martes, diciembre 09, 2008

Ferrand, El verbo dimitir

El verbo dimitir

M. MARTÍN FERRAND

Martes, 09-12-08
LA mayor diferencia entre la democracia española y las que, dignas de tal nombre, se llevan por el mundo reside en que aquí se dimite menos. Quizá sea un efecto de nuestro sistema electoral. Salvo cuando se trata del Senado, la Cámara inútil, nosotros no elegimos nombres, sino siglas y listas cerradas. Es decir, no sabemos quién es nuestro representante. Quienes dicen serlo y se benefician de nuestros votos no tienen conciencia, ni suelen evidenciar la responsabilidad de representarnos, uno a uno, a todos cuantos integramos el censo. ¿Por qué ha de dimitir quien no se siente comprometido, ni tiene razones para ello, con un grupo concreto de ciudadanos/contribuyentes/electores? De ahí el poco y mal uso que se hace del verbo dimitir y de su conjugación correspondiente.
Por su expresión, el alcalde de Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, el socialista Pedro Castro, parece tonto. Si lo es, y según su propia declaración, no lo será de los cojones. En todo caso, del resto del cuerpo. De no ser de ese modo, se sentiría impulsado a votar a la derecha. Su mala educación, su reprobable condición y el síntoma antidemocrático de su descalificación a los adversarios políticos no sorprende. En la política española de hoy, el talento se lleva corto y la cortesía, escasa. Lo inquietante es que tan mentecato personaje, teniendo por oficio la política, ignore el significado del verbo dimitir.
Dice el tal Castro que dimitirá de la Federación que preside «si la mayoría dice que tengo que dimitir». Además de zafio es ignorante. La mayoría puede reprobarle, incluso cesarle; pero dimitir es una decisión personal que, si la acomete -para lo que necesitaría más talla moral y estética-, ya llegaría con retraso. Los tontos de los cojones, aunque sólo sea porque con nuestros impuestos le pagamos el sueldo a los listos como él, tenemos derecho a un mínimo respeto y un trato menos rudo.
Las reprobaciones, en las instituciones representativas, pueden promoverse de oficio o a petición de parte. La del listo de los cojones, que así debe de verse el pájaro Castro, correspondería a la FEMP a diferencia de la que, hoy mismo y a petición del PP, debatirá el Pleno del Congreso. Quieren afearle a Miguel Ángel Moratinos el uso indebido del Fondo de Ayuda al Desarrollo, el elástico FAD, para atender parte de los pagos correspondientes a la remodelación de la cúpula de una sala en el edificio de la ONU en Ginebra. Tratar de reprobar a Moratinos por una anécdota, siendo tantos sus errores de mayor calado, es sorprendente. Más lo es todavía que, a pesar de la escasa capacidad que viene demostrando el paritario Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ésta sea la primera iniciativa de censura a un ministro en lo que va de legislatura. De ciudadano, por el momento, no cabe la dimisión. Es una lástima.

http://www.abc.es/20081209/opinion-firmas/verbo-dimitir-20081209.html

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