lunes, abril 12, 2010

Ely del Valle, Unos estan por lo votos y otros solo por el bote

lunes 12 de abril de 2010

Unos están por los votos y otros sólo por ‘el bote’

Ely del Valle (Elsemanaldigital.com)

B ASTA rastrear los periódicos de las últimas décadas para saber que la corrupción no es patrimonio de ningún partido porque, salvo excepciones, depende de la sinvergüencería individual.

¿Es mayor el porcentaje de políticos que roban que el de empleados de banca, fontaneros o periodistas?. Seguramente porque la carne es débil, el dinero goloso y el poder peligroso en tanto en cuanto concede a quien lo ostenta un cierto grado de invulnerabilidad. Deberían por lo tanto existir unos mecanismos más sensibles que los actuales que permitieran detectar cualquier tendencia al choriceo, que si en cualquiera es grave, en este gremio lo es aún más; y es que cuando un político mete la mano en el saco, está robando a todos y cada uno de los ciudadanos de este país independientemente de cual sea su código postal y a quién haya votado.

No sé si alguien ha calculado el número de hospitales, guarderías, bibliotecas o parques que se podrían haber hecho sólo con el "sobrecoste" del estadio Palma Arena o con los diez millones de euros que familiares de un implicado en el caso Astapa se han ingresado en una cuenta en Andorra, pero deben ser unos cuantos o, en cualquier caso, más de los que hay en este momento en Palma o en Estepona. ¿Demagogia? Puede, pero es que a veces demagogia y realidad son sinónimos: aceptar sobornos a cambio de concesiones públicas es privar a los ciudadanos de tener los mejores servicios; a conformarse, desde la más absoluta de las ignorancias, con lo que tenga a bien ofrecer el que más unta y eso, además de ser inmoral es una canallada.

Es curioso que tanto en los casos de corrupción más recientes -Astapa, Gürtel, Malaya, Jade Limusina, Pretoria- como en otros anteriores, la mayor preocupación no resida tanto en las consecuencias sociales de este atraco colectivo como en el coste electoral que puedan tener. Mientras no se demuestre que hay financiación ilegal por parte de ningún partido, se está elevando a categoría política el trinque de unos cuantos que roban no porque sean del PP, del PSOE, de CiU o de cualquier otra formación, sino porque han utilizado sus siglas como coartada para robar. No cabe ninguna duda de que si Julián Muñoz hubiese llagado a la Alcaldía de Marbella con el PP o con el PSOE, la Operación Malaya hubiera existido igualmente. Los políticos no se dedican a la política para esquilmar al personal, pero hay ladrones que consideran que la política es un camino que les facilita mucho las cosas.

Por eso es inexplicable ese afán de todos y cada uno de los partidos de defender a sus propios presuntos corruptos al tiempo que actúan con los del contrario con una afán de justicia que, de ser real, haría que a todos se nos saltasen las lágrimas de emoción. El argumento -muy utilizado desde siempre por el PSOE y en los últimos tiempos también adoptado por el PP- es que las consecuencias políticas deben ir parejas a las judiciales. Falso de toda falsedad. El trabajo de alguien que se supone que tiene vocación de servicio a los ciudadanos, y al que precisamente por eso confiamos nuestros caudales tiene muchas servidumbres y una de ellas es la obligación de hacer mutis por el foro a la menor sospecha de culpabilidad hasta que las cosas se aclaren, y si no lo hace, es deber inapelable del aparato del partido despojarle de sus galones aunque sea de manera temporal.

Sí, ya sé que puede resultar injusto para quienes finalmente resultan ser inocentes. Pero en caso de sospecha de peste ningún capitán sensato renuncia a poner su barco en cuarentena. Ni mucho menos espera a que sea el propio barco el que leve el ancla que le mantiene amarrado al puerto, entre otras cosas porque puede que tarde más de nueve meses en hacerlo.

El derecho a la protección de los ciudadanos en su conjunto, prima, guste o no, sobre el que cada formación política tiene con los suyos. Todo consiste en que cada uno actúe en su casa como le exige al vecino que actúe en la suya. Así de fácil. Limpieza general, frecuente y en profundidad para demostrar lo que, por otra parte, creo firmemente y es que hoy, en España no hay partidos corruptos sino corruptos de partido, que no es lo mismo. Eso sí… de estos últimos, por lo visto, tenemos un puñado, y además de un solo color que no es ni el azul del PP ni el rojo del PSOE, sino el morado de los billetes de 500.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2349

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