miércoles, abril 14, 2010

Pio Moa, Cómo se pierde una “guerra”. El caso Las Casas. El fiscal genocida

Cómo se pierde una “guerra”. El caso Las Casas. El fiscal genocida

14 de Abril de 2010 - 07:44:33 - Pío Moa

La izquierda ha sido muy experta en un tipo de propaganda especialmente sórdida y falsaria ("himalayas de mentiras") pero no por ello menos eficaz. Recuérdense sus grandes campañas en torno a los “tormentos de Motjuich”, o la ferrerada, o cómo convirtieron el ridículo episodio de Prats de Molló en una acción heroica, o el fracaso del golpe militar de diciembre de 1930 en una victoria publicitaria, o su derrota de octubre del 34 en una victoria propagandística que creó el ambiente propicio para la reanudación de la guerra civil en 1936. La misma guerra civil, que perdieron en todos los terrenos, la ganaron en la propaganda y en una historiografía torticera, pero sobreabundante e influyente. Recuérdense sus campañas de solidaridad con los asesinos (y por los asesinatos, precisamente) de la ETA. Estas campañas merecerían una buena monografía. Ahora estamos ante una nueva, defendiendo las prevaricaciones de Garzón y tratando de impedir que las mismas sean juzgadas, mediante una movilización en que se mezclan la ideología, el ataque a la justicia y el embuste a gran escala, y, también como siempre, recurren masivamente a la opinión internacional, a la que engañan aprovechando viejos prejuicios. Como expuse en un artículo, se trata de una batalla en que gana la justicia y la libertad o ganan los liberticidas. Pero nos encontramos con que la justicia y la libertad encuentran poca defensa, mientras que los liberticidas se mueven como demonios. Actualmente la “guerra”, pues la izquierda y los separatistas están llevando sus posiciones al extremo, se libran en la opinión pública. Si los enemigos de España y de la democracia logran, una vez más, salirse con la suya, sobrarán las lamentaciones.


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Y hablando de campañas e himalayas de mentiras:


Las Casas falsea la geografía de modo grotesco, no con exageraciones pequeñas o medianas. Del mismo modo grotesco falsea la demografía. Y sus denuncias concretas de atrocidades son, por una parte, imposibles en lo que respecta a las cifras que da, y por otra parte lo bastante vagas y difíciles de comprobar, cuando concreta, como para que ningún historiador serio las tome más que como indicios a tomar en cuenta, pero con bastante reserva mental y no como pruebas. Así llegamos a la perogrullada de siempre: se cometieron atrocidades. Sin duda es cierto, en todas las guerras ocurre, y también en las paces, y no hay más que pensar, ahora mismo, en el aborto casi industrializado o en los asesinatos de la ETA y su premio por el gobierno. Pero lo que distingue la conquista española no son unas atrocidades no mayores, y probablemente menores, que otras muchas conquistas, sino el carácter de conjunto: la evangelización, las leyes de Indias, la protección a los indígenas, cosas todas ellas muy raras en otros imperios (aunque, claro, la evangelización es hoy para muchos el peor de los crímenes, un “genocidio” que arrasó aquellas envidiables culturas). A pesar de que los datos de Las Casas fueron rebatidos por otras personas, el caso es que él fue muy escuchado en España por los poderes públicos, a quienes pidió, y en parte obtuvo, la censura para quienes le desmentían.


Lo interesante del asunto es que Las Casas inaugura la tradición de los himalayas de mentiras mencionados por Besteiro, y a las que he aludido brevemente en relación con el affaire Garzón, donde está retratándose nuevamente la vertiente chekista, al parecer irredimible, de la izquierda. No es casual que Las Casas se convirtiera en un icono para los imperialistas y traficantes de esclavos holandeses, ingleses y franceses, para los humanitarios genocidas –esos sí—de la Revolución francesa, o para los bondadosos seguidores de Marx. También para bastantes ingenuos y comentaristas acríticos, desde luego.


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En un acto totalitario montado por las mafias sindicales y los vagos profesionales de CCOO y UGT, más un rector pro chekista (a esto han degradado la universidad), un tal Jiménez Villarejo ha calificado de genocida al régimen de Franco, y ha enfatizado la necesidad de juzgar sus supuestos crímenes, como intenta Garzón. Ahora bien, el tal Jiménez ostentó en aquel régimen genocida, y durante largos años, el cargo de fiscal, por lo que es, por lo menos, cómplice del genocidio. Ahí tiene Garzón un sujeto sobre el que ejercer sus justicias, junto con Santiago Carrillo. Puede centrarse en ambos, y así daría apariencia de cierta imparcialidad, justiciando a izquierda y derecha.



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****Todos sabéis que la situación del Valle de los Caídos es crítica. Después de haber cerrado el Valle como lugar turístico, ahora se trata de impedir también el culto en la basílica con cualquier excusa. La última acometida de Vicepresidencia es ordenar el desmontaje de la Piedad (escultura de 150 toneladas de peso)para una supuesta restauración en la que nadie cree. Con este motivo lleva ya una semana cerrada la puerta principal y hay que acceder a la basílica por detrás, recorriendo unos pasillos kilométricos mal iluminados y bajando de diez en diez en ascensor.
Ante esta situación se ha creado recientemente la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, cuya página webb es www.elvalledeloscaidos.es




Os insto vivamente a que entréis en ella, os informéis y os hagáis socios, ya que necesitan apoyo de todo tipo y sobre todo medios económicos para poder proseguir la lucha en defensa del Valle. Difundid este mensaje para dar a conocer la Asociación entre todos los que quieran conservarlo. José María Manrique



**** Sobre Beevor: http://libros.libertaddigital.com/antony-beevor-una-historia-de-mucha-clase-1276230674.html



http://libros.libertaddigital.com/antony-beevor-una-historia-de-mucha-clase-y-2-1276230706.html

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/como-se-pierde-una-guerra-el-caso-las-casas-el-fiscal-genocida-5864/

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