miercoles 20 de febrero de 2008
Las agresiones no son anécRaquel Martín
A María San Gil, Rosa Díez y Dolors Nadal se les impide el uso de la palabra ni más ni menos que en tres universidades, en la de Santiago de Compostela, en la Complutense de Madrid y en la Pompeu Fabra de Barcelona. Un grupo de radicales exaltados, muy jóvenes todos ellos, les increparon y casi llegaron a producirse agresiones físicas. Todo en el plazo de una semana.
La primera en ser agredida fue la presidenta del PP vasco en Santiago. Se convirtió en la protagonista del día y punto. La noticia trascendió como si de una anécdota más de la precampaña electoral se tratara. Sí, esta vez el PSOE lo condenó, aunque el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, insinuara algo así como que el PP va buscando “bronca” por donde va, como si casi se lo tuviera merecido.
Y también lo condenó Zapatero. Ahora sí, porque todavía quedan muchos días de campaña y los sondeos están como están, pero hay que recordar, habría que hacerlo prácticamente cada día en esta contienda electoral, los ataques sufridos sin precedentes durante la jornada de reflexión de las pasadas elecciones generales del 2004 contra el PP en la calle Génova y en otras sedes de distintas ciudades. Todavía, cuatro años después, siguen sin condenarse por parte del PSOE y su máximo responsable, José Luis Rodríguez Zapatero. Nunca se condenaron aquellos brutales ataques antidemocráticos, no hubo ni la más mínima expresión de solidaridad por parte del Partido Socialista. Absolutamente nada. Ahora que ya hay verdad judicial en torno a los atentados del 11-M, habría mucho que decir en relación con la actitud del PSOE en las horas previas a las elecciones, cuando, lejos de intentar atajar cualquier agresión al PP, hubo llamamientos a apoyar aquellos actos vandálicos.
Primero San Gil y ahora Dolors Nadal y Rosa Díez. Las dos primeras representan al PP en dos comunidades autónomas donde el PP es muy minoritario en la sociedad, y la tercera a un nuevo partido considerado también minoritario de cara a las generales del próximo 9 de marzo. Si estas políticas, hoy por hoy, no tienen la posibilidad de cambiar los respectivos gobiernos autonómicos, es más, ni si quiera su poder y representación es lo suficientemente importante como para influir en ellos... ¿qué peligro pueden representar estas mujeres?, ¿por qué no se les deja hablar?, ¿qué encarnan?, ¿qué ha sacado de sus casillas a los extremistas gallegos, radicales de izquierda e independentistas catalanes para literalmente expulsarlas de los foros universitarios donde pretendían intervenir?, y... ¿cómo es posible que esto se produzca precisamente no en cualquier sitio, sino en tres universidades?
María San Gil, además de representar al PP, es una de las pocas personas en política con las que a la palabra libertad se le puede poner un rostro, unas manos, un tono de voz... sabiendo que presenció además el asesinato de su mejor amigo por ETA y saliendo, como al parecer ha salido, de un temible cáncer. A Rosa Díez también la conocemos por su lucha por la libertad en el País Vasco. Mucho menos conocemos a nivel nacional de la cabeza de lista por Barcelona. Desde hoy sabemos que a esta mujer de apariencia frágil se le ha impedido hablar en una universidad de su ciudad natal. Dolors Nadal lleva la tira de años trabajando desde su escaño en el Congreso por mejorar la calidad de vida de todos los barceloneses. Lleva años de diputada, quizá desde que llevaban pañales muchos de los jóvenes que ahora le han llamado fascista.
Lo peor que puede pasar ahora es que estos hechos pasen a calificarse como “anécdotas de color” de la campaña electoral 2008. Igual que cuando una simpatizante da a luz durante el mitin de su líder o resbala el candidato a presidente del Gobierno al visitar una fábrica de yogures. Peor está el silencio, es verdad. Pero la falta de miras, la insensibilidad ante esta pérdida de “democracia de andar por casa”, que un político no pueda hablar en una universidad porque unos bestias le gritan, nos tiene que hacer reflexionar a todos. Deben saltar las alarmas cuando el uso de la palabra expresada libremente está amenazado, sobre todo en pleno debate electoral. No es una curiosidad más y no estamos hablando de la excepcionalidad del terror que se vive en un pueblo abertzale del País Vasco, no. Ha sido en la Universidad de Santiago, en la Complutense de Madrid y en la Pompeu Fabra de Barcelona.
Además, la estrategia del PSOE de minimizar lo acontecido es errónea, como también se equivoca el PP al responsabilizar directamente al Gobierno de las agresiones. Los responsables son únicamente los que gritaron y empujaron a María San Gil, Rosa Díez y Dolors Nadal. Y nos equivocamos todos, PP y PSOE incluidos, si al adversario político, al que piensa diferente, al que vota distinto que nosotros, le convertimos en enemigo a batir, al que negar prácticamente su derecho a existir. Con este tipo de agresiones no nos damos cuenta pero perdemos todos, pierde nuestra calidad democrática y pierde nuestra normal convivencia entre españoles, guiada hasta ahora en el respeto al pensamiento diferente. Espero que no nos acostumbremos.
dotas electorales
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miércoles, febrero 20, 2008
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