jueves 18 de diciembre de 2008
Apuntaciones sobre los crímenes de Franco y el franquismo: el caso de Federico García Lorca
Antonio Castro Villacañas
D ICEN que hablaba con voz de madera. Dicen que tenía el duende asomado al cielo de la frente ancha, una risa con chaqué de ronqueras, y que por donde pasaba iba dejando el yodo de una alegría con pistón de tragedia. Dicen que era un poeta de deslumbrantes intuiciones, con la gracia exacta del inesperado genio, cantor de dos razas malditas -la negra y la gitana-, un ser libre con pantalón de lino que tomó la poesía como la más alta expresión de la vida...
Sabemos que vivió en la efervescente Residencia de Estudiantes del Madrid de la segunda decena del siglo XX, entre pintores, eruditos y simples matriculados. Fue una de las mejores cabezas de la literaria "generación del 27", a la que ornó con una astronomía de romances, contracorrientes gongorinas y jadeos flamencos. Con su "Poeta en Nueva York" se desató, en su momento de máxima apertura, dentro del mundo lírico y veloz surrealista, diciendo lo aún no dicho con versos que siempre serán geniales. Conquistó la apabullante fama que siempre da el espectáculo, en su caso mediante los telones y los escenarios del teatro. Amó a muchachos ceñidos como juncos y se dejó amar por otros hombres amplios de moral y cintura. Esa fué, y no otra, la verdadera causa de su muerte.
Nadie pudo imaginar, y mucho menos él, que iba a morir de esa manera en su propia tierra a consecuencia de celos y malentendidos amorosos y políticos despertados hacía tiempo y avivados por las circunstancias del momento. En toda España, pero con mayor intensidad en Madrid, durante la primavera de aquel año, 1936, había sonado opaco el viento del pueblo. Un interrumpido y reanudado sonido de pistolas y voces amenazaba con romper la paz del verano. Federico dejó Madrid la noche del 15 de julio en la primera clase de un tren cargado de humo y de presagios. Quería celebrar con su familia la fiesta de su santo patrón. Llegó a Granada en la mañana del 16, día de la Virgen del Carmen, y en el carmen familiar encontró la alegría y la paz necesarias para festejar los santos de algunas mujeres y de algunos hombres. Entre árboles y flores, celebrando a San Federico, le llegaron las primeras noticias del alzamiento militar que treinta días después, al amanecer del 19 de agosto, le llevaría hasta el robusto olivo donde estaba esperándole la muerte...
La histérica e interesada memoria de quienes quieren justificar su actual posición política -socialdemocracia al servicio del capitalismo- se apoya en las muertes de García Lorca y de otros muchos miles de españoles, todas igualmente repudiables pero no todas equiparables, para considerarlas obra de "las escuadras negras falangistas y los militares y civiles alzados" contra la legitimidad de la República... A ese falso e insuficiente punto de vista se suman de muy buena gana, para limpiar su manchada genealogía política, los monárquicos de siempre y los recién llegados, los cristianos a medias -cautelosos o demagogos-, los pequeños burgueses que solo desean mantener en paz su siesta, y los pobres pijos que, cueste lo que cueste, sueñan con lograr de los socialistas y sus aliados una benevolente licencia democrática que les libre de disgustos y sofocos cada vez que se habla del pasado. Las injustas muertes de cuantos la encontraron en la España alzada se convierten en naipes o fichas aptas para el juego de la timba política que tarde y noche frecuentan y disfrutan los incapaces de alcanzar notoriedad en tareas que exijan normal trabajo y proporcionen menos dinero.
Puntualicemos: 1) no es verdad que García Lorca buscara la Huerta de San Vicente, el carmen de su familia, para resguardarse de los exaltados que se rebelaron en Granada el 18 de julio de 1936 contra la degenerada caída de la II República Española; 2) no es verdad que Lorca sufriera amenazas de falangistas, sí de derechistas populares, durante el corto tiempo que estuvo en la Huerta; 3) sí es verdad que Lorca se refugió en casa de su amigo Luis Rosales, hermano del jefe provincial de la Falange granadina, donde estuvo viviendo, muy a gusto y bien atendido, hasta que le sacaron de ella a la fuerza los miembros de las milicias de la CEDA gilroblista dirigidos por Ramón Ruiz Alonso, diputado de Acción Popular y tipógrafo del derechista diario "Ideal" de Granada; 4) también es cierto que Lorca fue entregado por Ruiz Alonso a José Valdés Guzmán, militar que actuaba como Gobernador Civil de la ciudad sublevada, quien no hizo caso a José Rosales cuando éste le pidió la libertad de Lorca por haber sido sacado a la fuerza de su casa aprovechando que él estaba en el frente al mando de las milicias falangistas, que no se dedicaban a la "limpieza de la retaguardia"...; 5) verdad es también que del Gobierno Civil salió en la noche del 17 al 18 de agosto, esposado con el maestro de Pulianas, don Dióscoro Galindo, y así fue conducido al cercano pueblo de Viznar, donde le encerraron en lo que se conocía como palacio del arzobispo y entonces era cuartel de las tropas sublevadas; 6) igualmente es cierto que en ese cuartel compartió prisión con el citado maestro y los banderilleros Paco Galadí y Joaquín Arcollas hasta que los cuatro fueron llevados a La Colonia, una casona dedicada en la sierra a albergar durante el verano turnos de escolares granadinos, de donde fueron sacados la madrugada siguiente -19 de agosto- y conducidos al barranco en que fueron fusilados tras cavar su propia fosa junto a uno de los más viejos troncos del gran olivar que rodea a la Fuente Grande; y 7) no es verdad, en cambio, que en ese mismo olivar estén enterrados más de 6.000 personas, ni que todas ellas fueran en vida "defensoras de", o "luchadoras por", la democracia, puesto que la mayor parte eran socialistas, comunistas o anarquistas...
Última apuntación: el crimen se cometió en Granada el 19 de agosto de 1936. El general Franco no mandaba nada ese día, ni en los siguientes, en aquella ciudad, en esa provincia, ni en la práctica totalidad de la España sublevada. Hasta el 1 de octubre Franco solamente mandaba en las fuerzas militares expedicionarias de Marruecos y en los territorios que estas ocupaban. Hasta el 19 de abril de 1937 no se hizo cargo del mando único político. Ni el asesinato de García Lorca ni cuantos se cometieron antes de esas fechas pueden por tanto atribuirse o achacarse ni a Franco ni al franquismo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4964
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