jueves 11 de diciembre de 2008
Jóvenes y jóvenas
Miguel Martínez
M E permito tomar prestado el título de esta columna y extraerlo del comentario que una mis queridas reincidentes enviaba recientemente a otro de mis artículos. Esa reincidente, con toque irónico, parodiaba el estilo moderno de escribir y de disertar de ciertas personas, quienes, en pos de una pretendida igualdad y de lo políticamente correcto, se dedican a maltratar el lenguaje con innecesarias y ridículas redundancias.
Asistía semanas atrás quien les escribe a unas conferencias en las que destacados ponentes apuntaban ideas y estrategias para intentar erradicar la violencia machista de nuestra sociedad, exponiendo experiencias de éste y de otros países, todas ellas encaminadas a resolver este grave problema. En una de las mesas redondas, participaba una señora que fue presentada como abogada feminista, y quien, en diversas ocasiones, instaba a los presentes a revisar su lenguaje para evitar que éste fuese sexista. Así, recordaba la necesidad de referirnos a “compañeros y compañeras” en vez de “compañeros” solamente, cuando nos refiramos a ellas y a ellos, llegando a insinuar que también un lenguaje sexista era un modo de agresión. Les confieso que, al escuchar tamaña sandez, un servidor llegó a girarse, buscando algún gesto de desaprobación entre el público, no encontrando más que caras de asentimiento, como aquel que dice “tienes más razón que un santo”. Por aquello de no dar la nota, este columnista se mojó en el café descafeinado las ganas de levantarse dedo en alto y soltar lo de “pues yo no estoy de acuerdo”, pero se fue de allí dándole vueltas al tema en la cabeza.
Días después, cae en mis manos un dossier de “Técnicas de expresión escrita” de unos cursos llevados a cabo en una universidad de verano. Con curiosidad, hojeo el cartapacio y observo páginas sobre el uso excesivo del gerundio y la recomendación de sustituirlo, en lo posible, por tiempos verbales compuestos; recordatorios sobre la correcta utilización de la puntuación, alentando –disculpen el gerundio- a un empleo más frecuente del punto y coma y, finalmente, un capítulo dedicado al género, en el que el autor señala la conveniencia de no generalizar, valga la redundancia, con los géneros en aquellos casos en los que, tradicionalmente, se han empleado vocablos masculinos para definir colectivos de ambos sexos. Así, debiéramos escribir “padres y madres” y no sólo “padres”, cuando nos refiriésemos a unos y a otras. Un servidor, que respeta y ama los libros – e incluso los cartapacios de apuntes de cursos de universidades de verano- no pisoteó el libro y le lanzó un escupitajo, aunque les confieso que no le faltaron ganas.
A estas alturas, ya conocerán mis queridos reincidentes –que además saben sobradamente que cuando así les defino me refiero a mis reincidentes varones y a mis reincidentes mujeres- de qué pie cojea un servidor, y que numerosas ocasiones ha criticado la misoginia y la desigualdad como el que más, pero esto es ya de ser más papistas que el Papa, y que le pidan a un servidor que escriba “mis queridos y queridas reincidentes”, o que cuando diserte, por poner un ejemplo, sobre la educación que han de recibir los niños por parte de sus padres, haya de redactar “por parte de sus padres y de sus madres” me parece, hablando en plata, una gilipollez.
Porque no se puede ser ni tan corto, ni tan estrecho de entendederas como para no captar, ni que sea por el contexto, cuando uno se está refiriendo a uno o a los dos géneros. Que si este que les escribe habla de sus queridos reincidentes, no es necesario haber obtenido un Máster en Lingüística para comprender que de ese grupo no se está excluyendo a lectora alguna y que, todos y todas los que tienen la insana costumbre de leer mis columnas, son reincidentes de un servidor por igual, y que quien busque en eso una agresión machista o un lenguaje sexista hay para decirle que tal actitud no es más que -disculpen la ordinariez- una tocada de huevos. O de huevas, como ustedes prefieran.
http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/
miércoles, diciembre 10, 2008
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