jueves, diciembre 11, 2008

Ferrand, La confusion global

La confusión global

M. MARTÍN FERRAND

Jueves, 11-12-08
MIENTRAS la televisión, enzarzada en la guerra de las audiencias, tiende, en todo el mundo, a rebajar la calidad de sus programas de entretenimiento y a disminuir la seriedad y el rigor de sus espacios informativos, la prensa tradicional -la impresa- vende menos ejemplares cada día. Es otra de las muchas crisis que nos sacuden y un síntoma más del fracaso de un modelo de crecimiento que le ha dado prioridad absoluta a lo económico y protagonismo excesivo al Estado mientras se han ido postergando al desván de los recuerdos valores antes fundamentales -la ética, la libertad, la información, la cultura- y hoy venidos a menos.
La bancarrota de las veinte estaciones de televisión y de los doce diarios que, en los EE.UU. tienen como buques insignia el Chicago Tribune y Los Ángeles Times no es, únicamente, una mala noticia económica. El edificio neogótico en que sienta sus reales el gran diario de la ciudad de Barack Obama ha sido, durante siglo y medio, un faro de libertad que ha trascendido las fronteras norteamericanas. El eje Nueva York-Chicago-Los Ángeles es el que marca, en los tres medios informativos clásicos, y en el Internet, la línea evolutiva que conduce al pleno desarrollo del periodismo. Algo que ahora decae por problemas que van más allá de lo económico y cuya solución parece reclamar una especialización en el capital de los medios y la recuperación y puesta en valor de los directores y sus estados mayores.
Si el periodismo tradicional es, como lo definen los hermanos Goncourt, «unos céntimos de Historia envueltos en un cucurucho de papel» hay ahora que ampliar su significado. En una sociedad que entiende mal lo que le pasa parece inevitable alargar la dimensión nexionista entre los acontecimientos, su descripción y valoración. Todo tiende a tener que ver con todo y es más que probable que situaciones como la que en los últimos días zarandea Grecia -el resurgir del anarquismo clásico y sañudo- se relacione e interactúe con la crisis de la información y la cultura y estén en la base de la mala situación económica global. No al revés.
Lo que se desmorona ante nuestros ojos no son unas cuantas instituciones financieras, unas fábricas de automóviles, unas constructoras o unos potentes grupos editores. Lo que se viene abajo, por desatención a la enseñanza y desprecio al conocimiento y la experiencia, es un modo de entender la vida. Cuando cayó el Muro de Berlín preguntó Baura: «Y ahora, ¿cómo nos las vamos a apañar sin un enemigo fehaciente? Malamente. A falta de valores morales, un peligro comúnmente reconocido como tal hace el papel de un reglamento, de una norma de prudencia y conducta. Sin valores y sin enemigo entramos en la confusión. El hecho de que el fenómeno sea global convierte en absurdo pedir socorro.

http://www.abc.es/20081211/opinion-firmas/confusion-global-20081211.html

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