martes, diciembre 09, 2008

Felix Arbolí, La partida de Tute

martes 9 de diciembre de 2008
La partida de Tute

Félix Arbolí

S I sorprendente e impactante ha sido la noticia del asesinato por los disparos de ETA, del empresario vasco don Ignacio Uría, me ha sorprendido aún más la publicación de una foto en el diario “El Mundo”, donde se ve a cuatro individuos jugando una partida de Tute y mirando con caras nada amistosas a la cámara. La foto en sí, no tiene nada especial si se mira de pasada, en la distancia o con indiferencia, elijan ustedes. El título tampoco aclara mucho “ … pero la partida continúa”. Es la lectura de la entradilla y el texto del pié de foto, lo que nos deja deprimidos, asombrados y tristes.

Se refiere como habrán podido suponer a los compañeros de partida del empresario muerto por las balas de un pistolero o dos, que no se sabe todavía, aunque tampoco importa el número, sino la inhumanidad de la que hicieron galas, y nos aclara el comentario del periódico, tan sorprendido como nosotros, “sus compañeros de tute se reunieron como todos los días en la misma mesa con la única diferencia de que otro ocupó el lugar del asesinado”. Así se escueto y sencillo. ¿Para que más, si solo con la foto hubiera sido bastante?.

No me explico, Dios perdone mi lentitud de reflejos, ¿cómo los compañeros del reciente e inesperado asesinado, pudieron sentarse a la misma hora en la misma mesa e invitar a un nuevo compañero que ocupara la silla vacía para iniciar el juego cotidiano, como si la ausencia del ¿amigo?, se debiera a un simple catarro?..¿Quién fue capaz de ocupar esa silla que esperaba a su ocupante habitual, asesinado en ese mismo instante por unos terroristas?. Yo me sentiría incómodo en ese asiento, me dolerían los huesos y se me helaría la sangre pensando en el motivo de mi participación en esa partida, recordando al amigo, compañero o simple parroquiano que lo ocupaba todos los días y que yacía en esos instantes aún en el suelo, sobre un charco de sangre, mientras médico y sanitarios intentaban rescatarlo a la vida.

Disculpen mi sinceridad, pero no acierto a explicarme, ¿cómo puede existir tanta indiferencia, frialdad, insolidaridad y carencia de escrúpulos tan espantosa?. Sí, porque a mí la vista de esta foto me ha producido hasta escalofríos, aunque no haya tenido relación alguna con los protagonistas, el muerto y los supervivientes, y no se en estos instantes cuando escribo quienes son más detestables si los que apretaron el gatillo que no le conocían de nada, -asesinos fanatizados o mercenarios a sueldo-, o los que todas las tardes pasaban juntos la sobremesa en una agradable partida de cartas, donde las bromas, las risas y los comentarios jocosos serían inevitables y frecuentes y no había tenido ni el mínimo detalle de suspender el juego y recordar al amigo muerto de forma más recogida y sensible. Este día sería un tute donde no mandarían oros, a lo sumo copas y en mayor proporción las espadas. De verdad, no sé si estaré equivocado y seré un individuo algo fuera de lo habitual para pensar y opinar de esta forma, pero me niego a creer que lo que me extraña y critico no sea verdaderamente correcto.

. No puedo imaginarme que haya un ser humano capaz de no sentir el dolor, la soledad, la tristeza y la amargura ante la muerte del amigo o incluso del simple compañero de juego tan vilmente asesinado en esos mismos momentos, a escasos doscientos metros, mientras que ellos ajenos al drama que vivía España entera iniciaban su habitual partida como si nada hubiera pasado. Si, hubo una salvedad, el que invitaran a un cliente o parroquiano a ocupar esa silla vacía para sustituir al que ya no podría acompañarles porque en ese preciso instante yacía sobre el asfalto luchando desesperadamente con la muerte, que fue la única que ganó esa partida. Mandarían bastos sobre la mesa cuya madera estoy seguro crujiría y se resentiría ante la diferencia de su ocupante habitual. Porque a veces hay más sensibilidad en los elementos que en las personas y una silla es posible que sea capaz de resentirse al cambio de ocupante, aunque no lo noten los humanos.

Deseo de corazón el descanso y la paz eterna para el infortunado Uría, mis sinceras y sentidas condolencias y solidaridad hacia su familia y un triste y dolorido recuerdo para ese local y las personas que en él se encontraban en ese trágico momento, por no tener la delicadeza, la humanidad y el respeto de cerrar sus puertas esa tarde y elevar una oración por el amigo y parroquiano muerto.


http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1855

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