15-XII-2008
Maquillando una debacle histórica
Que el Estado se invente por diversos subterfugios la cuantía de trabajadores en activo y de afiliados a la Seguridad Social, no consigue ni que los parados encuentren un empleo ni que el sistema de pensiones se vuelva más sostenible.
Cuando un Gobierno que se reputa "obrero" ha estado negando por activa y por pasiva una crisis que, en España, tiene una de sus manifestaciones más visibles y dramáticas en la destrucción acelerada de empleo, cabe esperar que reaccione de alguna manera para evitar el descontente ciudadano. La respuesta responsable sería, obviamente, buscar la causa última del paro y tratar de atajarla.
Al fin y al cabo, nuestro país tiene la tasa de desempleo más elevada de la OCDE no porque la crisis haya tenido una incidencia mucho más pronunciada que en otras sociedades, sino porque padecemos uno de los mercados laborales más regulados y rígidos del mundo. Dado que las empresas que atraviesan dificultades no pueden, por prohibición legal, reorganizar a sus empleados para ajustarse a las nuevas condiciones económicas, la única vía que tienen para sobrevivir es despedir a una parte de la plantilla.
El Gobierno podría aliviar esta lamentable situación a través de una liberalización del mercado laboral, pero esto atentaría contra su demagógico discurso "pro-derechos sociales". Así, bloqueada la vía responsable, la única alternativa que le quedaba era simple y llanamente ocultar la destrucción de empleo.
Desde Stalin sabemos que un millón de muertes son tan sólo una estadística; es decir, a través de la manipulación de los datos que proporcionan los organismos públicos, el Gobierno puede borrar de un plumazo las consecuencias de la crisis económica. Si el paro no aparece reflejado en el INEM o en la Seguridad Social, sencillamente no existe.
Es probable que los funcionarios del Ministerio de Trabajo tuvieran este esquema de pensamiento cuando creyeron que podían eliminar la brutal destrucción de empleo en España maquillando las estadísticas oficiales. Tal y como revelamos en exclusiva, el Gobierno pretende inflar las cifras de afiliación a la Seguridad Social incluyendo como supuestos cotizantes a escolares por debajo de la edad legal para trabajar.
Las excusas que ha tratado de alegar la Administración para tan irregular comportamiento (esencialmente, el seguro escolar), no deberían hacernos olvidar que el problema de fondo no es si los organismos públicos reconocen la presencia de más o menos parados, sino si esos parados existen con independencia de la publicidad oficial que se les dé.
Que el Estado se invente por diversos subterfugios la cuantía de trabajadores en activo y de afiliados a la Seguridad Social, no consigue ni que los parados encuentren un empleo ni que el sistema de pensiones se vuelva más sostenible. Más bien, nos traslada a una situación donde la divergencia entre la realidad y las estadísticas se ensancha; como en la Unión Soviética, se producirán millones de zapatos cada año, pero todos los ciudadanos caminarán descalzos.
Por si la voluntad desinformadora del Ejecutivo no había quedado suficientemente acredita en muy diversos ámbitos (desde la lucha antiterrorista a la política internacional), a partir de ahora será necesario aplicar un correctivo de gravedad a los malos datos que sigan llegando sobre la coyuntura. No por la magnitud estadística de esta manipulación, sino por la predisposición ideológica a la mentira que pone de relieve.
Pero también por ello, la ciudadanía no debería permanecer anestesiada ante un Gobierno que ha convertido la manipulación en su principal activo electoral: una de las reformas imprescindible para recuperar la senda de crecimiento y de prosperidad es la laboral. El Ejecutivo no puede retrasarla más, aun cuando eche por tierra el discurso socialdemócrata y antiliberal del que sobrevivía y por mucho que sus organismos oficiales estén blanqueando un desplome económico de magnitudes históricas.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/maquillando-una-debacle-historica-46880/
domingo, diciembre 14, 2008
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