miércoles, febrero 27, 2008

German Yanke, Y, ahora, otro debate

miercoles 27 de febrero de 2008
Y, ahora, otro debate

Germán Yanke
Mientras en el PP estaban de fiesta en la sede central del partido, el presidente Rodríguez Zapatero había vuelto al Palacio de la Moncloa y, en Ferraz, permanecía un grupo de dirigentes y asesores analizando lo ocurrido con un aire más mustio que el resultado de las encuestas que se iban conociendo. En prácticamente la totalidad de las que se dieron a conocer la noche del lunes el vencedor del debate, para los encuestados, fue el presidente del Gobierno. En algunos casos por escaso margen, pero siempre por delante. Tienen razón los que han apuntado que los votantes de Izquierda Unida o de los partidos nacionalistas que han sido socios del PSOE esta legislatura seguramente se inclinan por el candidato socialista, lo que tiene un sentido político pero nubla la valoración neutra de los espectadores. Pero lo que sin duda se trataba en la reunión de urgencia del PSOE era otra cosa.
Es dudoso el efecto electoral directo del resultado del debate. En los programas que el lunes dieron voz a sus oyentes o espectadores para que lo valoraran llamaba la atención que la inmensa mayoría no lo hacían refiriéndose a lo que había ocurrido en el plató improvisado en el Palacio de Congresos, sino en argumentos precedentes. Rajoy había ganado, decían sus partidarios, porque la legislatura de Rodríguez Zapatero había sido una locura. El presidente lo había hecho, seguían los suyos, porque el PP se había dedicado estos cuatro años a insultar por no reconocer los resultados de las elecciones del 2004. Etcétera. Así que, seguramente, los fieles de uno y otro bando se sintieron reconfortados y reafirmados en sus opciones y no parece que los dudosos hayan tomado el debate como el gran argumento para decidir su voto. La coincidencia de las encuestas de valoración con los sondeos de intención de voto parece confirmar esta hipótesis.

Pero el debate tiene un efecto derivado y éste juega a favor del PP. Rajoy ha reforzado su liderazgo en sectores populares más escépticos o más recalcitrantes, en los que gustó su contundencia más que su tranquilidad. Y, además, resulta poco dudoso que, a un lado las encuestas, los populares quedaron más contentos —de fiesta— que los socialistas —de reflexión—. Es una cuestión psicológica, pero importante, sobre todo si la oposición es capaz de mantener la iniciativa esta semana y enfrentar el segundo debate con buena disposición.

Queda éste, claro. Si el formato es el mismo que el primero, absolutamente lamentable, anquilosado, lejos de lo que se debe entender por una abierta confrontación de puntos de vista ideológicos y programáticos, lo que se ha dado en llamar, como logro de Mariano Rajoy, “iniciativa”, jugará a favor de Rodríguez Zapatero. El rígido y anticuado sistema de monólogos sucesivos hace que pierda valor el hecho de tener la última palabra, que en otros debates —los verdaderos— supone una ventaja. La iniciativa, el próximo lunes, será, en este sentido, del presidente que si, además, se siente herido por lo ocurrido en el primero, puede mostrarse más beligerante.

Ahí está el reto de los estrategas del PP, ya que la beligerancia, que puede devaluar el tono del debate del presidente, puede a su vez servir a sus intereses, a los de la “tensión” necesaria, es decir, a la movilización del voto contra la derecha. No será fácil pero, la verdad, el presidente está dando muestras de agotamiento.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=27/02/2008&name=german

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