viernes, abril 16, 2010

Jose Melendez, Las dos varas de medir

viernes 16 de abril de 2010

Las dos varas de medir

José Meléndez

L OS directivos del PSOE (hay que hacer una distinción entre el partido con una bien definida historia centenaria y sus dirigentes actuales) emplean una arbitraria forma de medir los acontecimientos. Tienen una vara larga, muy larga, para medir todo lo que ocurra en el Partido Popular y otra corta, muy corta, para lo que sucede dentro del suyo. En el primer caso, lo que les empuja es el odio sectario y el afán de supervivencia cuando las aguas se vuelven turbias para sus propósitos y en el segundo es una ceguera voluntaria más que una patada al sistema métrico decimal.

Estas últimas semanas están repletas de acontecimientos negativos para los intereses del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. No solamente en lo referente a la crisis económica que no cesa en sus embestidas, sino en amenazas como la imputación del juez Baltasar Garzón, con las importantes consecuencias que ello pueda tener en su aspecto político o la inminente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, a pesar de los ímprobos esfuerzos del Ejecutivo para tratar de presionar a los magistrados y que, por lo menos, han conseguido alargar su final durante mas de tres años- Y ahora, cuando todos los esfuerzos de los dirigentes del PSOE se concentrar en tratar de presentar al PP como un partido corrupto, surge la acusación del notable aumento del patrimonio personal del presidente del Congreso, José Bono, que el interesado tendrá que explicar muy convincentemente, porque así comenzó el calvario judicial del mallorquín Jaume Matas. Y se ha sabido que el ministerio de Fomento de Pepiño Blanco concedió un trabajo de más de cuatrocientos mil euros a una empresa de la trama Gurtel, que le pidió ayuda por falta de liquidez.

Toda la ofensiva socialista para acusar de corrupción al PP se basa en el caso Gurtel, un caso, no hay que olvidarlo, iniciado por el juez Baltasar Garzón e investigado por el mismo grupo de policías, según el ex ministro Francisco Álvarez Cascos, que falsificó los “papeles de Laos” para traer a España al delincuente socialista Luis Roldán y componía la llamada “camarilla de la comisaría de Canillas” que tuvo una oscura actuación en la investigación del ll-M, a cuenta de la famosa mochila. Garzón tendrá que responder judicialmente de su instrucción del caso Gurtel y ya se han declarado ilegales las escuchas que ordenó de las conversaciones en la cárcel entre los acusados y sus abogados y que son una de las principales bases del procedimiento judicial. La defensa de la acusación de Álvarez Cascos que ha hecho la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, exigiéndole que presente pruebas, suena a una desesperada patada al aire porque Álvarez Cascos ya había presentado esas pruebas judicialmente cuando, sin estar imputado, la policía investigó un pretendido y nunca realizado viaje a las Islas Canarias pagado por la trama Gurtel y después filtró al periódico gubernamental las sospechas que después resultaron infundadas.

Según se van aclarando las circunstancias, la trama Gurtel es el caso de unos sinvergüenzas, que están en la cárcel, que se aprovecharon del Partido Popular porque sus empresas llevaban muchos años trabajando con el partido y cuyas relaciones cesaron cuando Mariano Rajoy tomó las riendas del partido y vio algo turbio en las intenciones de sus proveedores.- Es cierto que algunos dirigentes populares sucumbieron a la seducción de la trama, porque sinvergüenzas hay en todas los partidos, pero ninguno de los que están imputados en ese caso pertenecen ya al Partido Popular porque fueron inmediatamente expulsados- No puede decir lo mismo el PSOE, porque el ejemplo mas reciente es la imputación por prevaricación de la ex alcaldesa de Torrejón de Ardoz y número dos de la Asociación Socialista Madrileña, Trinidad Rollán, para la que el fiscal pude ocho años de inhabilitación por autorizar un complejo urbanístico ilegal. El secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, ha puesto el grito en el cielo (bueno, en un decir, porque su escasa voz apenas llega a los tejados) defendiendo a su número dos, en lugar de cesarla como el PP ha hecho con sus imputados. Otro ejemplo de vara de medir.

Pero lo que bate todas las expectativas es la desaforada campaña que el PSOE y los sindicatos han desatado en defensa del juez Garzón, Esta virulencia refleja lo importante que es para los socialistas mantener el baluarte judicial que representa Garzón para ellos. Hace ya tiempo, cuando su figura comenzaba a asomar a la fama, Baltasar Garzón se definió políticamente de izquierdas, “mas cercano –dijo- a la filosofía comunista que a la socialista”. Pidió la excedencia y se presentó en las elecciones generales como número dos de Felipe González por Madrid; llegó a ocupar un cargo destacado en la administración socialista y volvió a coger la toga cuando sus aspiraciones a ser ministro no fueron colmadas. El ropaje político que envuelve su figura es evidente y por eso causa estupor que los que ahora le defienden tachen de franquistas y fascistas a los que han de juzgarlo. Emplean en esa defensa argumentos que no se tienen en pie. Desde el propio José Luis Rodríguez Zapatero hasta el último sindicalista que toma parte en la campaña han señalado los méritos contraídos por el juez en la lucha antiterrorista, como si eso fuera patente de corso para quebrantar la ley. Ellos, tan celosos de la memoria histórica, exhiben una deliberada amnesia porque olvidan que en la lucha contra el terrorismo de ETA hizo infinitamente mas que Garzón el general Galindo, al frente de la Guardia Civil en el País Vasco y cuando se pasó de frenada acabó en la cárcel y con su carrera militar destrozada..

En el acto que el pasado martes organizaron los sindicatos a favor de Garzón, con la asistencia de altos dirigentes del PSOE (¿qué tendrán que ver los sindicatos en este circo?) y algunas bandera republicanas, se dijeron cosas inadmisibles en una sociedad democrática y gravemente calumniosas como las palabras del ex Fiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo (que quiso encarcelar a Jordi Pujol y no pudo= quien calificó a los magistrados que han de juzgar a Garzón como “torturadores en la época franquista” en un demencial ataque al Tribunal Supremo, en el que olvida –o no- que su hermano José fue presidente de la Sala segunda del alto tribunal, precisamente la sala que ha de juzgar al juez estrella.

La ley está hecha para todos y eso debe saberlo mejor que nadie quien pertenece al sistema jurisdiccional. Cuando se conculca la ley no sirven paliativos ni se tienen en cuenta conductas pasadas. Todo el mundo es inocente hasta que deja de serlo y cuando Garzón inició y continuó la instrucción del caso de la Memoria Histórica sabía perfectamente que no tenía competencias para intervenir y conocía también a la perfección la Ley de Amnistía de 1.977 porque él mismo la empleó para archivar la causa contra el comunista Santiago Carrillo por la matanza de Paracuellos del Jarama

Todo esto ocurre porque el gobierno de Zapatero está atravesando sus peores momentos y ha perdido el favor popular de que disfrutó durante sus primeros años de mandato. Y ha vuelto a sacar la vara larga para medir la presunta corrupción del PP, tratando de presentar el caso Gurtel como un ejemplo de financiación ilegal de los populares. Una vez levantado el secreto del sumario, no hay un solo indicio de esa pretendida financiación y los Pepiños y las Pajines olvidan, de nuevo deliberadamente, que en la historia política de la Transición la única financiación ilegal de un partido probada judicialmente fue la del PSOE en el asunto Filesa y los únicos ministros, secretarios generales, directores generales y alcaldes que han sido condenados y han ido a la cárcel por corrupción han sido y son socialistas.

Pero si todo esto causa asombro por su sectarismo, las palabras de todo un ministro de Interior como Alfredo Pérez Rubalcaba producen tanto estupor como indignación, por ser lo que es quien las dice y por tener un trasfondo oculto en su historial político de manipulador que alguna vez saldrá a la luz y puede serlo cuando se vuelva a instruir con arreglo a la decencia y a la ley el proceso por el chivatazo policial del caso Faisán. Rubalcaba ha acusado al Partido Popular de encubrir y proteger a sus “repugnantes”, refiriéndose a los que están mezclados en tramas de corrupción. Es cierto que los corruptos son repugnantes, pero el PP, como queda dicho mas arriba, no ha encubierto a los suyos, sino que los ha castigado y si hacemos caso a las estadísticas hay mas del triple de cargos socialistas imputados por corruptos y muchos de ellos han terminado condenados y en la cárcel. Pero de esos “repugnantes” Rubalcaba no ha dicho ni una palabra,

Indudablemente, este arbitrario sistema de medición con dos varas hace daño, porque ya dijo Goebels, un especialista en la materia, “calumnia, que algo queda”. Pero los que a la larga pagarán las consecuencias de su arbitrariedad son los medidores.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5648

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