viernes, abril 16, 2010

Ladron de Guevara, La democracia se tambalea

viernes 16 de abril de 2010

La democracia se tambalea

Ernesto Ladrón de Guevara

H UBO un tiempo en el que la palabra democracia era, con mucho, el término más socorrido en cualquier discurso retórico o texto escrito. Aparecía en cualquier contexto y con los motivos más variopintos. De tanto uso acabó desgastándose, y el léxico podía adquirir las acepciones más contrapuestas según se adjetivara: democracia orgánica, democracia popular, democracia liberal, democracia horizontal y democracia vertical, y así todo tipo de sintagmas que podían ostentar la palabra democracia como si fuera un pendiente colgado de cualquier pabellón auditivo como adorno más o menos inservible. El palabro podía carecer de significado por exceso de uso o por una contextualización inadecuada, pero, al menos, todo el mundo recurría a él para caracterizar todo tipo de situaciones en las que, como oximorón o antinomia, se esgrimía a modo de justificación para tener acreditación de no ser un “fascista”.

Hoy, la verdad es que apenas se oye la palabra, al igual que la Constitución ha pasado a ser algo de tiempos pasados, como si fuera cosa ya superada, inservible. Y lo cierto es que lo es, porque se la han cargado.

Uno de los requisitos básicos para legitimar una democracia como tal es la separación de los poderes y el respeto escrupuloso a los jueces como órganos que sientan doctrina e interpretan la voluntad de los legisladores. Sin jueces justos entramos en la caverna, en el imperio de la fuerza física contra la fuerza de la razón (decir jueces injustos es otro oximorón, pues si un juez no imparte justicia deja de serlo por mucho que conserve el título de tal). Ningún poder, lobby o grupo de presión tiene legitimidad para presionar a los jueces. Pero eso no hay que interpretarlo como si los jueces estuvieran al margen de la ley, y por encima de ella, y, que por tanto, son intocables, y no pueden ser juzgados por quien tenga la capacidad para ello, sino que hay que dejar a éstos que ejerzan la labor que la sociedad les tienen encomendada.

El acto de apoyo a Garzón de determinados colectivos, es una patada con zapato puntero a las partes nobles de la democracia y nos recuerda a los capítulos más negros de la última República en la que se conspiró contra el propio orden constitucional. El hecho de que antes de la sentencia del Tribunal Supremo se prenda la mecha de la pirotecnia para condicionar el simple hecho de sentar en el banquillo al juez Garzón, no por las razones de fondo sino por las de forma, es decir por la vulneración de los condicionantes procesales regulados por la legislación que obliga a la Magistratura, es de suma gravedad. Y constituye una ruptura intencionada y premeditada de las reglas de juego que legitiman y sustentan el orden constitucional.

Esgrimir que un partido político o colectivo, por llamarse Falange española, está privado de sus derechos constitucionales, y no tiene legitimidad para llevar a un ciudadano ante los tribunales por muy juez estrella que sea, sonroja a cualquier persona que se crea lo de la convivencia constitucional y el Estado de Derecho.

Si Falange española es un partido ilegal que se le envíe al ostracismo político y se le deje fuera de la ley, pero parece que no lo es, pues está registrado y reconocido conforme a la ley correspondiente de asociaciones políticas. Por tanto está en el uso y legítimo ejercicio de sus derechos constitucionales. Hasta ahí no hay nada que objetar, salvo que exista una estrategia perversa para vulnerar el pluralismo político y volver a las andadas del 36.

En particular, a mí me parece que los querellantes han equivocado el tiro y que había otras razones más potentes y justificadas para llevar al Juez Garzón a la tribuna de los acusados. El hacerlo por el tema de la memoria histórica y las irregularidades cometidas en la instrucción de los actos contra la humanidad por los desaparecidos por causa del franquismo me parece un error de cálculo y que eso se puede volver contra los actuantes en el encausamiento, pero esto no deja de ser una opinión como existen otras. El problema no es ese, el problema es que se ha abierto la veda contra la judicatura, y se le zarandea para que dicte sentencias al gusto de los protagonistas de la presión. Y así, nos cargamos el invento.

Dejemos a la justicia que haga su papel y denunciemos a quien trata de coaccionarla.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5647

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