lunes, diciembre 08, 2008

Carlos Luis Rodriguez, Tardá se corona

martes 9 de diciembre de 2008
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo

Tardà se corona

Quienes están reproduciendo la arenga de Tardà se arriesgan a una denuncia de la SGAE. Hay que pagar un canon por utilizar las creaciones de los artistas, y este diputado es un comediante dedicado al monólogo, cuyo grito de guerra será pronto un rap, un politono del móvil, o la leyenda serigrafiada de una camiseta.

¿A qué esperan los sabuesos del lobby artístico para abandonar las bodas sospechosas y estar atentos a la inminente tardàmanía? El republicano es uno de los suyos, aunque lleve acta de diputado para protegerse. Es uno de tantos políticos que se pasan a los escenarios porque ya tienen poco que decir para la gobernación del país. Una vez instalados, recurren a la artimaña de cualquier cantante primerizo.

La provocación. La chica del concurso sale en Interviú mostrando sus cuerdas vocales, el actor decadente confiesa su atracción erótica por los dromedarios, el escritor con la pluma arriada organiza un escándalo público para llamar esa atención que no logran sus libros. Tardà hace lo mismo. Se agarra al Borbón como el beodo a una farola, para mantenerse en pie.

¿Quién era Tardà? Hasta el momento, uno de esos republicanos circenses de Cataluña, que compiten entre sí para saber cuál de ellos es más bruto. Su anonimato era tan patético como la prima de la amiga de la asistenta de la famosa, que acude al programa con indicios comprometedores. A partir de ahora, este señor, que comparte militancia entre la ERC y la SGAE, tendrá sus días de fama gracias a haber hecho de Dantón en un día de resaca.

No es difícil imaginar su camerino lleno de notas agradecidas. Espero verte pronto en Palacio para darte las gracias personalmente. Juan Carlos. Ocupas en mi corazón el lugar que dejó esa cotilla de Pilar Urbano. Sofía. Sigue así porque es el mejor camino para asegurar la dinastía. Felipe. Todos los monárquicos debieran poner a Tardà en su pedestal porque desde Tejero, nadie había hecho tanto por la Corona.

La Monarquía se gana el aprecio de la gente por su papel tantas veces reiterado, pero también por la calidad de sus enemigos. No abunda el republicano serio, ni el independentista correcto sin palabras de nueve milímetros. El antimonarquismo que se manifiesta habitualmente forma parte del lumpen de la política y por ello es una ayuda inestimable para Zarzuela.

Tardà añade méritos a la Corona y ejerce de Borbón sin saberlo, al recuperar la boutade más conocida del Rey Sol, el que decía que el Estado era él. Y los de Esquerra creen ser Cataluña. Hablan en nombre de la de hoy, de la de mañana y de la de hace siglos, como si fuesen una familia real que recibe sin interrupción el alma patria.

El problema no es que Cataluña sea una nación, sino que haya una casta que crea ser la única dinastía con derecho a interpretar sus sentimientos. La nación que encarnaba el Miquel Roca i Junyent felizmente recuperado estos días para los fastos constitucionales apetece ser vivida; la que predica este león de la Metro en su parodia teatral es una atroz pesadilla.

Estamos ante la actuación de un político convertido a las artes escénicas por pura necesidad. Como no lo quieren los electores, busca su público entre chavales a los que se puede engatusar con cuatro alaridos. Es un botellón ideológico, cuya resaca no pagará el que llevó la bebida, que ahora dice que no fue. La SGAE tiene en Tardà una mina de copyright, así que dejen de aplicar el canon al Vivan los Novios

http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/tarda-corona/idEdicion-2008-12-09/idNoticia-373726/

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