miércoles, diciembre 03, 2008

Carlos Luis Rodriguez, El Zar con los Principes

CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo

El Zar con los Príncipes

Antes de que llegara con la crisis el ocaso de los gurús de la economía, ya se había producido un anticipo en Zara. Porque ningún experto predijo su nacimiento, ninguna escuela de negocios imaginó que algo así fuese posible, y ningún economista teórico asistió al parto. La criatura se concibió de forma artesanal, demostrando que la economía de verdad tiene mucho de arte y muchísimo de intuición.

Lo que deja perplejo a los estudiosos del fenómeno es la ausencia de grandes teorías en su génesis. Quizá si las hubiera habido, Zara sería uno de tantos proyectos frustrados que se quedan por el camino. Si su destino es otro, se debe a que el inspirador está imbuido de una doctrina callejera, no adulterada por ideas de libro.

En esa aula en la que Ortega se codea con gente corriente, aprende el futuro zar que los viejos dogmas sobre la incapacidad galaica para crear empresarios, son mentira, igual que la creencia en que el país quedaría industrialmente huérfano sin una empresa pública que hiciera de nodriza. Había que ser un visionario para divisar eso en una Galicia con un pie en el subdesarrollo y otro en el pesimismo atávico.

Antes del We Can de Barack Obama, hay otro Podemos de Ortega. Tiene más mérito el orteguiano porque el nuevo presidente americano opera en una sociedad predispuesta al cambio, mientras que nuestro hombre lo hace en otra económicamente resignada al No Podemos. El gallego ve crecer delante de sus narices un fenómeno sin precedentes, asombrado de que sean gallegos como él todos sus artífices.

Ortega le pone ante sí un espejo muy diferente a aquel donde solía mirarse, lo cual hace de la aventura algo que trasciende lo económico, para adentrarse incluso en la psicología. El zarismo es autoestima para un pueblo falto de iconos triunfantes. Y a ese aporte de optimismo vitamínico contribuye la personalidad del zar, discreta, reservada, celosa de su intimidad, visible en las imágenes de la visita principesca.

Se nota que no está en su salsa. Es como si acabara de salir del taller o de la mesa de diseño, sin corbata, con la chaqueta puesta de prisa, y deseara regresar cuanto antes a lo suyo. No pertenece al mundo de esa economía ahora en declive donde todo es apariencia y simulación. Si buscamos detrás de estos ídolos que están cayendo, encontramos un decorado sostenido por influencias políticas y frágiles apoyos financieros.

En la trastienda de Inditex hay un hormiguero sin oropeles. Ahora que los pavos reales pliegan sus alas, el modelo zarista vuelve a ser el ejemplo. Produce cosas reales para gente real. Se asienta sobre una masa ingente de clientes de todo el mundo, unidos por una moda democrática. Pero el laboratorio en el que se combinan los elementos de la poción mágica, está en Galicia, y los alquimistas son gallegos.

Aparte de esos G-veintipico que agrupan a los presidentes de las principales potencias, la crisis precisa de otras cumbres más prosaicas donde se de cita gente como Ortega. Arteixo mismo podría ser el lugar adecuado. Por el momento se reúnen y elaboran planes de futuro los que se han equivocado por acción u omisión. Convendría que los que inspiraron proyectos acertados, aportaran su visión de las cosas.

De momento, los Príncipes de España han ido a ver a un Zar mundial. Viéndoles juntos en medio del reino de Ortega, a uno se le ocurre que son diferentes en muchas cosas menos en una. Tienen un problema común que se llama sucesión.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1087&idNoticiaOpinion=372047

No hay comentarios: