sabado 1 de marzo de 2008
Ni Zapatero ni Rajoy tienen los ojos verdes
Manuel Martín Ferrand
“Que me entierren con espuelas
y el barbuquejo en la barba,
que siempre fue un mal nacido
quien renegó de su casta...”
(Fernando Villalón)
En tiempo electoral, cuando tengo la cabeza como un bombo de tanto escuchar discursos huecos y leer proclamas partidistas sin sentido y fundamento, suelo refugiarme en la poesía. Tampoco son mala solución los langostinos de Sanlúcar con un par de copas de fino jerezano; pero, a ciertas edades, sientan mejor los versos que los excesos. En cualquier caso, lo saludable es escapar de las pláticas que nos prodigan quienes dicen querer salvar España, que no digo yo que no, pero se les ve que tienen como prioridad salvarse a sí mismos.
El bipartidismo feroz y excluyente en el que nos hemos instalado, escasamente representativo y nada parlamentario, ha rebajado el diálogo político a un nivel tan bajo que sonroja tanto como aburre. El disparate es total y compartido. Mariano Rajoy, en un alarde de sutileza creadora, no sin esfuerzo, dice que a Zapatero “se le ha subido la Moncloa a la cabeza”. ¿A qué cabeza? El presidente del Gobierno, por no ser ni más ni menos, hace gracietas con la indemnización que Manuel Pizarro obtuvo de Endesa. Si los dos linces que aspiran a la gobernación de España no son capaces de ver un poquito más allá estamos perdidos.
Fernando Villalón, el poeta que hoy encabeza estas líneas, era también ganadero de reses bravas y, según su propia confesión, deseaba “obtener un tipo de toros de lidia que tenga los ojos verdes”. Con un programa así de explícito votaría a Villalón. Pero, en serio, ¿qué es lo que nos proponen Rajoy y Zapatero, confundidos ambos en una amalgama socialdemócrata que aburre a las ovejas y paraliza, por obvio, a un colibrí?
Los versos que encabezan estas líneas hablan de casta. Algo que no es menor ni superfluo. ¿Es socialista la casta de Zapatero? No lo parece. No se ve en sus dichos, y menos aún en sus hechos, ni el debido respeto a sus predecesores hispanos ni la natural concordancia con sus equivalentes europeos. Zapatero es un brote de oportunismo ramplón y vacuo que alcanzó el poder del PSOE en función de la teoría del mal menor y el del Gobierno de España con los lastimosos ecos de un grave atentado terrorista.
¿La casta de Rajoy es conservadora, liberal quizás? No, tampoco. Rajoy es el fruto de un dedo de José María Aznar sujeto por las circunstancias y rodeado de personajes menores. Su prédica contradice su aparente compromiso y, como la del líder al que se opone, abunda en el centrismo socialdemócrata. Algo que nunca disgusta demasiado; pero que, como todas las formas de hibridación y compromiso, tampoco consigue entusiasmar a nadie.
Villalón, conde de Miraflores de los Ángeles, pretendía toros de ojos verdes... ¿No podrían, lo mismo Rajoy que Zapatero, aspirar a algo tan hermoso y aparentemente, solo aparentemente, tan inútil? ¿Podría servir como meta el ansia de libertad? Alimentados ambos por retahílas estadísticas sin fin y más hambrientos de votos que de gloria, carecen de ideales capaces de mover el mundo o, cuando menos, una de sus pequeñas parcelitas y se encasillan en el Estado de bienestar, que no deja de ser una mandanga, y en controlar y limitar la iniciativa de la Sociedad.
Todos los pronósticos indican que, el próximo 9 de marzo, quien resulte vencedor en la contienda que enfrenta a los líderes del PP y del PSOE habrá de formar Gobierno, si quiere poder hacerlo, con la ayuda de uno o más de los partidos que quieren mandar en España mientras trabajan por dejar de ser España. Ambos habrán de subordinar sus mayorías insuficientes a unas minorías determinantes. Es demasiado poco. La supervivencia del poder, sea cual fuere, no puede animar la vida de una Nación. Si al menos uno de ellos tuviera los ojos verdes y uno fuera socialista, de verdad, y el otro conservador o liberal, sin truco, todo sería diferente...
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/03/2008&name=ferrand
viernes, febrero 29, 2008
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