miércoles, diciembre 03, 2008

Luis Pousa, El hielo no es responsable

LUIS POUSA
celtas sin filtro

El hielo no es responsable

Falta de información, imprudencia y falta de diligencia son tres de los factores que han tenido como consecuencia el rosario de accidentes que colapsó la Autopista del Atlántico (AP-9) el pasado martes.

El hielo, al que todo el mundo considera el primer responsable de esas desdichas, es un fenómeno natural que, dadas las condiciones meteorológicas que concurrían -temperaturas por debajo de cero grados y humedad relativa alta-, era previsible su presencia en las carreteras y otras vías de comunicación.

¿Por qué, entonces, hubo falta de información sobre algo que era perfectamente previsible que ocurriese?

Pues por falta de diligencia en quienes profesionalmente tienen la encomienda de cumplir esa tarea y obrar en consecuencia, puesto que la información es previa a cualquier medida que se quiera adoptar racionalmente. Puede también que esa información existiese, pero no fuese evaluada correctamente en los efectos que podía provocar y, por tal motivo, no se pusiesen en marcha los dispositivos y las medidas correspondientes al caso. Por ejemplo: volver a poner sal en la AP-9 después de la fuerte granizada que cayó sobre la siete de la mañana y acotar las zonas en las que las capas de hielo resultaban más peligrosas.

De lo anterior se desprende que los gestores de Audasa no hicieron todo lo que estaba en sus manos para evitar lo que luego desgraciadamente pasó. Pero la responsabilidad del acontecimiento no comienza y concluye en la empresa concesionaria, pues está el comportamiento imprudente de algunos conductores, al ir a velocidades no recomendables dadas las condiciones en las que se encontraba la autopista y no respetar las distancias entre los vehículos.

Lo ocurrido el martes ha venido a confirmar lo mucho que todavía falta para llegar al estadio de una autopista inteligente para unos vehículos inteligentes. Una cuestión que ya fue abordada en septiembre de 1994 en un seminario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en el que por cierto participó Emilio Pérez Touriño, por aquellas fechas secretario de Estado de Infraestructuras para el Transporte Terrestre del Ministerio de Obras Públicas.

Han pasado catorce años al menos desde cuando se anunciaba que en el futuro las ­autopistas funcionarían como infraestructuras activas desde el punto de vista de la telecomunicación con los vehículos y el programa Prometheus apostaba por ampliar el principio de comunicación de corto alcance a vehículos próximos, con aplicaciones como las siguientes: todos los vehículos situados en un mismo carril podrían intercambiar informaciones relativas a su velocidad y posicion; los incidentes (accidentes, atascos, fin de atascos, frenados bruscos) se transmitirían a los vehículos siguientes en una distancia de 500 metros; los vehículos situados en carriles diferentes podrían intercambiar esa misma información, lo que les permitiría evaluar la viabilidad de un cambio de carril.

Lo cierto es que se ha avanzado muy poco y todavía hoy circulan por las carreteras miles de vehículos que ni siquiera informan de la temperatura exterior. La crisis económica debería ser una oportunidad para que los constructores de automóviles y los gestores de infraestructuras incorporasen la señalización y la comunicación inteligentes.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1087&idNoticiaOpinion=372049

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