jueves 28 de febrero de 2008
Feria de promesas
Germán Yanke
Entre debate y debate sigue la feria de las propuestas. Ayer, el PP —en una jornada trágica de violencia contra las mujeres— ofrece créditos a las mujeres maltratadas, además de una actitud “implacable” que es la misma prometida por el Gobierno y el PSOE. El presidente Rodríguez Zapatero promete educadores infantiles en las empresas que lo soliciten y que tengan más de seis empleados. Es difícil recordar con exactitud las ofertas de unos y otros y parece lógico el resultado de una encuesta reciente: una importante mayoría de los encuestados ni las recuerda ni las identifica claramente con uno u otro partido.
No está mal que los candidatos se preocupen por plantear reformas y medidas para responder a lo que intuyen problemas de los ciudadanos, o de algunos grupos sociales. Al fin y al cabo se puede celebrar que sea la incertidumbre electoral lo que mueva a los partidos y convertir estas promesas en exigencias al ganador de los comicios. A veces, de todos modos, se lanzan al aire propuestas bastante improvisadas, ya sea por no concretar el modo en que se lleven a cabo, su coste real. No llama la atención que, en esta vorágine, haya algún avisado que explique que una u otra promesa de este o aquel sea algo ya en vigor, aprobado hace tiempo, etc.
Pero lo que sorprende es la ausencia de planteamientos o proyectos generales, de modelos políticos en los que las promesas concretas se incardinen de forma coherente. Se podrá o no estar de acuerdo, pero en las últimas elecciones francesas, por poner un ejemplo al que se ha hecho referencia comparando los debates, estaba clara tanto la línea conductora de las reformas planteadas por Sarkozy y el concepto de democracia participativa de Royal. En la campaña para las nominaciones de candidatos en Estados Unidos está pasando algo similar. Aquí todo se presenta como una colección de promesas, quizá para arañar votos de distintos grupos, aunque sean menores, y no como una discusión ideológica o sobre las consecuencias en el modo de diversos planteamientos intelectuales.
Incluso en algún tema concreto, como la política sobre inmigración, se podía retar a los espectadores del debate del lunes a que expusieran, basándose en lo escuchado, el fundamento y los detalles de las propuestas de PP y PSOE. Imposible sin otros elementos, es decir, imposible con lo que se dice en campaña. Se diría que para los ciudadanos lo que mueve al voto (o lo que los candidatos piensan que lo genera) es una conveniencia concreta y no una visión general del futuro inmediato del país que, lógicamente, implica aspectos convenientes. Lo inconveniente, en la discusión de estos días, sería el triunfo del adversario, no la ausencia de las propias y concretas promesas. Quizá sea eficaz, pero resulta un poco pobre.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=28/02/2008&name=german
jueves, febrero 28, 2008
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