miércoles, diciembre 10, 2008

Carlos Luis Rodriguez, Caciques de exportacion

CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo

Caciques de exportación

Podríamos remontarnos a la lejana fecha de 1555 para encontrar un antecedente claro de lo que está ocurriendo con el voto emigrante. Por aquél entonces había pocos gallegos que fueran residentes ausentes, y no se votaba, pero las guerras de religión obligaron a establecer un principio de futuras consecuencias para la galleguidad, que quedó resumido en una frase latina: "cuius regio, eius religio".

Venía a significar que la confesión adoptada por el príncipe, determinaba la de todos sus súbditos. La gente a la que tocaba vivir bajo un soberano convertido al protestantismo pasaba automáticamente a ser protestante, y lo mismo ocurría con los católicos. Las almas se acarreaban de un lado para otro sin que tuvieran posibilidad de autodeterminarse, las pobres.

Los expertos han constatado la curiosa circunstancia de que el electorado mayoritario de la Galicia extraterritorial , cae del lado del poder. "Cuius regio, eius sufragio". No es un voto del todo cautivo, pero sí sometido a una libertad condicional. El sistema de votación (poco libre, nada directo, dudosamente secreto) y la dependencia de los regalos asistenciales hace que estemos ante una reedición de ese antiguo acuerdo, suscrito al poco de descubrirse América.

Es otro de los asuntos que no se han visto afectados por el cambio. Lo dicho por el conselleiro Ricardo Varela en su gira recolectora por la diáspora parece una psicofonía de Fraga. También don Manuel y sus ministros de asuntos exteriores nos decían que cualquier propuesta para hacer más limpio el voto del más allá significaba despreciar a los emigrantes y reflejaba el miedo a perder. O don Ricardo es fraguista, o el fraguismo era un socialismo anticipado.

El caso es que ni la izquierda ni la derecha quieren soltar el apetitoso bocado. El cambio de guardia en el poder lleva aparejada la transmisión de muchas papeletas. Bush le pasará a Obama el maletín nuclear; aunque Galicia sea una potencia, el principal arsenal que aquí se transfiere es la emigración, la misma que aporta veintiséis censados por día, según informaban ayer los hermanos de Galicia Hoxe. A este ritmo, en un futuro inmediato, la noticia no será que Touriño o F­eijóo se vayan a hacer campaña a Buenos Aires, sino que hagan una escapada y vengan a hacerla aquí.

Es lógico que se atasquen los intentos de reformar la ley electoral. Cambian los d­esatascadores, que antes eran socialistas y ahora populares, pero el resultado es el mismo. La emigración es una mina, un yacimiento que requiere maquinaria de promesas, talones, agentes con licencia para comprar y embajadas que apacienten el rebaño. Los fariseos que se sulfuran al oír esto, sólo están defendiendo la aplicación de ese viejo principio que permitía captar almas, sin darles ninguna libertad.

El mecanismo ya está teniendo una consecuencia perversa: criticarlo entra en lo políticamente incorrecto. Incluso el nacionalismo, a pesar de su inocencia en el asunto, se muestra cauteloso ante el despilfarro de dádivas que se está haciendo por América adelante, y mira hacia otro lado cuando el PSOE boicotea la reforma.

El cacique, el caciquismo, el voto condicionado, forman parte de una Galicia que quedó atrás para ser sustituida por un país moderno. Pero es eso precisamente lo que estamos exportando allá cuando se acercan las elecciones. Nuestros cacharros se jubilan, pero su espíritu se dispersa por el Nuevo Mundo, que a estos efectos resulta ser el Viejo, tanto como el "cuius regio".

http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/caciques-exportacion/idEdicion-2008-12-10/idNoticia-374099/

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