lunes, abril 19, 2010

Jose Maria Carrascal, ¿La rebelion de los jueces?

¿La rebelión de los jueces?

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Lunes , 19-04-10

CONTRA la opinión generalizada, que considera el último intento fallido del Tribunal Constitucional de pronunciarse sobre el nuevo estatuto catalán la prueba definitiva de su fracaso, pienso que se trata de un paso adelante. Por primera vez se ha roto la «disciplina de partido», con los magistrados siguiendo la línea del partido que los eligió. Esto puede aceptarse, a regañadientes, en el Congreso, pero no en el tribunal encargado de supervisarlo, en cuyo caso se convertiría en su mera reproducción liliputiense.
Tal automatismo, como digo, se ha roto, al decidir un magistrado propuesto por el PSOE no seguir su línea, desbaratando los planes del Gobierno y volviendo locas a la ponente y a la presidenta del Tribunal, que sí la seguían, hasta que no han tenido más remedio que tirar la toalla. El nombre del magistrado que ha hecho más caso a su conciencia de ciudadano y de jurista que a quien le eligió es, digámoslo en su honor, Manuel Aragón. Si su ejemplo cunde entre los jueces, podríamos estar ante una revolución en la Justicia española, esto es, ante su plena independencia de los políticos, lo que sería una gran noticia para España. Claro que esto tendrá que confirmarse, y no ser un caso aislado.
¿Qué va a pasar ahora? Los analistas dicen que el nuevo ponente, Guillermo Jiménez, adscrito al «grupo conservador», tiene muy difícil, por no decir imposible, redactar un texto que agrade a la mayoría, al no disponer del tiempo necesario. Tendrá que hacerlo antes de las vacaciones, ya que tras ellas llegan las elecciones catalanas, que no conviene disturbar con una sentencia.
Yo no soy tan pesimista. Los miembros del Tribunal están familiarizados con el caso y está claro que el texto de doña Elisa Pérez Díaz era demasiado blando con el nuevo Estatut, al que consentía diversas inconstitucionalidades. Hay que endurecerlo. Pero si se endurece demasiado, puede que don Manuel Aragón tampoco lo acepte. De ahí que lo ideal sería que don Guillermo y don Manuel se sentaran a una mesa y podaran el borrador anterior, sin extremismos, esto es, dando a Cataluña lo que es de Cataluña, y al Estado, lo que es del Estado. Eso es lo que tiene que ser un estatuto de autonomía, no de soberanía.
¿Que los políticos catalanes iban a poner el grito en el cielo? Seguro. Ya les han oído amenazar por sólo tocar una coma. Pero también se decía que el País Vasco se alzaría en armas por la ilegalización de Batasuna, y no pasó nada. En Cataluña, menos. Todos los catalanes saben que ese nuevo estatuto es un chantaje al Estado para sacarle más, pero si no se lo dan, lo aceptarán con buen sentido. Les paso lo que decía Pilar Rahola el sábado en La Vanguardia: «El nuevo Estatut era un camino hacia la nada, un sueño de Maragall con deseos de papel en la historia, el delirio de una grandilocuencia». Le faltó sólo «y otra de esas frivolidades trágicas de Zapatero, prometiendo lo que no podía prometer».

http://www.abc.es/20100419/opinion-firmas/rebelion-jueces-20100419.html

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