jueves 28 de febrero de 2008
Más poder para el Pueblo
Ernesto Ladrón de Guevara
R ÍOS de tinta se están vertiendo para comentar el último debate entre Rajoy y Zapatero. Los medios de comunicación controlados por el partido en el Gobierno tratan de convencernos de que Zapatero ganó ampliamente, y para ello utilizan múltiples encuestas de opinión de cuya técnica de manipulación sabemos ya demasiado. ¿Cuántas veces se han equivocado en los pronósticos?
Pero es una evidencia constatable la de que Rajoy estuvo superior, que puso contra las cuerdas a Zapatero y que vimos a un candidato del Partido Socialista abrumado, desencajado, con las mandíbulas comprimidas como expresión de una tensión difícilmente contenible. Rajoy noqueó a Zapatero con sus mejores argumentos, aquellas razones que durante cuatro años muchos hemos ido desgranando con desesperación, porque nos parecía que el País iba mal, que había demasiado histrionismo y despropósito en las ocurrencias de Zapatero, llevándonos a todos los españoles a una deriva que da vértigo.
Por tanto no voy a emplear más tiempo ni palabras en sacar conclusiones de ese debate que por obvio no merece comentarios: Zapatero carece de argumentos sólidos y Rajoy se presenta como una alternativa fiable.
Voy a continuar con la denuncia de las situaciones cotidianas que nos muestran una democracia degradada, con claros visos de tendencias totalitarias.
Caso concreto: en Vitoria (antes tierra libre) un grupo de padres denuncian ante la fiscalía las presiones que se realizan a sus hijos para que hablen en euskera.
Dichos padres manifiestan, que sin contar con su autorización, se obliga a firmar a sus hijos, menores de edad, un compromiso para que hablen en euskera fuera de las aulas, vulnerando un principio clave de los derechos humanos cual es la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la libertad ideológica. Principio vulnerado en grado máximo teniendo en cuenta de que estamos hablando de personas vulnerables, manipulables, cuyas voluntades están tuteladas por los únicos que tienen autoridad y legitimidad para orientar sus conciencias como son sus padres.
Hace un tiempo las autoridades gubernativas nacionalistas están muy preocupadas porque el uso del euskera en la calle es residual, insignificante, y que apenas ha avanzado durante estos treinta años de ejercicio autonómico. Para ello diseñaron una campaña con una figura alegórica que representa a un virus con el lema “contágiate”, y, al comienzo, incluso, esgrimieron un eslogan que luego retiraron, con la frase ridícula: “para ser buena persona hay que saber euskera”.
Es evidente que los miles de millones de las antiguas pesetas que suman decenas de ceros en cifras de guarismos que producen vértigo, gastados en estos treinta últimos años, han servido para poco a efectos prácticos, pues la gente tiende a hablar en la lengua materna. ¡Qué le vamos a hacer! Pura ley de la naturaleza.
Por ello han decidido lanzarse al ataque. Han primado económicamente a los centros educativos privados que se apuntan a los programas de “incentivación” del uso del euskera en los momentos circum y extraescolares, y de esa guisa, algunos centros que miran más los rendimientos económicos de su cuenta de resultados que una buena práctica educativa, que tiene como fin y objeto el escrupuloso respeto a los derechos de niños y padres, han optado por lo más crematístico. Y en este caso lo económicamente rentable es ser buenos chicos y seguir las consignas de quien tiene mando en plaza.
Son nuevas formas de fascismo edulcorado, bajo un manto de seda que simula democracia. Mera apariencia
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4470
jueves, febrero 28, 2008
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