jueves 18 de diciembre de 2008
CIENCIA Y FE
El año de Mendel
Por Alfonso V. Carrascosa
Un hecho providencial que parece especialmente diseñado como antídoto a la oleada de laicismo que impera en España –y, por qué no decirlo, en la incultura del católico medio español– es lo que ha organizado la Universidad Católica de Villanova, en Pensilvania, iniciado en el reciente otoño: el Año de Mendel.
Un hecho providencial que parece especialmente diseñado como antídoto a la oleada de laicismo que impera en España –y, por qué no decirlo, en la incultura del católico medio español– es lo que ha organizado la Universidad Católica de Villanova, en Pensilvania, iniciado en el reciente otoño: el Año de Mendel. El motivo, la celebración del 80 aniversario de la concesión de la Medalla de Mendel y el echo de ser el Año de Darwin, previendo la oleada atea y laicista que se cernía sobre el diálogo entre ciencia y fe. Dicha universidad concede la mencionada medalla desde 1928, habiéndosele dado en 2008 al Reverendo George Coney, S.J., doctor y astrónomo del Observatorio Vaticano, el más antiguo que existe en la actualidad, probablemente como antesala al Año de la Astronomía en 2009. Con el propósito de demostrar con hechos concretos que ciencia y fe son compatibles, al tiempo que se pone en evidencia que la Iglesia Católica ha promovido con intensidad el desarrollo científico, se pretende dar a conocer la figura del padre de la genética moderna, Gregorio Mendel (1822-1884) que, por si no se sabe, era un monje de la Orden de San Agustín, un agustino, como los del monasterio de El Escorial.
Abad del monasterio de Brno, en la República Checa, y con una buena preparación en ciencias naturales y físico-matemáticas, desveló las famosas leyes de herencia biológica que llevan su nombre, introdujo de forma magistral las matemáticas en la biología y se convirtió en el padre de la boestadística. Entre 1857 y 1868, en el jardín de su convento, hizo experimentos con las plantas de Pisum sativum, de guisante, publicando los resultados en 1866 y 1868, resultados que pasaron completamente desapercibidos, lo que demuestra que nunca persiguió la gloria, que le llegó cuando sus estudios fueron descubiertos.
Experimentos en hibridación de plantas, como se titula uno de sus trabajos, fue presentado en un encuentro de la Sociedad de Historia Natural de Brno en las sesiones de 8 de febrero y 8 de marzo de 1865. Mendel encargó copias de su estudio, que fue distribuido por Europa a expertos y librerías, pasando en principio bastante desapercibido.
Juan Ramón Lacadena, eminente genetista contemporáneo, comenta: "Sin duda alguna, el nombre de Mendel pertenece al patrimonio de la historia de la humanidad. El gran acierto de Mendel fue el de postular un modelo de herencia particulada, es decir, la existencia de unidades hereditarias. Algún biógrafo de Mendel ha calculado que entre 1856 y 1863 cultivó y analizó unas 13.000 plantas, lo cual implica haber observado unas 350.000 semillas". De sus observaciones dedujo la existencia de partículas materiales portadoras de los caracteres hereditarios, que precisamente se denominan en la actualidad genes. Unos quince años más tarde de sus conclusiones, se descubrían los cromosomas, que confirmaban lo que su intuición había postulado, dándose una vez más la circunstancia de que, tal y como dijo el premio Nobel Henry Bergson, la intuición es un modo de conocimiento superior a la razón.
Los botánicos Correns (Alemania) , Tchermak (Austria) y De Vries (Holanda) dieron en 1900 con los trabajos de Mendel y los presentaron como piedra angular en torno a la cual debería construirse la Genética como ciencia. Contemporáneo a otro famoso cristiano, Charles Darwin, es en la actualidad considerado como uno de los más brillantes científicos de todos los tiempos por el mismismo Mayr, experto en genética de poblaciones. Alguna vez se ha afirmado que su trabajo en biología tiene una trascendencia similar a la que tuvo en Física los estudios de otro también cristiano, por cierto, Isaac Newton.
Pero para que no quede la cosa en el pasado, como a muchos laicistas les gustaría, resulta que uno de los padres del genoma humano, Francis Collins, se convirtió en 1978 al cristianismo, leyendo el libro Mere Christianity (Mero cristianismo) de C. S. Lewis, que lo ayudó a convertirse. Collins explica que el argumento de Lewis, de que Dios es una posibilidad racional era algo "que no estaba preparado para oír. Estaba muy feliz con la idea de que Dios no existía y de que no tenía interés en mí. Y todavía al mismo tiempo, no podía alejarme".
Consejero del ex presidente Bill Clinton, trabaja 100 horas semanales (14 horas diarias, 7 días a la semana) y viaja en un mes lo que cualquier ciudadano medio de un país desarrollado viaja a lo largo de toda una vida. Francis Collins fue ateo hasta los 27 años, cuando siendo un joven médico le llamó la atención la fuerza de pacientes que en vez de quejarse a Dios, usaban su fe como fuente de fuerza y consuelo.
El científico considera que los milagros son una "posibilidad real" y descartó que la ciencia sirva para refutar la existencia de Dios debido a que está confinada al mundo "natural".
Director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano, reivindica que hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos llevan al hombre "más cerca de Dios". Su libro, El lenguaje de Dios, presenta como superado y zanjado desde la fe el antiguo debate sobre la relación entre religión y ciencia. "Una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es esta impresión que ha sido creada de que la Ciencia y la Religión tienen que estar en guerra". Para Collins, aclarar el genoma humano no creó un conflicto en su mente. En su lugar, le permitió "vislumbrar el trabajo de Dios". "Cuando das un gran paso adelante es un momento de regocijo científico porque tú has estado en esta búsqueda y parece que lo has encontrado", explica. "Pero es también un momento donde, al menos, siento cercanía con el Creador en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes, pero que Dios sí sabía desde siempre". "Cuando has tenido por primera vez delante de ti estos 3,1 billones de letras del "libro de instrucciones" que transmite todo tipo de información y todo tipo de misterios acerca de la humanidad, eres incapaz de contemplarlo página tras página sin sentirte sobrecogido. No puedo ayudar, sino admirar estas páginas y tener una vaga sensación de que eso me está proporcionando una visión de la mente de Dios", ha reconocido.
Un simple "curita", además de monje, al frente de dos disciplinas científicas, la genética y la bioestadística. Un científico candidato al Premio Nobel que, en la cumbre de su carrera, confiesa sin pudor que Dios existe y que negarlo es pasarse tres pueblos. Ciencia y religión, razón y fe, conviviendo en personas concretas. ¿No será que interesa a alguien decir lo contrario y por eso se miente tan frecuentemente al respecto?
http://iglesia.libertaddigital.com/el-ano-de-mendel-1276235965.html
miércoles, diciembre 17, 2008
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