viernes 29 de febrero de 2008
Circo mediático del populismo chavista
José Javaloyes
La explotación mediática y conjunta que el presidente Chávez y el terrorista Marulanda llevan a cabo desde la oficialidad venezolana y la selva colombiana, del dramático destino de los 700 rehenes que la narcoguerrilla mantiene en su poder, ha llegado a su cenit con el trágico destino de la franco-colombiana Ingrid Betancourt, candidata que fue a la presidencia de su país y que ahora se encuentra, por la extrema debilidad física a la que le ha llevado su cautiverio, en los umbrales de la muerte. Tanto que las circunstancias han propiciado que el presidente/espectáculo de Francia se ofrezca a viajar y personarse en el propio escenario del drama.
Tal posibilidad eleva al máximo la potencia de los focos internacionales sobre el hecho mismo de la que fue guerrilla castrista de Colombia y ahora subsiste como evolucionado subproducto de la Guerra Fría en el hemisferio hispánico. Convertida en narcodelincuencia al por mayor, aplicada a la industria de la cocaína en el trópico colombiano y al comercio de esta droga en los mercados principales de Estados Unidos y Europa, con México y España como puentes y tránsitos.
La escala de recursos obtenidos con tal industria y mediante tal comercio hacen posible diversas e importantes cosas. Desde la propia persistencia de esa guerrilla, históricamente catapultada desde el Bogotazo —que fue el chupinazo, en 1948, para el arranque del proceso comunistizante en Hispanoamérica, en el que estuvo involucrado Fidel Castro—, a las desestabilizaciones de México, los recursos de la droga procedente de la coca han sido la base financiera del antiyanquismo antes de que sobreviniera la potencia desestabilizadora del chavismo con el ciclo actual del petróleo muy caro, por causa de la demanda que añaden China y la India y al calor de un dólar que se deprecia sin freno ante el euro.
Sobran elementos para fundamentar la sospecha de que entre Hugo Chávez y Manuel Marulanda hay más que sólo sintonías puntuales en la cuestión de los 7OO rehenes, todo un gentío que la guerrilla mantiene en su poder como capital de maniobra frente a los Gobiernos sucesivos de Bogotá; todos más practicables hasta la fecha que el actual del presidente Uribe. Desarticulada durante el primer mandato de éste la fuerza de los llamados “paramilitares” donde hubo también, al parecer, episodios de tráfico con la cocaína, la autoridad del Gobierno colombiano aparece sensiblemente reforzada en lo moral para tenérselas tiesas con la narcoguerrilla de coartada marxista y frente a su aliado de Caracas.
A Marulanda —y al propio Chávez— les vendría caído del cielo, en un doble sentido, el aterrizaje en Colombia de Nicolas Sarkozy para negociar directamente el rescate de Ingrid Betancourt. Por la succión de imagen que ello les supondría, puede estar dispuesto Marulanda a cualquier cosa; quizás incluso a que la rehén franco-colombiana se le muera en la selva, “lejos de él” —como dice el caudillo bolivariano, queriéndole salvar la cara por la villanía de su secuestro y el de todos los demás rehenes—.
Sería allí, en ese circo, el viaje a Colombia del presidente francés, algo así como el mayor espectáculo del mundo. Y un broche de oro para el populismo chavista.
jose@javaloyes.net
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=29/02/2008&name=javaloyes
viernes, febrero 29, 2008
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