viernes 29 de febrero de 2008
EL ALBA LA TARDE O LA NOCHE
A Yasmina Reza no le gusta Sarkozy
Por Agapito Maestre
De la política, de lo común entre los humanos, me interesa todo. No menos me atraen los diferentes tratamientos, o mejor, las formas intelectuales y artísticas de acercarnos a eso que a los seres humanos nos hace genuinamente humanos, la política. Vamos, que he leído este libro, primero, porque creí que abordaba un asunto común, la política, y más concretamente la figura de un político relevante europeo; y, en segundo lugar, porque me parecía sugerente un acercamiento, llamémosle novelesco, a la persona de Nicolás Sarkozy.
Hay quizá un tercer aspecto que me ha atraído de El alba la tarde o la noche, pero ya no se refiere tanto a una primera lectura como a la relectura de ciertos pasajes; no he podido sustraerme a releer algunas páginas bajo la máxima de lo que cuenta esta autora qua mujer. Sí, que sea una mujer quien escribe sobre un hombre, Sarkozy, da a este libro un plus de peligrosidad; sí, sin duda alguna, muchas personas leerán este libro en esa clave femenino-masculino, hembra-varón, etcétera, que es tan legítima como cualquier otra, sobre todo si se tiene en cuenta que son los detalles destacados por una mujer, una novelista, de un hombre que, en principio, no tiene demasiado éxito con las mujeres, según se desprende del propio juicio de la señora Reza.
No entraré, sin embargo, en esa dimensión de la obra, porque creo que se requerirían unas buenas dosis de dotes psicológicas femeninas de las que carezco por completo. De todos modos, el libro tampoco ayuda demasiado a que nos percatemos de los humores más íntimos de Sarkozy. Desde el principio, y a pesar de los rodeos estilísticos que practica en todo momento, Reza tiene un prejuicio sobre la persona Sarkozy que trata de fundamentar narrativamente, o sea, contando más o menos lo que ve y, sobre todo, lo que intuye del personaje Sarkozy, a saber, éste es un político en todos los sentidos del término, y nada menos que un político.
Reza olvida siempre que Sarkozy, por suerte o por desgracia, también es nada más que un político. Pareciera que esta novelita sólo tiene un objetivo: matar a la persona a través del personaje. Sarkozy, hombre de carne y hueso, ser alegre y sufriente, queda arruinado, desde el comienzo, por el político.
Precisamente porque todo el relato está atravesado por ese prejuicio, El alba la tarde o la noche está más cercano a la prensa del corazón, a ésa que persiste en mostrarnos los efluvios, la espuma, de los grandes sentimientos, que a los grandes ensayos, o novelas, que nos ponen delante de nuestros ojos todas las grandiosas contradicciones de una biografía, o de una gran novela, donde persona y personaje están entrelazados vitalmente. Reza cae en demasiados tópicos. He aquí un ejemplo en forma de diálogo:
– Si te dejaran con Cécilia y los niños en Maubeuge, te tirarías al río.
– ¡En dos años me haría el rey de Maubeuge!
¡Qué otra cosa, por favor, podría contestar un hombre que está en plena campaña electoral para alcanzar la presidencia de su país! Reza tiene poco sentido de la circunstancia, aunque está obsesionada por mostrar que su obra es un reportaje.
¿Reportaje? Algo de ello hay, pero no capta la esencia del político que se bate como un león por conquistar la presidencia de su país. Cita lugares, mítines, conversaciones, diálogos… Movimiento, sí, pero no capta la razón de que esté soportado todo ese ajetreo. No aparece nada más que levemente Sarkozy en plena campaña a las presidenciales. O sea, es un mal reportaje, porque Reza está atenazada por el prejuicio, en realidad, por los prejuicios sobre los políticos.
Reza comete aquí el mismo error que En el trineo de Schopenhauer, crónica desalmada de los intelectuales franceses en la que metió a todos en el mismo saco. No diferencia. Falta matiz. Quizá eso sea bueno para el teatro, pero para la novela es fatal, porque arruina la vida.
Eso es, precisamente, lo que falta en esta obra. Falta la vida de un político, sí, de alguien que lo ha dado todo por lo público. Y, sin embargo, esta mujer está empeñada en mostrarnos que Sarkozy es un fracaso con las mujeres. ¿Y qué? ¿Acaso tuvieron más éxitos César y Napoleón? No, por supuesto que no. Pero el problema no son los amores de César o Napoleón, sino qué expresaron de nuevo esos hombres a sus contemporáneos.
Obra, pues, deficiente artística e intelectualmente para hacernos cargo de un tipo que, a pesar de lo que digan las encuestas actualmente, apasiona, enfurece, cabrea y genera filias y fobias porque tiene un discurso político, una idea, para su nación y para Europa. Nada de eso se cuenta en esta obra, o peor aún, se nos escamotea bajo la excusa del análisis "punzante" de alguien con mucho ego y poco fondo. Falso.
De todos modos, esta novela hay leerla. Hay frases bonitas, incluso bellas, y a veces acertadas. Los tópicos, sin embargo, ganan. Arruinan el objetivo inicial. El final es una catástrofe intelectual y literaria. Lo esperábamos, por desgracia, desde las primeras páginas:
Una nostalgia sin recurso. Detrás de la montaña hay la memoria del tiempo de los prodigios, la huella fugitiva del resplandor, pero no hay ni humo, ni pradera verde y ni siquiera es seguro que haya algo.
He ahí la expresión, la peor expresión, de odio de una novelista, de una mujer, sobre un político: Sarkozy.
El tiempo, por supuesto, dictará sentencia sobre el personaje Sarkozy, pero Reza ya lo ha castrado porque le cae mal la persona. Pobre. No ha entendido los versos de Auden: "Los hombres privados en lugares públicos son más bellos y sabios/ que los hombres públicos en lugares privados". Y aunque este libro no alcanza la altura de una biografía, tampoco la sagacidad de un buen reportaje, y menos capta la inteligencia de un político, es menester leerlo, porque nos acerca con tono peliculero a una vida escindida de un gran personaje de nuestra época.
En fin, nadie espere de esta obra sugerencias para profundizar en su educación sentimental, ni menos todavía claves relevantes para comprender al político, al presidente de la República de Francia, que pudiera dar al traste con la incultura e impostura de la sedicente cultura política europea; pero nos pone al día de cómo un progre francés desprecia a un demócrata liberal que defiende la cultura grecorromana y cristiana.
YASMINA REZA: EL ALBA LA TARDE O LA NOCHE. Anagrama (Barcelona), 2007, 184 páginas.
http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234369
viernes, febrero 29, 2008
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