas tipo Pacto para la Libertad.

En junio de 1972, el PCE iba a recibir un duro golpe al ser detenida, en un convento de oblatos próximo a Madrid, la plana mayor de Comisiones Obreras, incluyendo a su líder principal, Marcelino Camacho, y a un jesuita comunista, “Paco” García Salve. El juicio del grupo o “Proceso 1001” tendría lugar el año siguiente. El marxismo, mezclado con freudismo, se difundía entre las minorías más inquietas de la universidad y entre los intelectuales. Los socialistas también se reorganizaban, y surgió una pugna entre los “históricos” del exilio, dirigidos por Rodolfo Llopis, y los jóvenes del interior, en particular un grupo de estudiantes y profesionales de Sevilla encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, mientras el grupo de Tierno Galván quedaba marginado. Los sevillanos esgrimían un discurso agresivamente marxista que recordaba al de Largo Caballero otrora, aunque nadie lo tomaba realmente en serio. En 1972, se consumó la ruptura entre unos y otros en un congreso en Toulouse, en un local que los del exterior habían cerrado a cal y canto, por lo que los del interior tuvieron que descerrajar las puertas. El fondo de la disputa eran las ayudas que otorgaba la Internacional Socialista. El grupo de Sevilla supo impresionar a los socialistas alemanes y franceses con un activismo aparente (pintadas en muros, etc.) del que sacaban fotos: con típica picaresca, las pintadas se hacían en un garaje a la luz de los faros de un coche. En septiembre de 1971 nacía la revista Cambio 16, un nuevo y más radical órgano de oposición al régimen, menos pro comunista que Triunfo o Cuadernos para el diálogo, pero igualmente resuelto a dar publicidad y justificación a cualquier acción o grupo contrario a Franco, así fuese terrorista.

Pero el acto opositor más importante del bienio fue seguramente la Asamblea conjunta de obispos y sacerdotes en Madrid, en septiembre de 1971. Sus conclusiones exigían abolir el concordato de 1953, que permitía al gobierno influir en el nombramiento de prelados, y acabar con la presencia de estos en cargos políticos. Aspiraban a “la reconciliación de todos los españoles”, algo imposible y por lo demás innecesario, pues la reconciliación era un hecho desde hacía tiempo para la gran mayoría: “Queremos una convivencia cívica en la que no se mantengan el odio, la discordia, el enfrentamiento”, sin precisar que las actitudes más cargadas de odio y enfrentamiento correspondían, sin disputa, a los marxistas y terroristas a quienes muchos eclesiásticos daban cobertura.

La oposición de la Asamblea llegaba retroactivamente hasta la guerra civil. Una moción votada por la mayoría rezaba: “Pedimos perdón porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos”. Frases así parecían al gobierno una inaudita aberración e hipocresía, pues ponían en el mismo plano a los sañudos perseguidores de la Iglesia y a sus salvadores. Y dado que pedir perdón a sus salvadores carecía de sentido, la petición solo podía dedicarse a los perseguidores. Lo cual suponía una injuria y desprecio inimaginables a las víctimas, muchas de las cuales habían muerto perdonando a sus verdugos: ahora, debían ser los verdugos quienes otorgasen el perdón.

El gobierno tampoco aceptaba que, so pretexto de tan peculiar reconciliación, amplios sectores de la Iglesia protegieran y estimularan a sus enemigos jurados, acaso por hacer méritos para cuando el régimen desapareciese. Un informe al gobierno señalaba: “Obispos hay que distribuyen entre sus sacerdotes alocuciones en las que la violencia represiva –por así decirlo—es situada al mismo nivel de la subversiva (…) Actitudes de uno u otro obispo que, al amparo de su dignidad y de una situación concordataria (…) protegen acciones de sacerdotes evidentemente contrarias a la ley civil”. Citaba el pago, con dinero de Cáritas por la multa impuesta a un sacerdote por sus homilías durante el estado de excepción. Y reseñaba “manifestaciones de clérigos; incitación, apoyo y hasta participación de sacerdotes en huelgas; cobijos en templos a personas o grupos que actúan al margen de la ley; predicación con sesgo político, ajeno al evangelio; profusión de publicaciones de cariz contestatario claramente definido; intervenciones políticas de obispos en asuntos conflictivos, con clara implicación; abuso del privilegio del Fuero; renuncia a una concordia y colaboración positiva en actos en que interviene la autoridad civil”, etc. Este movimiento estaba inspirado, como quedó indicado, por el Vaticano a través del nuncio Dadaglio. La corriente progresista alcanzó un éxito crucial con el nombramiento de Vicente Enrique y Tarancón como presidente de la Conferencia Episcopal, en febrero de 1972.

La Asamblea de Madrid afirmaba que la Iglesia debía “renovarse o decaer”, y, en efecto, desde principios de los años 60 se producía una grave declive eclesiástico: las organizaciones laicas de Acción Católica habían bajado desde casi un millón de adherentes a solo cien mil, y los seminaristas de 8.000 a 1.800. En medios clericales cundían las dudas y crisis de conciencia, y crecía cada año el número de los que colgaban los hábitos. Algunos se metían a “curas obreros” sindicalistas y radicales, o buscaban otras formas de apostolado de parvos efectos. Es difícil saber si tal situación obedecía al carácter de la nueva sociedad, cada vez más rica, o a la misma corriente progresista, pero, en cualquier caso, esta no parecía resolver la crisis, sino agravarla. También cabía retrotraer los problemas a mucho tiempo atrás. En el siglo XVI y gran parte del XVII, la Iglesia española había desempeñado un papel de primer orden en el catolicismo mundial, pero desde entonces venía aquejada de una religiosidad demasiado formal y ritualista, acompañada de cierta anemia intelectual, que alejaba a muchas personas; y la influencia hispana en el catolicismo en su conjunto era escasa.

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****La Brigada paracaidista se exhibe ante la Chacó. ¡Ante quién va a exhibirse, ante una de las tiorrrillas prochekistas y proterroristas, la chica Rubianes! Qué ignomimia, ¿verdad?

****Preguntan algunos por qué las leyes en España suelen ser tan favorables a los delincuentes. Pues porque están hechas en gran medida por delincuentes. No es exagerar mucho el decirlo.

****El caso Oyarzábal: este corruptísimo político, en contra del estado de derecho. A favor de la cheka. Como tantos otros en el PP, por cierto. Corruptísimo en un sentido intelectual y político, de entrada. La chusma política. La maldita gentuza indecente que está destruyendo la libertad y a España.

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/1971-la-asamblea-de-cataluna-y-la-de-obispos-y-sacerdotes-5848/

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