miércoles, febrero 27, 2008

Patxi Andion, Rebelion en el campo

miercoles 28 de febrero de 2008
Rebelión en el campo

Patxi Andión
La sociedad civil se pregunta las razones que han llevado a los hombres del campo, pacíficos por naturaleza y condición, a los pescadores, pacientes como ninguno, a los ganaderos, a los gasolineros, a los hoteleros, a los arqueros, a los cetreros, a los rehaleros, a los galgueros y a los cazadores a tocar arrebato y pretender presentarse el próximo sábado 1º de marzo en el paseo de la Castellana de Madrid con todo lo que aman, sus perros y sus familias a manifestarse. Gentes amantes del pausado devenir arcádico con pancartas, lemas y banderas, protestando.
La sociedad civil se lo pregunta, porque si los que han convocado la manifestación son quienes ella cree que son, no encuentra la razón de tal postura. A sus ojos, los tipos que según parece se van a manifestar el sábado por las calles de Madrid son, como las administraciones sucesivas del Estado se ha ocupado de contarle, gentes que no tienen de qué quejarse. Veamos:

A la sociedad civil le han contado que los campesinos son unos aprovechados que chupan de la teta del Estado y de la Unión Europea y agotan las subvenciones en su exclusivo provecho, tipos desconfiados, sucios, remendados, incultos, zafios y brutos que sólo quieren el mejor pago para su ganado y que le paguen el gasóleo.

¿Y qué hay de los cazadores? Pues a la sociedad civil le han contado que son de dos tipos: aquellos que se asemejan al perseguidor de Bugs Bunny que, tras un escopetón, sale al campo dispuesto a acabar con todo bicho que corra o vuele, sin ni siquiera, como antaño, pretender echarlo a la cazuela. Y aquellos otros que siempre parecen salidos de El Corte Inglés, tocados con un gorrito tirolés con plumas y armamento reluciente. Señoritos, soberbios, asesinos, fantoches y derechones.

¿Y todos los demás que se han sumado a la manifestación? Pues parecen esbirros del PP que pretenden subvertir el orden electoral. Agentes contrarios al más elemental ecologismo, decencia conservacionista y partidarios, o al menos cómplices, del sufrimiento animal.

Sin embargo a la sociedad civil las cuentas no le salen, pues conoce a los suyos y, de entre ellos, identifica a los mejores. ¿Cómo es posible? ¿Qué sucede entonces? Pues sucede lo de siempre, que el poder debe tener razón sí o sí. Y pretende hacer tragar con ruedas de molino a todo quisque.

Digámoslo:

Los que acuden a la manifestación del 1º de marzo en Madrid acompañados de sus hijos y sus perros, sus halcones y sus acémilas lo hacen para reivindicar un modo de vida decente, legalizado, respetuoso con las leyes y el medio natural. Un modo de vida ancestral que está regulado desde el principio de la historia y que en su ejercicio racional, ético, responsable, no ha producido ningún desastre natural sino todo lo contrario: hoy todos los científicos confirman que el ejercicio cinegético responsable es un instrumento imprescindible para la conservación y el desarrollo del medio natural y las poblaciones salvajes que lo pueblan y de los seres humanos que viven en él.

La llamada Ley Narbona no es sino la gota que colma el vaso de todas las estrategias demonizadoras de las sucesivas administraciones públicas españolas que farisaicamente, sean del PP o del PSOE, han legislado de espaldas a los seres humanos a quien compete principalmente los asuntos del campo, en una aberrante, ciega y destructiva deriva del peor de los deseos: vaciar el medio ambiente de todo vestigio humano para convertirlo en un paisaje vacío que adorne el entorno de las ciudades. Un ultraje a la selección natural. Un falso ecologismo hueco. Porque si de lo que se trata es de hacer caso a los ecologistas, que se acerquen el 1º de marzo a la Castellana en Madrid. Verán cerca de un millón de ellos.

Se oyen voces que bajan de los barrancos. Como el agua. Febrero

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=27/02/2008&name=andion

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