Estafas a gran escala
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Lunes, 15-12-08
BERNARD L. Madoff, el hombre acusado de estafar 50.000 millones de dólares, se ha convertido en paradigma de la era que acaba de terminar con la mayor crisis económica del último medio siglo. Una era de ganancias máximas y de esfuerzos mínimos, de mentiras institucionalizadas y de despreocupación generalizada, de gratificación instantánea y de ausencia de ética. Madoff se aprovechó de todo ello para montar el mayor sistema piramidal -ya saben, pagar altos intereses con las aportaciones de los nuevos socios- que se recuerda y para elevar a la categoría de arte la vulgar estafa. Él no se limitó a estafar a gentes humildes, como suele ocurrir en estos casos, sino que lo hizo a millonarios, instituciones e incluso banqueros, y no sólo durante un corto periodo de tiempo, sino durante décadas. Para ello, se apoyó en dos pilares de la condición humana: la codicia -nadie quiere ganar menos si puede ganar más- y la soberbia: cuando se miente o estafa, hay que hacerlo a lo grande, pues resulta más creíble que lo pequeño. Fue como convirtió su pequeña firma de inversiones en uno de los gigantes de Wall Street, sin perder su carácter particular -lo que ayuda en estos casos-, ni dejar nunca de ofrecer más ganancias que los demás, lo que debería despertar sospechas, pues ninguna de las crisis de las últimas décadas parecía afectar a los productos Madoff. Pero ¿quién se pone a preguntar si te dan un sustancioso dividendo? Fue como cayeron en su red viudas con unos ahorrillos, fondos de pensiones, universidades privadas, instituciones caritativas y familias de abolengo, que preferían seguir jugando al golf a preocuparse de cómo multiplicar su dinero. Hoy, buena parte de ellos se encuentra en la angustiosa situación de no saber si recuperarán algo de él. La Fiscalía calcula que la estafa alcanza los 50.000 millones de dólares, pero hasta que no se desenmarañe las finanzas de la firma no se conocerá exactamente la cifra. ¿Dónde ha ido ese dinero? Buena parte, a pagar los falsos intereses de los inversores. Otra, sin duda, al estafador y su familia, aunque Madoff ha declarado que sólo él estaba al corriente de los manejos de la empresa. Algo difícil de creer dada la magnitud de la estafa.
¿Cuántos Bernard L. Madoff circulan hoy por la escena pública? No me refiero sólo a la escena económica. Me refiero también a la cultural, a la científica, a la política. A los que nos ofrecen paparruchadas como obras de arte, inventos de pacotilla, humo por realidades. A los que prometen paz por la vía rápida, seguridad sin el menor esfuerzo, prosperidad sin que nos cueste nada, felicidad sin que nunca acabe, como en los cuentos infantiles. A los que sostienen que basta con desear algo para que se realice, y no mirar a los problemas, para que desaparezcan. Los españoles sabemos algo de esto, ¿verdad? Aunque preferimos no verlo. Como los clientes de Madoff, entre los que, según creo, hay algunos de nosotros
http://www.abc.es/20081215/opinion-firmas/estafas-gran-escala-20081215.html
lunes, diciembre 15, 2008
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