Fomento, todavía peor
Miércoles, 17-12-08
COMO era fácil suponer, las explicaciones de la ministra de Fomento en el Congreso de los Diputados han sido muy poco convincentes. Magdalena Álvarez se empeñó ayer en restar importancia al hundimiento del túnel del AVE a la altura de Aranjuez y rechazó de plano las críticas por el bloqueo durante veintidós horas de la AP-66 entre León y Asturias. Según su táctica habitual de echar la culpa a la oposición, la titular de Fomento acusó al PP ante la comisión competente de la Cámara de «buscar desesperadamente otro Prestige para atacar al Gobierno». Por supuesto, ni una sola autocrítica ni la más mínima asunción de responsabilidades, porque la prepotencia y la huida hacia adelante son las señas de identidad de su manera tan peculiar de practicar la política democrática. En el colmo del desparpajo, después de asegurar que el AVE a Valencia no se va a retrasar, la ministra afirmó con toda naturalidad que «si se tuviera que retrasar, no pasa nada». Cuando se asume la responsabilidad de un departamento que gestiona infraestructuras de alto nivel y elevado coste económico, no se pueden decir simplezas, ni lanzar ocurrencias para salir del paso. La seguridad de los usuarios y el dinero de los contribuyentes no admiten frivolidades, ni incoherencias. Afirmar que si hay un retraso «no pasa nada» descalifica a cualquier político para dirigir precisamente el Ministerio de Fomento, sin olvidar que tal vez le ha traicionado el subconsciente partidista porque -casualmente- se trata de la conexión ferroviaria entre Madrid y Valencia, dos comunidades emblemáticas para el PP.
Sin embargo, lo peor de todo han sido las insinuaciones sobre el supuesto deseo de «algunos» de que se hubieran producido desgracias personales. Es por completo inaceptable que un miembro del Gobierno acuse a la oposición, en términos perfectamente inteligibles, de desear que se produzca una catástrofe con tal de sacar ventaja en la lucha política. La democracia obliga a respetar al adversario y aceptar las críticas como parte sustancial del control al Ejecutivo. Rodríguez Zapatero se ha buscado un problema a sí mismo al mantener a Magdalena Álvarez al frente de Fomento, un departamento que supera de largo la escasa talla política de una dirigente que se siente más cómoda en el ámbito del histrionismo y la desmesura que en el rigor y la eficacia al servicio del interés general. Sean cuales sean los compromisos en el seno del PSOE que atan al presidente del Gobierno, la comparecencia de ayer es la prueba definitiva de que la ex consejera de la Junta de Andalucía no está en condiciones de seguir ni un día más en su puesto actual. A este paso, las reprobaciones de la anterior legislatura -en el Senado y en el Parlamento catalán- se quedarán en nada ante los conflictos que Magdalena Álvarez es capaz de provocar con los adversarios, pero también con los propios compañeros de partido.
No hay que confundir la contundencia dialéctica con el insulto ni con la atribución a los demás de intenciones perversas que suponen una ofensa inaceptable para la dignidad de la función parlamentaria. El prestigio de la clase política ha quedado en entredicho después de varios casos llamativos de dirigentes lenguaraces. Sólo faltaba que Magdalena Álvarez se apuntara al proceso de descalificación de todos los que no comparten su insólita manera de hacer política, mezcla de arrogancia en las formas e ineficacia en los contenidos. No es tolerable que personajes de este tipo dañen la legitimidad del sistema democrático con la pretensión de que todo el mundo calle ante sus desplantes y que nadie les pida cuentas de su gestión desastrosa. Ahí están las fotos del túnel hundido y los testimonios de los conductores atrapados en la autopista como prueba irrefutable del fracaso de una pésima gestión. Para colmo ahí está también el Diario de Sesiones que recoge -una vez más- la incontinencia verbal de una ministra que merece ser destituida de inmediato.
http://www.abc.es/20081217/opinion-confidencial/fomento-todavia-peor-20081217.html
martes, diciembre 16, 2008
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