lunes 1 de octubre de 2007
La muerte amiga
NUESTRO caminar humano va ligado a múltiples acaeceres que salpican la existencia de dolor y de contradicciones. La versión trascendente de aquélla nos alerta acerca del significado de la muerte y de su mensaje de liberación y de asentamiento eterno. «La Iglesia nos enseña -cual advierte Joris-Karl Huysmans en su obra En camino- cuando llega el tiempo del dolor que la vida verdadera no empieza con el nacimiento, sino con la muerte. La Iglesia es indefectible, más que admirable, inmensa». La fe, afirmando el destino eterno del hombre -ha precisado el Concilio Vaticano II-, ofrece la única respuesta satisfactoria que tiene la angustia que el hombre siente frente a la perspectiva de la muerte.
La diaria experiencia nos abona el resquebrajamiento producido en los ámbitos cultural, ético y religioso, afectando a la integridad de los grandes principios y axiomas que tradicionalmente les presidieron. No obstante se pulsa en ciertos sectores un moderado retorno a luces de espiritualidad ante el convencimiento de que el ímpetu de secularización no es capaz de dar respuesta adecuada a ciertos interrogantes que le apremian. Con el paso de los años el hombre está de vuelta de muchas cosas que pudieron distraerle otrora. Consciente de su fragilidad, se va mostrando más propenso a la estimación de los auténticos valores de la vida y a la idea de un cercano sentir de la divinidad.
Nadie nos ha educado para morir, más bien nos vamos «educando» al ritmo de las costumbres y de los cambios sociales (Carmen Fuentes). La sociedad actual propende obsesivamente a la resolución de los «problemas» de presente, dando la espalda a toda preocupación de trascendencia sobre el futuro del hombre. La vida se ofrece como auténtica cuando sabe incorporar la idea de la muerte como complemento insoslayable de su estructura. Una vida es auténtica -afirma el profesor Aquilino Polaino- cuando en ella se acoge la propia muerte como una característica más de la condición humana y, por eso, cada día se vive como si fuese el último, procurando sacar lo mejor que cada uno lleva dentro para ponerlo al servicio de los demás.
La muerte constituye un puente de tránsito entre la vida terrenal y la vida eterna. Es algo dogmáticamente definido, naturalmente aceptado. El cúmulo de nuestras ideaciones y sentimientos, el arsenal de proyectos que colma nuestra existencia, no suponen una ventolera de humo llamada a desvanecerse. Es símbolo y evidencia de que desde el nacimiento nos erigimos en un ser perfectible con vocación de permanencia. La liturgia recoge con precisión tan lúcido esquema. «En Él -en Cristo- brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece nos consuela la promesa de la futura inmortalidad». En la cima de todo se impone la aceptación amorosa de la voluntad de Dios sobre nuestras planificaciones individuales.
La novela Pulitzer de Michael Cunningham Las horas ha sido llevada al cine bajo la dirección de Stephen Daldry. Es una obra densa en ideas y no menos en su realización. La escritora Virginia Woolf aparece como personaje destacado, extremadamente sensibilizada y presa de notable inestabilidad mental. «¿Es posible que morir sea dejar de existir de un modo absoluto? ¿Es posible dejar de vivir?». Interrogantes que afloran tras una lectura de sus páginas y que se clavan desazonantes en el alma del espectador. Surge un sentimiento firme en nuestro ser que se revela ante la idea de un aniquilamiento total como inexorable resultado de la muerte.
El enfermo impuesto de enfermedad incurable y de su muerte a plazo fijo, necesita una fortaleza anímica excepcional para sobreponerse a tan infausta situación. En el filme Amarga victoria, de Edmun Goulding, Judith Traherne padece un tumor cerebral, lesión irreversible que le llevará muy pronto a la muerte. Su angustiosa situación inicial irá abriendo paso a una actitud de serenidad que a todos sorprende y emociona. El doctor Frederick Steele le habla en términos de sinceridad e invitación a la necesaria provisión de fortaleza. «Todos tenemos que morir. La diferencia es que tú sabes cuándo y nosotros no. Hay que vivir, que cuando llegue la muerte nos encuentre tranquilos y en paz». Judith ansía envolverse en un clima de conformidad ante el acerado mal que le aqueja. Avanza en el proceso de autodominio, de vencimiento del temor que, en momentos, le cerca y presiona de modo despiadado. «Cuando la muerte me llegue será como una vieja amiga, que ha de hallarme gozosa y tranquila».
El humor reflexivo ennoblece y reviste de cierta distinción a la vida. En el incipiente diálogo con una persona a quien no se viene tratando, qué efecto de aproximación y entendimiento deriva de una actitud atenta y sonriente. Un avezado escritor, Juan José Alonso Millán, nos sugería que «incluso a la muerte hay que recibirla con una sonrisa» (Rev. Chesterton). Bien está la activación de los valores morales al rozar las últimas estribaciones de la vida. Uno de ellos, y no baladí, será, sin duda, semejante bienquerencia de despido. La enfermedad, la vejez, no privan de que unas gotas de humor salpiquen de vez en cuando el monótono avance de las horas.
No faltan proyectos de honda inspiración surgidos con la mirada puesta en auxiliar al hombre en el crucial momento de su partida. Xavier Busquet, facultativo de un programa de atención domiciliaria y equipo de soporte (Programa Pades), explica que el objetivo perseguido «simplemente es reivindicar la dignidad de todos los seres humanos y procurar una buena muerte para humanizar el acto de morir». Una serie de trabajos se agrupan en perfecta coordinación en el libro Aprender a morir. Vivencias cerca de la muerte. El Papa Juan Pablo II ha rendido a todos los católicos y a todos los hombres de cualquier creencia una lección inolvidable, acentuando su ansia de vivir hasta el postrer momento de su existencia. Las Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre encierran junto a un impar valor literario, una lección sublime sobre el valor de la vida y el significado de la muerte que le sucede. «Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando».
El hombre de fe sabe que nuestro paso por la tierra está signado por la temporalidad, que caminamos hacia una vida inmarcesible que nos aguarda tras aquél. Cómo nos enternecen aquellos versos de Santa Teresa de Ávila «Vivo sin vivir en mí» de tan sublime inspiración mística. Supuesto harto expresivo de la muerte como entrañable amiga a la que se aguarda con impaciencia. La confianza de haber de morir aviva la esperanza de que la muerte, como fiel acompañante, llevará el alma hasta el goce de Dios. «Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero, que muero porque no muero».
domingo, septiembre 30, 2007
Sechura
lunes 1 de octubre de 2007
Sechura
Venían los médicos resfriados y tristes. Cansados. Pero no con el cansancio del trabajo, sino con el cansancio de ver que no es fácil cambiar el mundo.
Hay un pintor que lo intenta con un trozo de caña y tinta china al exponer en una plaza los cuadros en los que retrata en blanco y negro las puertas desvencijadas del distrito limeño de Miraflores. Se llama Shigeru Yamamoto, y dice que quiere con sus puertas «plasmar los problemas y las alegrías de la realidad». Creo que lo consigue. Tiene una puerta que me llamó a los ojos, donde se lee en su fachada un letrero que en su ruina haría reír, «Prohibido estacionarse», en una habitación de invitados.
Me hubiera encantado llevarme ese cuadro, pero no suelo traerme nada de los viajes. Tampoco dejo. No soy como las enfermeras ni los médicos del hospital coruñés Juan Canalejo, que volvían con menos equipaje del que llevaron, pues dejaron en los pueblos de pescadores de la provincia de Sechura placas para radiografías, fármacos, gafas para los niños, y todos sus conocimientos de buceo.
Esta costa de Perú está casi tapizada a seis metros por unas conchas púrpuras de abanico y de su recolección viven en los pueblos. Y su recolección les mata. Cuentan que el equipo con el que se sumergen aquí los buzos les acorta tanto la vida que suelen morir antes de los treinta y cinco, dejando sin recursos a sus familias.
También dejan mucho que desear las condiciones sanitarias de sus casas y, hasta por el desierto de Sechura, vuelan a miles esas bolsas de plástico que convierten a la pobreza en la más horrible miseria.
Y ésta, para quien la atraviesa, es la puerta menos alegre del mundo.
Sechura
Venían los médicos resfriados y tristes. Cansados. Pero no con el cansancio del trabajo, sino con el cansancio de ver que no es fácil cambiar el mundo.
Hay un pintor que lo intenta con un trozo de caña y tinta china al exponer en una plaza los cuadros en los que retrata en blanco y negro las puertas desvencijadas del distrito limeño de Miraflores. Se llama Shigeru Yamamoto, y dice que quiere con sus puertas «plasmar los problemas y las alegrías de la realidad». Creo que lo consigue. Tiene una puerta que me llamó a los ojos, donde se lee en su fachada un letrero que en su ruina haría reír, «Prohibido estacionarse», en una habitación de invitados.
Me hubiera encantado llevarme ese cuadro, pero no suelo traerme nada de los viajes. Tampoco dejo. No soy como las enfermeras ni los médicos del hospital coruñés Juan Canalejo, que volvían con menos equipaje del que llevaron, pues dejaron en los pueblos de pescadores de la provincia de Sechura placas para radiografías, fármacos, gafas para los niños, y todos sus conocimientos de buceo.
Esta costa de Perú está casi tapizada a seis metros por unas conchas púrpuras de abanico y de su recolección viven en los pueblos. Y su recolección les mata. Cuentan que el equipo con el que se sumergen aquí los buzos les acorta tanto la vida que suelen morir antes de los treinta y cinco, dejando sin recursos a sus familias.
También dejan mucho que desear las condiciones sanitarias de sus casas y, hasta por el desierto de Sechura, vuelan a miles esas bolsas de plástico que convierten a la pobreza en la más horrible miseria.
Y ésta, para quien la atraviesa, es la puerta menos alegre del mundo.
Salivazo
lunes 1 de octubre de 2007
Salivazo
Por llamar «puño» a la mano prieta, van y le critican. No corren buenos tiempos para Luis Aragonés, hombre de entraña que aprendió a jugar al fútbol con las tripas pegadas de hambre. Ahora tiene 69 tacos, bonito número para quien dedicó toda su vida al deporte rey.
En estos días de banderas y remiendos, Luis Aragonés volvió a ser noticia. Primero por sus declaraciones, luego por sus silencios. Y es que ahora resulta que un entrenador de fútbol ha de medir pasiones mientras ejerce su trabajo.
Hace unos años saltó a todos los noticieros por referirse al «Titi» como negro de mierda. Vaya por Dios, que donde Luis Aragonés dijo negro debería haber dicho de color, y donde dijo mierda mejor no decir nada pues, lo del color, tendría más delito. En fin, que por poner el corazón en candela y decir lo que le salió del carné, Luis Aragonés fue llamado al orden. Y se tuvo que retratar soltando gallina. Y como fulanos así ya no quedan, en estos días de atrás Luis Aragonés volvió otra vez a las andadas, haciendo un corte de mangas a sus jugadores y una peineta a la prensa.
No corren buenos tiempos para ir con la verdad en la boca. Ahora hay que ser circunspecto y remilgado, las pasiones han de dejarse al fondo del armario y el idioma de Quevedo cubrirlo con eufemismos que eviten decir lo propio. La doble moral, impulsada por los postulados de la prensa de Hearst-Murdoch, alcanza los medios de comunicación de nuestro país. Y mientras por un lado se vende sensacionalismo, por otro se maquillan las formas, como si apagando la luz de una letrina se pudiera también acabar con el tufo, valga escatología tan oscura. Ahora, el imperialismo de toda la vida se llama globalización, quedando así el antiimperialismo como asunto para los escaparates. Ahora, al negro hay que llamarle hombre de color. Y al bujarrón, homosexual o gay, cosa peor aún.
La polilla de la corrección política pica la madera noble de nuestro idioma, reduciéndolo a serrín. Nadie está a salvo de limaduras. Sin embargo, todo eso a Luis Aragonés le importa un pito, por no decir algo mucho más aparente. Y aunque ahora guarde silencio, Luis Aragonés morirá con la boca puesta.
Los jugadores de hoy en día han de rendirse, clavar rodilla ante un hombre que hizo del fútbol una fiesta por cada uno de los 162 goles de los que presume. «De Liga eh, de Liga». Hay que recordar que, en su época, los jugadores jugaban al fútbol y salían a reventar la red a chutazos. Eran otros tiempos y los marcadores no bostezaban de puro aburrimiento.
Ahora los únicos números que valen aquí son los de las audiencias televisivas. Porca miseria para un deporte donde la habilidad se tiene que demostrar jugando con los pies y no con los bolsillos. Para quien no lo sepa aún, cabe aquí señalar que fue Luis Aragonés el primero en bautizar el estadio Manzanares, templo de los colchoneros, santuario rojiblanco que hoy quieren arrancar de cuajo. Ocurrió hace la tira de años, jugando el Atleti contra el Valencia. Fue «Indio» Cardona el que centró el pase desde la derecha, un balón envenenado que Luis Aragonés cabeceó a la diabla, batiendo al guardameta valenciano con la certeza del que se sabe gol.
Por éste, y por ciento sesenta y un goles más, al del barrio de Hortaleza hay que tenerle ley. A ver si nos vamos coscando, que fulanos como él quedan pocos. Además de buen entrenador, Luis Aragonés es la saliva de una boca que escupe verdades como puños.
Salivazo
Por llamar «puño» a la mano prieta, van y le critican. No corren buenos tiempos para Luis Aragonés, hombre de entraña que aprendió a jugar al fútbol con las tripas pegadas de hambre. Ahora tiene 69 tacos, bonito número para quien dedicó toda su vida al deporte rey.
En estos días de banderas y remiendos, Luis Aragonés volvió a ser noticia. Primero por sus declaraciones, luego por sus silencios. Y es que ahora resulta que un entrenador de fútbol ha de medir pasiones mientras ejerce su trabajo.
Hace unos años saltó a todos los noticieros por referirse al «Titi» como negro de mierda. Vaya por Dios, que donde Luis Aragonés dijo negro debería haber dicho de color, y donde dijo mierda mejor no decir nada pues, lo del color, tendría más delito. En fin, que por poner el corazón en candela y decir lo que le salió del carné, Luis Aragonés fue llamado al orden. Y se tuvo que retratar soltando gallina. Y como fulanos así ya no quedan, en estos días de atrás Luis Aragonés volvió otra vez a las andadas, haciendo un corte de mangas a sus jugadores y una peineta a la prensa.
No corren buenos tiempos para ir con la verdad en la boca. Ahora hay que ser circunspecto y remilgado, las pasiones han de dejarse al fondo del armario y el idioma de Quevedo cubrirlo con eufemismos que eviten decir lo propio. La doble moral, impulsada por los postulados de la prensa de Hearst-Murdoch, alcanza los medios de comunicación de nuestro país. Y mientras por un lado se vende sensacionalismo, por otro se maquillan las formas, como si apagando la luz de una letrina se pudiera también acabar con el tufo, valga escatología tan oscura. Ahora, el imperialismo de toda la vida se llama globalización, quedando así el antiimperialismo como asunto para los escaparates. Ahora, al negro hay que llamarle hombre de color. Y al bujarrón, homosexual o gay, cosa peor aún.
La polilla de la corrección política pica la madera noble de nuestro idioma, reduciéndolo a serrín. Nadie está a salvo de limaduras. Sin embargo, todo eso a Luis Aragonés le importa un pito, por no decir algo mucho más aparente. Y aunque ahora guarde silencio, Luis Aragonés morirá con la boca puesta.
Los jugadores de hoy en día han de rendirse, clavar rodilla ante un hombre que hizo del fútbol una fiesta por cada uno de los 162 goles de los que presume. «De Liga eh, de Liga». Hay que recordar que, en su época, los jugadores jugaban al fútbol y salían a reventar la red a chutazos. Eran otros tiempos y los marcadores no bostezaban de puro aburrimiento.
Ahora los únicos números que valen aquí son los de las audiencias televisivas. Porca miseria para un deporte donde la habilidad se tiene que demostrar jugando con los pies y no con los bolsillos. Para quien no lo sepa aún, cabe aquí señalar que fue Luis Aragonés el primero en bautizar el estadio Manzanares, templo de los colchoneros, santuario rojiblanco que hoy quieren arrancar de cuajo. Ocurrió hace la tira de años, jugando el Atleti contra el Valencia. Fue «Indio» Cardona el que centró el pase desde la derecha, un balón envenenado que Luis Aragonés cabeceó a la diabla, batiendo al guardameta valenciano con la certeza del que se sabe gol.
Por éste, y por ciento sesenta y un goles más, al del barrio de Hortaleza hay que tenerle ley. A ver si nos vamos coscando, que fulanos como él quedan pocos. Además de buen entrenador, Luis Aragonés es la saliva de una boca que escupe verdades como puños.
El simulador de Hamilton
lunes 1 de octubre de 2007
El simulador de Hamilton
La Formula 1 es conocida gracias a los circuitos clásicos, como el de Montecarlo o Silverstone, y ver trazados nuevos no es muy habitual. Shangai en 2004, Estambul en el 2005 y Fuji este pasado fin de semana, son los recientemente estrenados por la Formula 1.
La nueva pista japonesa tiene una multitud de líneas posibles y todos los pilotos han coincidido al decir que debido a la cantidad de cambios de rasante y curvas enlazadas no es fácil dar la vuelta ideal.
Hay muchas formas de aprenderse el nuevo trazado, desde métodos virtuales como son la Playstation, videos en YouTube o simuladores privados, a métodos más tradicionales, como correr en categorías inferiores o aprovechar y organizar un evento promocional en el circuito con el fin de poder dar unas vueltas. La efectividad de cada método se podría juzgar por el numero de vueltas que le lleva a un piloto a llegar a si vuelta idónea.
El japonés Sakon Yamamoto no tiene mucha experiencia en Fuji y los pocos recursos del equipo mas pequeño de la parrilla le han dejado con la Playstation como herramienta para aprenderse el circuito. Ésta no parece la forma mas efectiva de memorizar la pista, ya que le hizo falta dar 10 vueltas para hacer un tiempo por vuelta decente.
Adrián Sutil es el piloto de Formula 1 con más experiencia en Fuji tras haber pasado una temporada en la Formula 3 nipona. Parece ser que la experiencia no tiene sustituto, ya que al piloto alemán le bastó con tres vueltas para demostrar lo rápido que los monoplazas Spyker pueden rodar en Fuji.
Lewis Hamilton se ha preparado para la carrera en el simulador de McLaren. Un artefacto único en el mundo, quizá sea lo mas cercano a conducir un Formula 1 a través de un ordenador. Este simulador parece ser especialmente eficaz a la hora de aprender los secretos de un circuito. Al británico no le hicieron falta más que dos giros para quedarse a una décima de segundo de su vuelta idónea el viernes en los entrenamientos libres.
El simulador de Hamilton
La Formula 1 es conocida gracias a los circuitos clásicos, como el de Montecarlo o Silverstone, y ver trazados nuevos no es muy habitual. Shangai en 2004, Estambul en el 2005 y Fuji este pasado fin de semana, son los recientemente estrenados por la Formula 1.
La nueva pista japonesa tiene una multitud de líneas posibles y todos los pilotos han coincidido al decir que debido a la cantidad de cambios de rasante y curvas enlazadas no es fácil dar la vuelta ideal.
Hay muchas formas de aprenderse el nuevo trazado, desde métodos virtuales como son la Playstation, videos en YouTube o simuladores privados, a métodos más tradicionales, como correr en categorías inferiores o aprovechar y organizar un evento promocional en el circuito con el fin de poder dar unas vueltas. La efectividad de cada método se podría juzgar por el numero de vueltas que le lleva a un piloto a llegar a si vuelta idónea.
El japonés Sakon Yamamoto no tiene mucha experiencia en Fuji y los pocos recursos del equipo mas pequeño de la parrilla le han dejado con la Playstation como herramienta para aprenderse el circuito. Ésta no parece la forma mas efectiva de memorizar la pista, ya que le hizo falta dar 10 vueltas para hacer un tiempo por vuelta decente.
Adrián Sutil es el piloto de Formula 1 con más experiencia en Fuji tras haber pasado una temporada en la Formula 3 nipona. Parece ser que la experiencia no tiene sustituto, ya que al piloto alemán le bastó con tres vueltas para demostrar lo rápido que los monoplazas Spyker pueden rodar en Fuji.
Lewis Hamilton se ha preparado para la carrera en el simulador de McLaren. Un artefacto único en el mundo, quizá sea lo mas cercano a conducir un Formula 1 a través de un ordenador. Este simulador parece ser especialmente eficaz a la hora de aprender los secretos de un circuito. Al británico no le hicieron falta más que dos giros para quedarse a una décima de segundo de su vuelta idónea el viernes en los entrenamientos libres.
Hay que revisar las leyes de Patrimonio
lunes 1 de octubre de 2007
Hay que revisar las leyes de Patrimonio
Si algo ha venido a demostrar el caso Odyssey es el agotamiento de un modelo normativo y el modelo subyacente de política cultural, en relación al patrimonio histórico. Ahora sabemos que la inflacion normativa es inútil, que las numerosas normas han sido inoperantes, y seguirán siéndolo si no existe no sólo la voluntad de aplicar la ley, sino de permitir que la opinión técnica de dentro y fuera de la Administración se imponga a las concepciones políticas de un caso. Una sola empresa, Odyssey Marine, se ha bastado para llevar a una crisis decisiva la estructura normativa de la protección del patrimonio histórico en España.
¿Cómo ha sido posible? La inactividad arqueológica es un espacio que se acaba llenando por quienes resultan menos idóneos: cazatesoros, expoliadores y saqueadores, pero también lo es la descoordinación. Es cierto que la Constitución no planteó expresamente el principio de colaboración entre Administraciones públicas, pero el Constitucional lo dió por implícito desde el año 1982. Sin duda obvio, no obstante, después de 20 años buena parte del impulso de nuestra sociedad para la protección del patrimonio procede de una estructura legalmente fragmentada por criterios no siempre técnicos y que, muchas veces, resultan ajenos a la cuestión histórica fundamental.
Por eso no resulta asumible que los fines públicos y la potencialidad técnica de las Administraciones resulten obstaculizados por una indeterminación competencial o el humor presupuestario del momento. Desde una adecuada reforma que aproveche la reciente experiencia, deberían nacer los planeamientos arqueológicos, siendo cualquier institución con capacidad técnica y económica la que pudiera promover una actividad arqueológica en cualquier territorio del Estado, previa licencia que se atribuiría, necesariamente, sobre bases objetivas y con los debidos controles, pero sin esperar a que todo dependa de que una Administración eche sus cuentas del coste de oportunidad de no haberlo hecho por ella antes. Preconstitucionalmente podía haber un atavismo al control político de la Historia; hoy la norma debe garantizar el criterio técnico sobre el político: eso es progreso.
Entiendo que la comprensión penal de los delitos de daños al patrimonio histórico merece también una revisión. Se hace necesaria la configuración del delito de riesgo como tipo específico. Es incomprensible que carezca de la cualificación de delito actividades que sólo tienen sentido para posibilitar el expolio o el daño de un yacimiento; me refiero a la exploración con sónar de barrido lateral o altas tecnologías de detección por personas o empresas dedicadas a la comercialización de bienes arqueológicos. La exploración comercial debería entenderse como delito de riesgo, sin esperar a que la empresa acabe perfeccionando el expolio.
Asimismo una colaboración interadministrativa amplia y flexible debe preservar un espacio para la sociedad civil; el derecho a la participación de la financiación privada o de centros de investigación ebe estar prevista en la norma garantizando el bien público, y respetando que los hallazgos permanezcan preferentemente en el territorio donde fueron hallados.
Finalmente, en relación con el destino de los bienes uniformes, como las monedas, etc., nada hay que obstaculice darle un tratamiento que respete la vinculación histórica de su origen. El hallazgo de cien mil monedas idénticas supondría un sinsentido mantenerlo en una urna de un mismo museo; en cambio, compartir ese patrimonio con las naciones hermanas con las que está vinculado; es decir, verificar un sistema por el que se entienda como patrimonio común un patrimonio que no es, ni será comercial, insisto, que no es oro ni plata, sino restos arqueológicos que no podemos vender y que por su destino sin un bien de toda la humanidad.
Hay que revisar las leyes de Patrimonio
Si algo ha venido a demostrar el caso Odyssey es el agotamiento de un modelo normativo y el modelo subyacente de política cultural, en relación al patrimonio histórico. Ahora sabemos que la inflacion normativa es inútil, que las numerosas normas han sido inoperantes, y seguirán siéndolo si no existe no sólo la voluntad de aplicar la ley, sino de permitir que la opinión técnica de dentro y fuera de la Administración se imponga a las concepciones políticas de un caso. Una sola empresa, Odyssey Marine, se ha bastado para llevar a una crisis decisiva la estructura normativa de la protección del patrimonio histórico en España.
¿Cómo ha sido posible? La inactividad arqueológica es un espacio que se acaba llenando por quienes resultan menos idóneos: cazatesoros, expoliadores y saqueadores, pero también lo es la descoordinación. Es cierto que la Constitución no planteó expresamente el principio de colaboración entre Administraciones públicas, pero el Constitucional lo dió por implícito desde el año 1982. Sin duda obvio, no obstante, después de 20 años buena parte del impulso de nuestra sociedad para la protección del patrimonio procede de una estructura legalmente fragmentada por criterios no siempre técnicos y que, muchas veces, resultan ajenos a la cuestión histórica fundamental.
Por eso no resulta asumible que los fines públicos y la potencialidad técnica de las Administraciones resulten obstaculizados por una indeterminación competencial o el humor presupuestario del momento. Desde una adecuada reforma que aproveche la reciente experiencia, deberían nacer los planeamientos arqueológicos, siendo cualquier institución con capacidad técnica y económica la que pudiera promover una actividad arqueológica en cualquier territorio del Estado, previa licencia que se atribuiría, necesariamente, sobre bases objetivas y con los debidos controles, pero sin esperar a que todo dependa de que una Administración eche sus cuentas del coste de oportunidad de no haberlo hecho por ella antes. Preconstitucionalmente podía haber un atavismo al control político de la Historia; hoy la norma debe garantizar el criterio técnico sobre el político: eso es progreso.
Entiendo que la comprensión penal de los delitos de daños al patrimonio histórico merece también una revisión. Se hace necesaria la configuración del delito de riesgo como tipo específico. Es incomprensible que carezca de la cualificación de delito actividades que sólo tienen sentido para posibilitar el expolio o el daño de un yacimiento; me refiero a la exploración con sónar de barrido lateral o altas tecnologías de detección por personas o empresas dedicadas a la comercialización de bienes arqueológicos. La exploración comercial debería entenderse como delito de riesgo, sin esperar a que la empresa acabe perfeccionando el expolio.
Asimismo una colaboración interadministrativa amplia y flexible debe preservar un espacio para la sociedad civil; el derecho a la participación de la financiación privada o de centros de investigación ebe estar prevista en la norma garantizando el bien público, y respetando que los hallazgos permanezcan preferentemente en el territorio donde fueron hallados.
Finalmente, en relación con el destino de los bienes uniformes, como las monedas, etc., nada hay que obstaculice darle un tratamiento que respete la vinculación histórica de su origen. El hallazgo de cien mil monedas idénticas supondría un sinsentido mantenerlo en una urna de un mismo museo; en cambio, compartir ese patrimonio con las naciones hermanas con las que está vinculado; es decir, verificar un sistema por el que se entienda como patrimonio común un patrimonio que no es, ni será comercial, insisto, que no es oro ni plata, sino restos arqueológicos que no podemos vender y que por su destino sin un bien de toda la humanidad.
A proposito de Baco
lunes 1 de octubre de 2007
A propósito de Baco
NADIE, en este mundo pecador -me dice esta mañana mi amigo Ramón, que desde joven siente una gran debilidad por los tintos de alta graduación- puede presumir de contar con un linaje tan preclaro como el de la nobilísima uva, madre del vino. Nos lo dice con otras palabras Felipe Scio, el severo comentarista de la Biblia: Antes del Diluvio Universal, escribe Scio ya había viñas en este mundo, aunque entonces únicamente comían sus frutos, sin que se conociese aún la forma de hacer vino.
-¿No fueron los griegos -le pregunto- quienes atribuyeron la invención del vino al dios Dionisios y luego le llamaron infame por el simple hecho de que empinaba el codo más de la cuenta?
-Cierto, llamaron infame a aquel dios adolescente y mofletudo, al que representaban coronado de pámpanos y con una copa o un racimo de uva en la mano.
Pero a mí me parece que no puede insultarse de ese modo a un dios que enseñó a los hombres a cultivar las viñas, que todavía en estos tiempos da ocupación a tanta gente. -Tienes razón, a mí tampoo me lo parece. Pero tampoco fueron mucho mejor los romanos, herederos espirituales de los griegos, que inmolaban en honor de Dionisios, a quien ellos llamaron Baco, una urraca, porque el vino hace a los hombres indiscretos y parlanchines.
-Así es -observa Ramón- pero no olvides que los romanos también llamaron a Baco liber, es decir, libre, porque el vino, aunque sea momentáneamente, libera a los humanos de sus preocupaciones. Por eso te digo que quien concede a los hombres la ilusión de creerse libres nunca puede ser tildado de infame.
A propósito de Baco
NADIE, en este mundo pecador -me dice esta mañana mi amigo Ramón, que desde joven siente una gran debilidad por los tintos de alta graduación- puede presumir de contar con un linaje tan preclaro como el de la nobilísima uva, madre del vino. Nos lo dice con otras palabras Felipe Scio, el severo comentarista de la Biblia: Antes del Diluvio Universal, escribe Scio ya había viñas en este mundo, aunque entonces únicamente comían sus frutos, sin que se conociese aún la forma de hacer vino.
-¿No fueron los griegos -le pregunto- quienes atribuyeron la invención del vino al dios Dionisios y luego le llamaron infame por el simple hecho de que empinaba el codo más de la cuenta?
-Cierto, llamaron infame a aquel dios adolescente y mofletudo, al que representaban coronado de pámpanos y con una copa o un racimo de uva en la mano.
Pero a mí me parece que no puede insultarse de ese modo a un dios que enseñó a los hombres a cultivar las viñas, que todavía en estos tiempos da ocupación a tanta gente. -Tienes razón, a mí tampoo me lo parece. Pero tampoco fueron mucho mejor los romanos, herederos espirituales de los griegos, que inmolaban en honor de Dionisios, a quien ellos llamaron Baco, una urraca, porque el vino hace a los hombres indiscretos y parlanchines.
-Así es -observa Ramón- pero no olvides que los romanos también llamaron a Baco liber, es decir, libre, porque el vino, aunque sea momentáneamente, libera a los humanos de sus preocupaciones. Por eso te digo que quien concede a los hombres la ilusión de creerse libres nunca puede ser tildado de infame.
¿Hacia una solucion austriaca?
lunes 1 de octubre de 2007
¿Hacia una solución austriaca?
Han sido tres noticias sucesivas de mucho calado. La primera, el Estatuto de Cataluña, que profundiza la ruptura de la unidad de mercado en España. La segunda, la amenaza de un referéndum montado por el Gobierno autónomo vasco, que aun aumentaría más ese riesgo. La tercera, las noticias que llegan sobre el contenido del proyecto de Presupuestos para 2008, porque el gasto público no se va a distribuir de acuerdo con criterios de rentabilidad máxima para el conjunto español. Lo que se ha aceptado, es una progresiva disgregación de la política económica, en función de ciertos intereses regionales que así intentan mejorar su situación. En el excelente «Prólogo» que Joaquín Leguina escribió para esa obra impagable de Francisco Sosa Wagner e Igor Sosa Mayor, «El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España» (Trotta, 5ª edición, 2007) se puede leer cómo «estamos pues ante un proceso interactivo cuyo impulso es la emulación y donde después de cada ronda de «café para todos» se abre otra nueva reivindicación por parte del «hecho diferencial»». Debe completarse esto con lo que, concretamente en relación con el caso de Cataluña, señala el profesor Barea en el reciente libro «Pensamiento económico de José Barea. El legado de un economista de Estado» (AECA, 2007): el Estatuto de Cataluña «regula cuestiones que afectan a las restantes Comunidades Autónomas de régimen común, al reducir la solidaridad exclusivamente a los servicios de educación, sanidad y otros servicios sociales del Estado del Bienestar, lo que perjudica especialmente a las Comunidades pobres».
Conviene, en este sentido, proyectar esto en un momento en que la crisis avanza con bastante rapidez. Ya, en 1928, siguiendo los pasos de Adam Smith, Allyn Young señaló cómo un mercado que se empequeñece -y eso es lo que sucede con estas realidades que surgen en España- liquida las posibilidades de desarrollo para todas y cada una de sus partes. Para España, Perpiñá Grau en «De Economía Hispana» (Labor, 1936) puntualizó esto más aun, para explicar males de nuestra economía.
Por otro lado, a efectos de comprobación mundial, Kindleberger, con su «caracol contractivo» lo puso de relieve, señala de que ahí, en el nacionalismo, estaba la raíz de esa implosión gigantesca que fue la Gran Depresión. La contrastación empírica de estas tesis se ofrecieron de modo escalofriante en el magnífico libro de Frederick Hertz, «The economic problem of the Danubian States. A study in economic nationalism» (Victor Gollancz, 1947). Tiene toda la razón Joseph Roth, en ese delicioso relato que es «El busto del Emperador» (cuidada traducción de Isabel García Adánez, Acantilado, 2004), al señalar que «unos años antes de la Gran Guerra... la que llamaban la «cuestión de las nacionalidades» empezó a ser un tema candente..., la frase previa de esa bestialidad -palabra que toma Roth de Grillparzer- que estamos viviendo ahora».
¿Hacia una solución austriaca?
Han sido tres noticias sucesivas de mucho calado. La primera, el Estatuto de Cataluña, que profundiza la ruptura de la unidad de mercado en España. La segunda, la amenaza de un referéndum montado por el Gobierno autónomo vasco, que aun aumentaría más ese riesgo. La tercera, las noticias que llegan sobre el contenido del proyecto de Presupuestos para 2008, porque el gasto público no se va a distribuir de acuerdo con criterios de rentabilidad máxima para el conjunto español. Lo que se ha aceptado, es una progresiva disgregación de la política económica, en función de ciertos intereses regionales que así intentan mejorar su situación. En el excelente «Prólogo» que Joaquín Leguina escribió para esa obra impagable de Francisco Sosa Wagner e Igor Sosa Mayor, «El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España» (Trotta, 5ª edición, 2007) se puede leer cómo «estamos pues ante un proceso interactivo cuyo impulso es la emulación y donde después de cada ronda de «café para todos» se abre otra nueva reivindicación por parte del «hecho diferencial»». Debe completarse esto con lo que, concretamente en relación con el caso de Cataluña, señala el profesor Barea en el reciente libro «Pensamiento económico de José Barea. El legado de un economista de Estado» (AECA, 2007): el Estatuto de Cataluña «regula cuestiones que afectan a las restantes Comunidades Autónomas de régimen común, al reducir la solidaridad exclusivamente a los servicios de educación, sanidad y otros servicios sociales del Estado del Bienestar, lo que perjudica especialmente a las Comunidades pobres».
Conviene, en este sentido, proyectar esto en un momento en que la crisis avanza con bastante rapidez. Ya, en 1928, siguiendo los pasos de Adam Smith, Allyn Young señaló cómo un mercado que se empequeñece -y eso es lo que sucede con estas realidades que surgen en España- liquida las posibilidades de desarrollo para todas y cada una de sus partes. Para España, Perpiñá Grau en «De Economía Hispana» (Labor, 1936) puntualizó esto más aun, para explicar males de nuestra economía.
Por otro lado, a efectos de comprobación mundial, Kindleberger, con su «caracol contractivo» lo puso de relieve, señala de que ahí, en el nacionalismo, estaba la raíz de esa implosión gigantesca que fue la Gran Depresión. La contrastación empírica de estas tesis se ofrecieron de modo escalofriante en el magnífico libro de Frederick Hertz, «The economic problem of the Danubian States. A study in economic nationalism» (Victor Gollancz, 1947). Tiene toda la razón Joseph Roth, en ese delicioso relato que es «El busto del Emperador» (cuidada traducción de Isabel García Adánez, Acantilado, 2004), al señalar que «unos años antes de la Gran Guerra... la que llamaban la «cuestión de las nacionalidades» empezó a ser un tema candente..., la frase previa de esa bestialidad -palabra que toma Roth de Grillparzer- que estamos viviendo ahora».
Sadomaso presidencial
lunes 1 de octubre de 2007
Sadomaso presidencial
Las relaciones de nuestros dirigentes con el amigo americano parecen inmunes a la racionalidad. Mucho se ha hablado de la conversión texana de Aznar. Pero tampoco deja de llamar la atención la irresistible atracción masoquista que parece sentir Zapatero hacia George Bush. El último fulgurante menosprecio no ha sido un acto sin precedentes. Ni una, ni dos, ni tres... todas las veces que nuestro presidente intentó cruzar cinco palabras con él recibió la misma respuesta. Esa ansiedad con que busca una y otra vez el desaire, ese continuo corre-corre tras quien le huye, ese incomprensible afán con el que se dispone a padecer de nuevo un desdén anunciado sólo se explican por algún oscuro impulso de sadomaso en sus relaciones con el esquivo hiperpotente.
No se entiende. Nunca le va a caer simpático, por más que se empeñe en hacer el pino en su presencia. Pero nuestro presidente nos representa a todos los españoles. Y esa reiteración masoquista es también una vejación a la dignidad nacional. Al margen de maleducados desplantes, como el de Zapatero con la bandera estadounidense, España ha pagado un altísimo precio en su solidaridad con EE.UU. en Afganistán, que no es exactamente un centro neurálgico para los intereses estratégicos de nuestro país.
Tal vez esa irracional persecución de la fotografía con el presidente norteamericano haya que buscarla en la histórica visceralidad de nuestras relaciones con Estados Unidos. Una potencia creativa, llena de energía y dinamismo, un gran país, pero al fin y al cabo habitado y gobernado por hombres. No se entienden ni la aversión que provoca en unos ni la supersticiosa adoración a la fuerza que le rinden otros. Aunque lo que menos se entiende es el paso de la aversión a la superstición experimentado por un flagelante Zapatero. Igual es más sencillo encuadrar las relaciones en función de los intereses compartidos de dos aliados.
Es verdad que cuando la guerra de Cuba nos hicieron una faena. También que son una gran potencia. Pero ni el odio corrige el pasado, ni la superstición garantiza la defensa del interés nacional.
Sadomaso presidencial
Las relaciones de nuestros dirigentes con el amigo americano parecen inmunes a la racionalidad. Mucho se ha hablado de la conversión texana de Aznar. Pero tampoco deja de llamar la atención la irresistible atracción masoquista que parece sentir Zapatero hacia George Bush. El último fulgurante menosprecio no ha sido un acto sin precedentes. Ni una, ni dos, ni tres... todas las veces que nuestro presidente intentó cruzar cinco palabras con él recibió la misma respuesta. Esa ansiedad con que busca una y otra vez el desaire, ese continuo corre-corre tras quien le huye, ese incomprensible afán con el que se dispone a padecer de nuevo un desdén anunciado sólo se explican por algún oscuro impulso de sadomaso en sus relaciones con el esquivo hiperpotente.
No se entiende. Nunca le va a caer simpático, por más que se empeñe en hacer el pino en su presencia. Pero nuestro presidente nos representa a todos los españoles. Y esa reiteración masoquista es también una vejación a la dignidad nacional. Al margen de maleducados desplantes, como el de Zapatero con la bandera estadounidense, España ha pagado un altísimo precio en su solidaridad con EE.UU. en Afganistán, que no es exactamente un centro neurálgico para los intereses estratégicos de nuestro país.
Tal vez esa irracional persecución de la fotografía con el presidente norteamericano haya que buscarla en la histórica visceralidad de nuestras relaciones con Estados Unidos. Una potencia creativa, llena de energía y dinamismo, un gran país, pero al fin y al cabo habitado y gobernado por hombres. No se entienden ni la aversión que provoca en unos ni la supersticiosa adoración a la fuerza que le rinden otros. Aunque lo que menos se entiende es el paso de la aversión a la superstición experimentado por un flagelante Zapatero. Igual es más sencillo encuadrar las relaciones en función de los intereses compartidos de dos aliados.
Es verdad que cuando la guerra de Cuba nos hicieron una faena. También que son una gran potencia. Pero ni el odio corrige el pasado, ni la superstición garantiza la defensa del interés nacional.
Almas gemelas en competencia
lunes 1 de octubre de 2007
Almas gemelas en competencia
Alguna vez hemos hablado aquí de lo mucho que se parecen el presidente Rodríguez Zapatero y los hermanos polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski, tanto en su forma sectaria e intrigante de gobernar como en sus resultados de dinamitación de los consensos básicos nacionales, exaltación de la revancha, ruptura del tejido social y utilización del poder, las leyes y los presupuestos en contra de los compatriotas críticos hacia ellos. Si en todo esto, Zapatero y los Kaczynski -cayó en la cuenta después el «Wall Street Journal»- se parecen como tres gotas de agua, lo cierto es que el presidente socialista tiene también un espíritu gemelo en el lendakari, Juan José Ibarretxe, que tiene muchos planes -anticonstitucionales, ilegales e imposibles- y se enfada terriblemente cuando se le sugiere que sus despropósitos se topan con todas las leyes, incluidas probablemente las de la físicas. El espíritu común desarrollado en estos últimos años por socialistas, nacionalistas y antorcheros antisistema, queda así plasmado en estos dos jóvenes políticos tan emprendedores y aseados de aspecto como poco pulcros en el trato de las leyes, el respeto y el sentido común.
Es cierto que, ante cualquier crítica, oposición, incomprensión o estupefacción hacia sus respectivos planes históricos de conquista obligada de la felicidad, Zapatero tiende más al insulto e Ibarretxe a la impostura plañidera, como demostró ayer una vez más en la campa de Foronda. Esto quizás se deba a que Zapatero no ha tenido jamás un trato social o profesional fuera de su partido mientras Ibarretxe ha podido pulir sus maneras en una carrera profesional tecnocrática en la que siempre queda mejor el lamento que el insulto. Sea como fuere, lo cierto es que el Juan José que ayer advertía que «no le temblaría el pulso» parecía ansioso por imitar al José Luis cuando anuncia que será «implacable». Y al advertir que intentará «honestamente, con todas las energías» llegar a ese acuerdo que consiste en que los demás se avengan a sus planes, parecía tener ensayado al Zapatero al que le salen «de las entrañas» los deseos de llegar a acuerdos con los terroristas. Si Zapatero nunca dejará «los esfuerzos por lograr la paz», Ibarretxe impresionaba ayer al auditorio con un «no nos quedaremos parados». ¿Qué hay de «ilegal» en «preguntar a la sociedad, en solicitar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino»?, se preguntó a su vez el lendakari. «¿De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve»? Aquí sí le pudo un poco la tendencia llorona. Zapatero habría dicho que la democracia avanzada consiste en que mujeres y hombres (por este orden) logren sus aspiraciones sea como sea.
No obstante, ha manifestado que no se pueden «quedar parados si las cosas no salen» como quieren. En este sentido, se preguntó «qué hay de "ilegal" en preguntar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino. De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve».
Convengamos en que tiene razón Ibarretxe en que, si el 34% de los catalanes que ratificó el estatuto es la sociedad a la que Zapatero prometió decidir al margen de la nación española, el algo más del 38% de los vascos que votó al tripartito vasco es un montonazo.
Aunque haya que decirle también al lendakari que para impresionar le hará falta algo más que el «picnic» de Foronda, nada espectacular. ¿Quizás un apoyo de ETA más contundente que la revista Zutabe con elogios al retorno a las esencias? No daremos ideas. También le hará falta que el gemelo muñidor gane las elecciones y vuelva con sus infinitas ansias de paz a coordinar con todas las fuerzas de Lizarra un suave y moderno programa cultural y político contra todo lo que signifique España en el País Vasco como ya sucede en Cataluña, una vez liquidadas las instituciones. Porque como amenaza a las instituciones democráticas fundadas en la Constitución, Ibarretxe tenía que organizar este akelarre de la convocatoria del referéndum para estar a la altura y competir con su gemelo de León.
Almas gemelas en competencia
Alguna vez hemos hablado aquí de lo mucho que se parecen el presidente Rodríguez Zapatero y los hermanos polacos Lech y Jaroslaw Kaczynski, tanto en su forma sectaria e intrigante de gobernar como en sus resultados de dinamitación de los consensos básicos nacionales, exaltación de la revancha, ruptura del tejido social y utilización del poder, las leyes y los presupuestos en contra de los compatriotas críticos hacia ellos. Si en todo esto, Zapatero y los Kaczynski -cayó en la cuenta después el «Wall Street Journal»- se parecen como tres gotas de agua, lo cierto es que el presidente socialista tiene también un espíritu gemelo en el lendakari, Juan José Ibarretxe, que tiene muchos planes -anticonstitucionales, ilegales e imposibles- y se enfada terriblemente cuando se le sugiere que sus despropósitos se topan con todas las leyes, incluidas probablemente las de la físicas. El espíritu común desarrollado en estos últimos años por socialistas, nacionalistas y antorcheros antisistema, queda así plasmado en estos dos jóvenes políticos tan emprendedores y aseados de aspecto como poco pulcros en el trato de las leyes, el respeto y el sentido común.
Es cierto que, ante cualquier crítica, oposición, incomprensión o estupefacción hacia sus respectivos planes históricos de conquista obligada de la felicidad, Zapatero tiende más al insulto e Ibarretxe a la impostura plañidera, como demostró ayer una vez más en la campa de Foronda. Esto quizás se deba a que Zapatero no ha tenido jamás un trato social o profesional fuera de su partido mientras Ibarretxe ha podido pulir sus maneras en una carrera profesional tecnocrática en la que siempre queda mejor el lamento que el insulto. Sea como fuere, lo cierto es que el Juan José que ayer advertía que «no le temblaría el pulso» parecía ansioso por imitar al José Luis cuando anuncia que será «implacable». Y al advertir que intentará «honestamente, con todas las energías» llegar a ese acuerdo que consiste en que los demás se avengan a sus planes, parecía tener ensayado al Zapatero al que le salen «de las entrañas» los deseos de llegar a acuerdos con los terroristas. Si Zapatero nunca dejará «los esfuerzos por lograr la paz», Ibarretxe impresionaba ayer al auditorio con un «no nos quedaremos parados». ¿Qué hay de «ilegal» en «preguntar a la sociedad, en solicitar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino»?, se preguntó a su vez el lendakari. «¿De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve»? Aquí sí le pudo un poco la tendencia llorona. Zapatero habría dicho que la democracia avanzada consiste en que mujeres y hombres (por este orden) logren sus aspiraciones sea como sea.
No obstante, ha manifestado que no se pueden «quedar parados si las cosas no salen» como quieren. En este sentido, se preguntó «qué hay de "ilegal" en preguntar a la sociedad que nos abra la puerta para iniciar un camino. De qué sirve el autogobierno, de qué sirve ser lehendakari de este país si no puedo preguntar a los hombres y mujeres qué pensáis acerca de las cosas, de qué sirve».
Convengamos en que tiene razón Ibarretxe en que, si el 34% de los catalanes que ratificó el estatuto es la sociedad a la que Zapatero prometió decidir al margen de la nación española, el algo más del 38% de los vascos que votó al tripartito vasco es un montonazo.
Aunque haya que decirle también al lendakari que para impresionar le hará falta algo más que el «picnic» de Foronda, nada espectacular. ¿Quizás un apoyo de ETA más contundente que la revista Zutabe con elogios al retorno a las esencias? No daremos ideas. También le hará falta que el gemelo muñidor gane las elecciones y vuelva con sus infinitas ansias de paz a coordinar con todas las fuerzas de Lizarra un suave y moderno programa cultural y político contra todo lo que signifique España en el País Vasco como ya sucede en Cataluña, una vez liquidadas las instituciones. Porque como amenaza a las instituciones democráticas fundadas en la Constitución, Ibarretxe tenía que organizar este akelarre de la convocatoria del referéndum para estar a la altura y competir con su gemelo de León.
Sin lider
lunes 1 de octubre de 2007
Sin líder
Medios de comunicación amigos y algún que otro socialista alarmado han tenido que arreglarle en las últimas horas a Zapatero la monumental dejación de autoridad del viernes cuando acogió la declaración de secesión de Ibarretxe con una propuesta de diálogo con el líder de la sublevación. El presidente quiso decir, aclararon, que aplicará la ley pero dialogará previamente con el sublevado para comunicárselo personalmente. Como lo hizo cuando envió al PSE a reunirse con el brazo político de ETA para pedirles, también personalmente, que dejaran de matar.
La intervención mediática para contrarrestar la incapacidad de reacción de Zapatero no podrá, sin embargo, evitar la percepción de ausencia de autoridad de su liderazgo. Y aún menos inventarle un liderazgo que ha consistido precisamente en el no liderazgo respecto a nacionalismos y terrorismo. En la renuncia a la autoridad y en la sustitución de la ley por el diálogo y el pacto, también con los delincuentes.
Cuando Zapatero anunció el diálogo, no fueron los transgresores de la ley los que cambiaron su conducta. Fue el propio presidente el que cambió la ley. Incluso contempló la posibilidad de derogar la Ley de Partidos. Y lo que no contempló sino que hizo fue derogar la figura delictiva introducida por el PP en el Código Penal para castigar la convocatoria de consultas ilegales. Para dialogar con Ibarretxe o con ETA.
Por eso el viernes no pudo improvisar otra respuesta que no fuera su propia política. Diálogo con los radicales aunque declaren la secesión. Aunque quieran destruir la Monarquía. Y aunque quieran seguir asesinando. Y ayer perseveró, tachando de alarmistas a los que denunciamos la gravedad de la situación y confundiendo la secesión con una estrategia electoral. Que es algo así como confundir las manifestaciones antimonárquicas con una maniobra de distracción. O los atentados de ETA con accidentes.
Y en los próximos seis meses no podrá improvisar otra línea de acción que no sea la misma de estos tres años. Ni entiende el nacionalismo ni el terrorismo. Ni tampoco la exigencia de Estado fuerte de la mayoría de los españoles.
Sin líder
Medios de comunicación amigos y algún que otro socialista alarmado han tenido que arreglarle en las últimas horas a Zapatero la monumental dejación de autoridad del viernes cuando acogió la declaración de secesión de Ibarretxe con una propuesta de diálogo con el líder de la sublevación. El presidente quiso decir, aclararon, que aplicará la ley pero dialogará previamente con el sublevado para comunicárselo personalmente. Como lo hizo cuando envió al PSE a reunirse con el brazo político de ETA para pedirles, también personalmente, que dejaran de matar.
La intervención mediática para contrarrestar la incapacidad de reacción de Zapatero no podrá, sin embargo, evitar la percepción de ausencia de autoridad de su liderazgo. Y aún menos inventarle un liderazgo que ha consistido precisamente en el no liderazgo respecto a nacionalismos y terrorismo. En la renuncia a la autoridad y en la sustitución de la ley por el diálogo y el pacto, también con los delincuentes.
Cuando Zapatero anunció el diálogo, no fueron los transgresores de la ley los que cambiaron su conducta. Fue el propio presidente el que cambió la ley. Incluso contempló la posibilidad de derogar la Ley de Partidos. Y lo que no contempló sino que hizo fue derogar la figura delictiva introducida por el PP en el Código Penal para castigar la convocatoria de consultas ilegales. Para dialogar con Ibarretxe o con ETA.
Por eso el viernes no pudo improvisar otra respuesta que no fuera su propia política. Diálogo con los radicales aunque declaren la secesión. Aunque quieran destruir la Monarquía. Y aunque quieran seguir asesinando. Y ayer perseveró, tachando de alarmistas a los que denunciamos la gravedad de la situación y confundiendo la secesión con una estrategia electoral. Que es algo así como confundir las manifestaciones antimonárquicas con una maniobra de distracción. O los atentados de ETA con accidentes.
Y en los próximos seis meses no podrá improvisar otra línea de acción que no sea la misma de estos tres años. Ni entiende el nacionalismo ni el terrorismo. Ni tampoco la exigencia de Estado fuerte de la mayoría de los españoles.
Entre boinas y farsantes
lunes 1 de octubre de 2007
Entre boinas y farsantes
Es curioso que el contenido de una publicación clandestina como lo es Zutabe de ETA traspase nuestras fronteras y trascienda hasta Alemania. Die Welt informaba ayer del mensaje de ETA aparecido en esa «revista», con el que los terroristas emplazan «a todos los vascos a luchar por la autonomía total de su región». El diario destacaba la determinación de los etarras «a abrir todos los frentes» después de que el Gobierno «no haya mostrado voluntad de aceptar ni siquiera unas condiciones mínimas» durante las negociaciones frustradas. «Todos los vascos deben luchar y concentrarse en la creación de un Estado vasco», decía el Zutabe en coincidencia con los planteamientos expresados por Ibarretxe. Bajo la imagen que acomapañaba la noticia -la de los tres etarras que en su día anunciaron el alto el fuego-, el diario alemán definía como «aterrador» el aspecto de los tres miembros de la banda, con sus boinas negras y pasamontañas blancos.
En Francia, Libération se hacía eco de que la Audiencia Nacional ha exigido que sean identificados algunos de los 400 partidarios del movimiento republicano que, en Cataluña, han quemado decenas de fotos de los Reyes como muestra de solidaridad con el joven independentista catalán Jaume Roura», detenido días atrás por idénticos hechos. Recogía, además, los reproches que «los conservadores del PP» han lanzado al tripartito catalán por «no hacer respetar la ley», junto con las revindicaciones de los «independentistas catalanes de Esquerra», que piden «libertad de expresión» y la despenalización de este tipo de conductas.
También es catalana la protagonista de la sorprendente historia conocida en los últimos días. Según recogía Clarín, «se hizo pasar por una famosa superviviente del 11-S». Tania Head «es una mitómana que jamás estuvo en la tragedia. En realidad, es Alicia Estévez Head, una catalana de Barcelona, ciudad donde ya se la conocía por sus fantasías y su compulsión a mentir». Su persona, o más bien aquella por la que se hacía pasar, ha sido objeto de «las más famosas historias del atentado. Tanto, que llegó a ser presidenta de la Red de Supervivientes del World Trade Center hasta que dos periodistas del New York Times descubrieron que todo era gran patraña».
Entre boinas y farsantes
Es curioso que el contenido de una publicación clandestina como lo es Zutabe de ETA traspase nuestras fronteras y trascienda hasta Alemania. Die Welt informaba ayer del mensaje de ETA aparecido en esa «revista», con el que los terroristas emplazan «a todos los vascos a luchar por la autonomía total de su región». El diario destacaba la determinación de los etarras «a abrir todos los frentes» después de que el Gobierno «no haya mostrado voluntad de aceptar ni siquiera unas condiciones mínimas» durante las negociaciones frustradas. «Todos los vascos deben luchar y concentrarse en la creación de un Estado vasco», decía el Zutabe en coincidencia con los planteamientos expresados por Ibarretxe. Bajo la imagen que acomapañaba la noticia -la de los tres etarras que en su día anunciaron el alto el fuego-, el diario alemán definía como «aterrador» el aspecto de los tres miembros de la banda, con sus boinas negras y pasamontañas blancos.
En Francia, Libération se hacía eco de que la Audiencia Nacional ha exigido que sean identificados algunos de los 400 partidarios del movimiento republicano que, en Cataluña, han quemado decenas de fotos de los Reyes como muestra de solidaridad con el joven independentista catalán Jaume Roura», detenido días atrás por idénticos hechos. Recogía, además, los reproches que «los conservadores del PP» han lanzado al tripartito catalán por «no hacer respetar la ley», junto con las revindicaciones de los «independentistas catalanes de Esquerra», que piden «libertad de expresión» y la despenalización de este tipo de conductas.
También es catalana la protagonista de la sorprendente historia conocida en los últimos días. Según recogía Clarín, «se hizo pasar por una famosa superviviente del 11-S». Tania Head «es una mitómana que jamás estuvo en la tragedia. En realidad, es Alicia Estévez Head, una catalana de Barcelona, ciudad donde ya se la conocía por sus fantasías y su compulsión a mentir». Su persona, o más bien aquella por la que se hacía pasar, ha sido objeto de «las más famosas historias del atentado. Tanto, que llegó a ser presidenta de la Red de Supervivientes del World Trade Center hasta que dos periodistas del New York Times descubrieron que todo era gran patraña».
Santiago Abascal, Carlos Herrera versus Ibarretxe...
Carlos Herrera versus Ibarretxe: un contraste en el País Vasco
Santiago Abascal
El jueves noche el periodista cantaba loas a España en San Sebastián. Horas después el lendakari lanzaba sus bravatas separadoras en Vitoria. Esperanza y delirio en pocas horas.1 de octubre de 2007. Este jueves, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) premiaba a Carlos Herrera en San Sebastián por su cercanía y sensibilidad con las víctimas del terrorismo. A la mañana siguiente, en Vitoria, Ibarretxe anunciaba la reedición de su cacareado plan secesionista para el cual necesitará los votos de ETA en el Parlamento Vasco. El jueves, Herrera cantó a las víctimas en la noche donostiarra; el viernes Ibarretxe rondó a ETA en la mañana vitoriana. Ante las víctimas Herrera defendió la legalidad y la bandera española, ante los verdugos Ibarretxe defendió la ilegalidad flagrante y el desafío a la democracia. Carlos fue el "fósforo" de la unidad y de España; el otro fue el forofo de la división y el fanatismo. Ante Regina Otaola, y las víctimas del separatismo, Herrera sin onda, en persona, dijo tragarse un pedazo de España. Ante las "verdugas" de EHAK, Ibarretxe dijo querer hacer de España, pedazos. Quienes presenciamos ambos actos y escuchamos las dos melodías pasamos del placer a la irritación, de la confianza a la amenaza, del ambiente amistoso y solemne en torno a Herrera y a los mártires, al clima hostil y de solemnidad boba de un lendakari que reclama a voces el bastón de los sicarios para aprobar su órdago (ilegal e ilegítimo con mayoría y sin ella) en el Parlamento vasco. Solo María San Gil, barquera de la verdad, cantando a España, y defendiendo a los vascos de verdad, a los vascos enteros, nos hizo recordar la noche donostiarra con Herrera y los perseguidos por los órdagos de unos y de otros nacionalistas. En ese juego maldito de "o gano o rompo la baraja", de "susto o muerte", de "o me das la razón o me la doy yo solito", palabras –casi poesías- como las de Herrera en Guipúzcoa son una ventolera de esperanza y de aire fresco. Y no hay error en ellas; ese pedazo de España que Carlos Herrera se tragó en San Sebastián será el paredón vasco contra el que Ibarretxe verá una y otra vez rebotar su manotada arisca, su gesto desafiante, su mentira y su delirio.
Santiago Abascal
El jueves noche el periodista cantaba loas a España en San Sebastián. Horas después el lendakari lanzaba sus bravatas separadoras en Vitoria. Esperanza y delirio en pocas horas.1 de octubre de 2007. Este jueves, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) premiaba a Carlos Herrera en San Sebastián por su cercanía y sensibilidad con las víctimas del terrorismo. A la mañana siguiente, en Vitoria, Ibarretxe anunciaba la reedición de su cacareado plan secesionista para el cual necesitará los votos de ETA en el Parlamento Vasco. El jueves, Herrera cantó a las víctimas en la noche donostiarra; el viernes Ibarretxe rondó a ETA en la mañana vitoriana. Ante las víctimas Herrera defendió la legalidad y la bandera española, ante los verdugos Ibarretxe defendió la ilegalidad flagrante y el desafío a la democracia. Carlos fue el "fósforo" de la unidad y de España; el otro fue el forofo de la división y el fanatismo. Ante Regina Otaola, y las víctimas del separatismo, Herrera sin onda, en persona, dijo tragarse un pedazo de España. Ante las "verdugas" de EHAK, Ibarretxe dijo querer hacer de España, pedazos. Quienes presenciamos ambos actos y escuchamos las dos melodías pasamos del placer a la irritación, de la confianza a la amenaza, del ambiente amistoso y solemne en torno a Herrera y a los mártires, al clima hostil y de solemnidad boba de un lendakari que reclama a voces el bastón de los sicarios para aprobar su órdago (ilegal e ilegítimo con mayoría y sin ella) en el Parlamento vasco. Solo María San Gil, barquera de la verdad, cantando a España, y defendiendo a los vascos de verdad, a los vascos enteros, nos hizo recordar la noche donostiarra con Herrera y los perseguidos por los órdagos de unos y de otros nacionalistas. En ese juego maldito de "o gano o rompo la baraja", de "susto o muerte", de "o me das la razón o me la doy yo solito", palabras –casi poesías- como las de Herrera en Guipúzcoa son una ventolera de esperanza y de aire fresco. Y no hay error en ellas; ese pedazo de España que Carlos Herrera se tragó en San Sebastián será el paredón vasco contra el que Ibarretxe verá una y otra vez rebotar su manotada arisca, su gesto desafiante, su mentira y su delirio.
Los actuales ataques al Rey son ataques contra España
Los actuales ataques al Rey son ataques contra España
Elsemanaldigital.com
1 de octubre de 2007. Juan Carlos I está siendo objeto de una serie de ataques sin precedentes. Nunca en nuestra democracia, y en realidad jamás desde los convulsos tiempos de la República y la Guerra Civil había habido un debate público tan áspero sobre la Jefatura del Estado. Pero la hostilidad organizada contra la figura del Rey tiene muchos matices, y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, contra sus obligaciones, está ignorando algunas de éstas.El Rey es, por una parte, jefe de una familia en la que está destinada a perpetuarse la Corona, porque España es desde 1978 una monarquía constitucional. Es por otra parte, en virtud del mismo texto constitucional y sin solución de continuidad con la situación anterior, jefe del Estado español. Y es, además, un símbolo. Precisamente en esa naturaleza simbólica se unen todas las dimensiones de la figura real, se concentran todos los ataques desde distintos puntos y se pone de manifiesto la mala defensa que del Rey hace el equipo gubernamental.Según el Título segundo, artículo 56, de la Constitución "el rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia", para lo cual se le asignan unas funciones y derechos. Sólo en otro lugar del texto de 1978 se habla de símbolos, y es el artículo 4, donde se define la bandera de España tras fundamentarse poco más arriba la Constitución en "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos". El Rey y la bandera, antes que otra cosa, son símbolos, y no es casual que los enemigos de la unidad nacional concentren sus ataques simbólicos en ambos, del mismo modo que con las leyes en la mano la defensa simbólica del Rey y de la bandera es hoy, a la vez, defensa de unos símbolos comunes y permanentes, defensa de la unidad de la nación y del Estado y sólo en último lugar defensa de la forma de gobierno monárquica y de su actual representante.El Gobierno, todos sus miembros y todas las fuerzas a él subordinadas tienen como deber la defensa de esos símbolos. Son bien conocidas las opiniones de Zapatero acerca de una hipotética "monarquía republicana" y sus pintorescas contradicciones en torno a una nación "concepto discutido y discutible". Aquí no hay ninguna discusión teórica sobre la mesa: se trata de que el Gobierno cumpla dentro de la Ley con todas sus obligaciones.La ofensiva simbólica emprendida por los republicanos, los independentistas y la extrema izquierda ya ha salido de Cataluña, y no es precisamente un juego. Para detenerla no basta recordar los méritos pasados de Don Juan Carlos a título personal, sino que es preciso afirmar sin duda ni matiz la unidad de España, la solidez de su jefatura y de sus símbolos y la firme voluntad de las instituciones que representan democráticamente al pueblo español de combatir todo ataque a esos principios constitucionales.Reducir la cuestión a una mera defensa personal del actual portador de la Corona es un error y una trampa intelectual. Quienes atentan en público hoy contra los símbolos de todos –a veces rebasando sin duda la libertad de expresión y las normas penales en vigor- no están preocupados por la vida privada del Rey, sino por lo que éste debe representar, como por lo que la bandera representa. Que el Gobierno afirme a título personal su lealtad al actual Rey no es más que una forma de incumplir su deber, que es más amplio frente a una amenaza más grave. Se está librando una batalla ante la opinión pública, está en juego nuestro futuro constitucional y el presidente por ahora mira hacia otro lado: seguramente hacia sus aliados electorales, responsables de la situación.
Elsemanaldigital.com
1 de octubre de 2007. Juan Carlos I está siendo objeto de una serie de ataques sin precedentes. Nunca en nuestra democracia, y en realidad jamás desde los convulsos tiempos de la República y la Guerra Civil había habido un debate público tan áspero sobre la Jefatura del Estado. Pero la hostilidad organizada contra la figura del Rey tiene muchos matices, y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, contra sus obligaciones, está ignorando algunas de éstas.El Rey es, por una parte, jefe de una familia en la que está destinada a perpetuarse la Corona, porque España es desde 1978 una monarquía constitucional. Es por otra parte, en virtud del mismo texto constitucional y sin solución de continuidad con la situación anterior, jefe del Estado español. Y es, además, un símbolo. Precisamente en esa naturaleza simbólica se unen todas las dimensiones de la figura real, se concentran todos los ataques desde distintos puntos y se pone de manifiesto la mala defensa que del Rey hace el equipo gubernamental.Según el Título segundo, artículo 56, de la Constitución "el rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia", para lo cual se le asignan unas funciones y derechos. Sólo en otro lugar del texto de 1978 se habla de símbolos, y es el artículo 4, donde se define la bandera de España tras fundamentarse poco más arriba la Constitución en "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos". El Rey y la bandera, antes que otra cosa, son símbolos, y no es casual que los enemigos de la unidad nacional concentren sus ataques simbólicos en ambos, del mismo modo que con las leyes en la mano la defensa simbólica del Rey y de la bandera es hoy, a la vez, defensa de unos símbolos comunes y permanentes, defensa de la unidad de la nación y del Estado y sólo en último lugar defensa de la forma de gobierno monárquica y de su actual representante.El Gobierno, todos sus miembros y todas las fuerzas a él subordinadas tienen como deber la defensa de esos símbolos. Son bien conocidas las opiniones de Zapatero acerca de una hipotética "monarquía republicana" y sus pintorescas contradicciones en torno a una nación "concepto discutido y discutible". Aquí no hay ninguna discusión teórica sobre la mesa: se trata de que el Gobierno cumpla dentro de la Ley con todas sus obligaciones.La ofensiva simbólica emprendida por los republicanos, los independentistas y la extrema izquierda ya ha salido de Cataluña, y no es precisamente un juego. Para detenerla no basta recordar los méritos pasados de Don Juan Carlos a título personal, sino que es preciso afirmar sin duda ni matiz la unidad de España, la solidez de su jefatura y de sus símbolos y la firme voluntad de las instituciones que representan democráticamente al pueblo español de combatir todo ataque a esos principios constitucionales.Reducir la cuestión a una mera defensa personal del actual portador de la Corona es un error y una trampa intelectual. Quienes atentan en público hoy contra los símbolos de todos –a veces rebasando sin duda la libertad de expresión y las normas penales en vigor- no están preocupados por la vida privada del Rey, sino por lo que éste debe representar, como por lo que la bandera representa. Que el Gobierno afirme a título personal su lealtad al actual Rey no es más que una forma de incumplir su deber, que es más amplio frente a una amenaza más grave. Se está librando una batalla ante la opinión pública, está en juego nuestro futuro constitucional y el presidente por ahora mira hacia otro lado: seguramente hacia sus aliados electorales, responsables de la situación.
A Mariano Rajoy alguin de su equipo le llevan como pollo sin cabeza
GARGANTA PROFUNDA
A Mariano Rajoy alguien de su equipo le lleva como pollo sin cabeza
Elsemanaldigital.com
Va de un lado para otro. Quizá con cierto sentimiento de que si deja de pedalear caerá. El ajuste de su agenda, desde fuera, desde luego no parece su fuerte.
1 de octubre de 2007. Mala planificación de la agenda popular de nuevo. Su última Convención sobre Vivienda fue fijada por las cabezas pensantes genovesas, precisamente, haciéndola coincidir con el debate de política general del País Vasco, donde Juan José Ibarretxe presentó la fecha para celebrar su referéndum soberanista. ¡Vaya tino! Ocurrió lo previsible: las propuestas de Mariano Rajoy en un asunto tan importante quedaron en el limbo informativo tapadas por el debate propiciado por el lendakari. ¡Mala suerte!Con todo, tanta mala suerte junta resulta sospechosa. "Más de uno anda bien escamado": al menos eso le ha parecido a Garganta Profunda tras charlar con dirigentes peperos. Porque, una de dos: o bien algunos no saben hacer su trabajo, y por ello merecerían ser enviados a tomarse un año sabático, o bien algunos son tan superficiales que ni siquiera se dan cuenta de lo que es importante. Dejemos a un lado a un Juan Costa, coordinador del programa electoral, que vive en el mundo de yupy. Miremos a un Ángel Acebes, responsable directo del desaguisado, por ser el secretario general, y a un Pío Garcia-Escudero, responsable de campaña. Por lo pronto, ambos, deberían empezar a hablar para buscar fórmulas leales de coordinación que permitan seleccionar las personas más eficaces para cada cometido. Después, sobre la marcha, a lo mejor, puede que incluso se entiendan dos amigos que durante tantos años se han entendido.
A Mariano Rajoy alguien de su equipo le lleva como pollo sin cabeza
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Va de un lado para otro. Quizá con cierto sentimiento de que si deja de pedalear caerá. El ajuste de su agenda, desde fuera, desde luego no parece su fuerte.
1 de octubre de 2007. Mala planificación de la agenda popular de nuevo. Su última Convención sobre Vivienda fue fijada por las cabezas pensantes genovesas, precisamente, haciéndola coincidir con el debate de política general del País Vasco, donde Juan José Ibarretxe presentó la fecha para celebrar su referéndum soberanista. ¡Vaya tino! Ocurrió lo previsible: las propuestas de Mariano Rajoy en un asunto tan importante quedaron en el limbo informativo tapadas por el debate propiciado por el lendakari. ¡Mala suerte!Con todo, tanta mala suerte junta resulta sospechosa. "Más de uno anda bien escamado": al menos eso le ha parecido a Garganta Profunda tras charlar con dirigentes peperos. Porque, una de dos: o bien algunos no saben hacer su trabajo, y por ello merecerían ser enviados a tomarse un año sabático, o bien algunos son tan superficiales que ni siquiera se dan cuenta de lo que es importante. Dejemos a un lado a un Juan Costa, coordinador del programa electoral, que vive en el mundo de yupy. Miremos a un Ángel Acebes, responsable directo del desaguisado, por ser el secretario general, y a un Pío Garcia-Escudero, responsable de campaña. Por lo pronto, ambos, deberían empezar a hablar para buscar fórmulas leales de coordinación que permitan seleccionar las personas más eficaces para cada cometido. Después, sobre la marcha, a lo mejor, puede que incluso se entiendan dos amigos que durante tantos años se han entendido.
Julian Garcia Candau, Fernando Alonso tiene el mas dificil todavia
lunes 1 de octubre de 2007
Fernando Alonso tiene el más difícil todavía Julián García Candau
La mañana del domingo nos alejó a Fernando Alonso del tercer título mundial de Fórmula 1. Por la tarde, otro asturiano en quien teníamos puestas muchas complacencias, Samuel Sánchez, se descolgó del grupo que disputó al sprint el Mundial de ciclismo.
Alonso no pudo acabar la carrera japonesa y ahora sus posibilidades de vencer son escasas, aunque no es imposible su vuelta a lo más alto de la clasificación. De la misma manera que él padeció el accidente en la mojada pista japonesa puede ocurrirle algo similar a su compañero y enemigo Hamilton, a quien cielos, tierra y la escudería MacLaren sonríen.
Había quienes llevaban sus sospechas sobre la escudería hasta el punto de considerar que le podían jugar una mala pasada al campeón. No fue así. Fueron las circunstancias, el clima adverso, las que posibilitaron el accidente del que, afortunadamente, salió ileso.
Al campeonato le quedan dos pruebas, Pekín y Río de Janeiro, y para que Alonso repita se tienen que dar demasiadas causalidades. Probablemente, no ganará y, sin embargo, de aquí al final se hablará de él y su futuro más que del de Hamilton, aunque éste acabe siendo el campeón más joven de la historia y el primero en ganar en su año de debú.
Las esperanzas puestas en el ciclismo, en la posibilidad de que Óscar Freire ganara el cuarto título mundial, con lo que se convertiría en el único de la historia, se esfumaron. Alejandro Valverde, quien fue protagonista de las jornadas previas por su pleito con la Unión Ciclista Internacional, que ganó en el tribunal suizo, no contó para la victoria. Freire se quedó colgado en el pelotón y no llegó a disputar el sprint al italiano Bettini, quien era quien más le temía.
Samuel Sánchez estuvo entre los mejores, pero también se quedó en el corte definitivo. El deportes esta vez no nos fue sobre ruedas.
Fernando Alonso tiene el más difícil todavía Julián García Candau
La mañana del domingo nos alejó a Fernando Alonso del tercer título mundial de Fórmula 1. Por la tarde, otro asturiano en quien teníamos puestas muchas complacencias, Samuel Sánchez, se descolgó del grupo que disputó al sprint el Mundial de ciclismo.
Alonso no pudo acabar la carrera japonesa y ahora sus posibilidades de vencer son escasas, aunque no es imposible su vuelta a lo más alto de la clasificación. De la misma manera que él padeció el accidente en la mojada pista japonesa puede ocurrirle algo similar a su compañero y enemigo Hamilton, a quien cielos, tierra y la escudería MacLaren sonríen.
Había quienes llevaban sus sospechas sobre la escudería hasta el punto de considerar que le podían jugar una mala pasada al campeón. No fue así. Fueron las circunstancias, el clima adverso, las que posibilitaron el accidente del que, afortunadamente, salió ileso.
Al campeonato le quedan dos pruebas, Pekín y Río de Janeiro, y para que Alonso repita se tienen que dar demasiadas causalidades. Probablemente, no ganará y, sin embargo, de aquí al final se hablará de él y su futuro más que del de Hamilton, aunque éste acabe siendo el campeón más joven de la historia y el primero en ganar en su año de debú.
Las esperanzas puestas en el ciclismo, en la posibilidad de que Óscar Freire ganara el cuarto título mundial, con lo que se convertiría en el único de la historia, se esfumaron. Alejandro Valverde, quien fue protagonista de las jornadas previas por su pleito con la Unión Ciclista Internacional, que ganó en el tribunal suizo, no contó para la victoria. Freire se quedó colgado en el pelotón y no llegó a disputar el sprint al italiano Bettini, quien era quien más le temía.
Samuel Sánchez estuvo entre los mejores, pero también se quedó en el corte definitivo. El deportes esta vez no nos fue sobre ruedas.
Antonio Cubero, Naufragio en Fuji y "pajara" en Sttutgar
lunes 1 de octubre de 2007
Naufragio en Fuji y ‘pájara’ en Sttutgar Antonio Cubero
Por unas horas todavía pudimos soñar con que el duelo Hamilton-Alonso iba a seguir igual de apretado que lo estaba antes de la disputa del Gran Premio de Japón, dos puntos entre el inglés y el español, pero nuesra esperanza cayó en saco roto cuando la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) confirmó oficialmente la victoria de Lewis Hamilton en el Gran Premio de Japón tras siete horas de deliberaciones. El líder del Mundial tuvo que aclarar su actitud al volante durante el segundo ‘safety car’, que salió tras el accidente de Fernando Alonso, al realizar frenados arriesgados.
Suplicamos para que se cumplieran las predicciones meteorológicas y la lluvia cayera sobre el asfalto de Fuji, pero esta lluvia fue más un castigo en forma de naufragio que aleja a Alonso a doce puntos del Mundial que la compañera con la que tanto le gusta correr al asturiano. Ahora sólo cabe seguir soñando con que las grandes citas de China y Brasil con las que se echa el telón al Mundial sean propicias a Alonso, que, no seamos fariseos, necesitará para su enemigo-compañero algo similar a lo que le sucedió ayer a él para que no puntúe en ambas carreras y el asturiano sume trece puntos como mínimo o doce si logra el triunfo en una de ellas.
Y del descorazonador madrugón automovilístico de la jornada dominical a la pesada sobremesa ciclista de un Mundial en ruta que supuso una gran decepción con la ‘pájara’ casi generalizada de la selección española comandada por Óscar Freire, que buscaba su cuarto maillot arco iris, Alejandro Valverde, absuelto por el TAs como presunto implicado en la Operación Puerto, y Samuel Sánchez, un tapado con sobrada categoría para sorprender al pelotón mundialista.
En Sttutgar no había que luchar contra los elementos como Alonso en Fuji, nuestros ciclistas tenían que dinamitar con la estrategia el mayor poderío físico de las escuadras italiana, alemana y rusa que acapararon el podio de honor. Ni Freire, ni Valderde, ni Sánchez, escoltados por un equipo que llevaba la vitola de favorito, estuvieron a la altura necesaria parta subir al cajón de las medallas. El ciclismo español languidece un pooco más.
acubero@estrelladigital.es
Naufragio en Fuji y ‘pájara’ en Sttutgar Antonio Cubero
Por unas horas todavía pudimos soñar con que el duelo Hamilton-Alonso iba a seguir igual de apretado que lo estaba antes de la disputa del Gran Premio de Japón, dos puntos entre el inglés y el español, pero nuesra esperanza cayó en saco roto cuando la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) confirmó oficialmente la victoria de Lewis Hamilton en el Gran Premio de Japón tras siete horas de deliberaciones. El líder del Mundial tuvo que aclarar su actitud al volante durante el segundo ‘safety car’, que salió tras el accidente de Fernando Alonso, al realizar frenados arriesgados.
Suplicamos para que se cumplieran las predicciones meteorológicas y la lluvia cayera sobre el asfalto de Fuji, pero esta lluvia fue más un castigo en forma de naufragio que aleja a Alonso a doce puntos del Mundial que la compañera con la que tanto le gusta correr al asturiano. Ahora sólo cabe seguir soñando con que las grandes citas de China y Brasil con las que se echa el telón al Mundial sean propicias a Alonso, que, no seamos fariseos, necesitará para su enemigo-compañero algo similar a lo que le sucedió ayer a él para que no puntúe en ambas carreras y el asturiano sume trece puntos como mínimo o doce si logra el triunfo en una de ellas.
Y del descorazonador madrugón automovilístico de la jornada dominical a la pesada sobremesa ciclista de un Mundial en ruta que supuso una gran decepción con la ‘pájara’ casi generalizada de la selección española comandada por Óscar Freire, que buscaba su cuarto maillot arco iris, Alejandro Valverde, absuelto por el TAs como presunto implicado en la Operación Puerto, y Samuel Sánchez, un tapado con sobrada categoría para sorprender al pelotón mundialista.
En Sttutgar no había que luchar contra los elementos como Alonso en Fuji, nuestros ciclistas tenían que dinamitar con la estrategia el mayor poderío físico de las escuadras italiana, alemana y rusa que acapararon el podio de honor. Ni Freire, ni Valderde, ni Sánchez, escoltados por un equipo que llevaba la vitola de favorito, estuvieron a la altura necesaria parta subir al cajón de las medallas. El ciclismo español languidece un pooco más.
acubero@estrelladigital.es
Ignacio del Rio, Iraq y Aznar
lunes 1 de octubre de 2007
Iraq y Aznar Ignacio del Río
Aznar: “Es muy importante contar con una resolución. No es lo mismo actuar con ella que sin ella. Sería muy conveniente contar en el Consejo de Seguridad con una mayoría que apoyase esa resolución”.
Aznar a Bush: “Estoy de acuerdo, pero sería bueno contar con el máximo número de gente posible. Ten un poco de paciencia”.
Bush a Zapatero: “Hola. Qué tal está”.
Zapatero a Bush: “Brbrbrbrbr” (ininteligible).
El País ha hecho el mayor favor a Aznar publicando parte de las actas de las conversaciones entre Bush y Aznar con motivo de la invasión de Iraq. Una página, la de El País, que debería estar colgada en la web del PP a doble columna con las imágenes de Bush y Zapatero en la cumbre de Naciones Unidas, por mucho que se diga que Rajoy matiza la “doctrina Aznar”, que no es otra que la validez de la resolución 1.414 como cobertura de legalidad internacional, completada por la 1.511, de octubre del 2003, que ampara a los países que actualmente tienen tropas desplazadas a Iraq.
Rajoy tenía que haber defendido “la convalidación” por el Consejo de Seguridad de la intervención militar en Iraq, como consecuencia de la suma de las dos resoluciones. La convalidación en el Derecho es una fina institución con origen en el Derecho Canónico que hunde su fundamento en la sanatio in radice, algo que hubiera tenido que explicar a Zapatero.
En cualquier caso, más allá del debate sobre la legalidad internacional, en un mundo lleno de flagrantes y horribles atrocidades, es evidente que teníamos un presidente del Gobierno que dialogaba con el presidente de Estados Unidos de Norteamérica, que le transmitía sus opiniones y que el presidente de la primera potencia escuchaba lo que decía. Una relación que sólo puede ser motivo de orgullo y satisfacción, además de aportarnos tranquilidad, salvo que el modelo existencial a que se aspire esté a medio camino ente la Venezuela de Chávez, la Cuba de Fidel y la Turquía de Erdogan.
El cambio proporcionado por Zapatero tiene sus raíces en el antiamericanismo hippie de los 70 y recrea la identificación de la izquierda con los movimientos revolucionarios dirigidos a gritar “yankies go home” en busca del paraíso, hoy perdido, de la utopía socialista. Un complejo que había superado el PSOE de Felipe González, el de la OTAN y el de “prefiero que me atraquen en el metro de Nueva York a vivir en Moscú”, pero que se ha reactivado con Zapatero, que vive anclado en un pasado irredento. Y se queda feliz cuando Bush le saluda con la canción de “Hola, qué tal”, que cantaba unos dibujos animados de pequeños gnomos azules conocidos como los pitufos.
Cuando Sarkozy y Merkel retoman en sus países una política internacional atlantista, Zapatero quiere liderar el movimiento contra el cambio climático, una vez que ha capotado la Alianza de Civilizaciones. Una absoluta desorientación en las relaciones internacionales y una total imprudencia en la política nacional, donde los pitufos nacionalistas locales montan día tras día un espectáculo, ante el asombro, la paciencia y el hartazgo de la mayoría de los ciudadanos.
El siguiente movimiento no sólo es jaque al Rey, también es jaque mate a cinco siglos de historia y a un proyecto de futuro plenamente integrado en las democracias occidentales, por muchos nubarrones financieros o sociales que nos atemoricen. Sin identidad no te reconoces; sin símbolos no hay identidad, y sin la defensa de los valores y principios de nuestra cultura, sólo se produce la disolución de nuestra sociedad. No se puede calificar de desvarío la declaración de Ibarretxe cuando es un claro desafío, porque si de locura se tratase lo que habría que hacer es incapacitarlo para estar al frente de una institución del Estado.
Teníamos un presidente que sin duda cometió errores, pero defendió un modelo de país, en libertad y con democracia, capaz de estar en las decisiones de las grandes potencias. Y encima bajó el déficit que dejó Solbes del 7% al 3%. Indudablemente, en el cambio hemos empeorado.
Iraq y Aznar Ignacio del Río
Aznar: “Es muy importante contar con una resolución. No es lo mismo actuar con ella que sin ella. Sería muy conveniente contar en el Consejo de Seguridad con una mayoría que apoyase esa resolución”.
Aznar a Bush: “Estoy de acuerdo, pero sería bueno contar con el máximo número de gente posible. Ten un poco de paciencia”.
Bush a Zapatero: “Hola. Qué tal está”.
Zapatero a Bush: “Brbrbrbrbr” (ininteligible).
El País ha hecho el mayor favor a Aznar publicando parte de las actas de las conversaciones entre Bush y Aznar con motivo de la invasión de Iraq. Una página, la de El País, que debería estar colgada en la web del PP a doble columna con las imágenes de Bush y Zapatero en la cumbre de Naciones Unidas, por mucho que se diga que Rajoy matiza la “doctrina Aznar”, que no es otra que la validez de la resolución 1.414 como cobertura de legalidad internacional, completada por la 1.511, de octubre del 2003, que ampara a los países que actualmente tienen tropas desplazadas a Iraq.
Rajoy tenía que haber defendido “la convalidación” por el Consejo de Seguridad de la intervención militar en Iraq, como consecuencia de la suma de las dos resoluciones. La convalidación en el Derecho es una fina institución con origen en el Derecho Canónico que hunde su fundamento en la sanatio in radice, algo que hubiera tenido que explicar a Zapatero.
En cualquier caso, más allá del debate sobre la legalidad internacional, en un mundo lleno de flagrantes y horribles atrocidades, es evidente que teníamos un presidente del Gobierno que dialogaba con el presidente de Estados Unidos de Norteamérica, que le transmitía sus opiniones y que el presidente de la primera potencia escuchaba lo que decía. Una relación que sólo puede ser motivo de orgullo y satisfacción, además de aportarnos tranquilidad, salvo que el modelo existencial a que se aspire esté a medio camino ente la Venezuela de Chávez, la Cuba de Fidel y la Turquía de Erdogan.
El cambio proporcionado por Zapatero tiene sus raíces en el antiamericanismo hippie de los 70 y recrea la identificación de la izquierda con los movimientos revolucionarios dirigidos a gritar “yankies go home” en busca del paraíso, hoy perdido, de la utopía socialista. Un complejo que había superado el PSOE de Felipe González, el de la OTAN y el de “prefiero que me atraquen en el metro de Nueva York a vivir en Moscú”, pero que se ha reactivado con Zapatero, que vive anclado en un pasado irredento. Y se queda feliz cuando Bush le saluda con la canción de “Hola, qué tal”, que cantaba unos dibujos animados de pequeños gnomos azules conocidos como los pitufos.
Cuando Sarkozy y Merkel retoman en sus países una política internacional atlantista, Zapatero quiere liderar el movimiento contra el cambio climático, una vez que ha capotado la Alianza de Civilizaciones. Una absoluta desorientación en las relaciones internacionales y una total imprudencia en la política nacional, donde los pitufos nacionalistas locales montan día tras día un espectáculo, ante el asombro, la paciencia y el hartazgo de la mayoría de los ciudadanos.
El siguiente movimiento no sólo es jaque al Rey, también es jaque mate a cinco siglos de historia y a un proyecto de futuro plenamente integrado en las democracias occidentales, por muchos nubarrones financieros o sociales que nos atemoricen. Sin identidad no te reconoces; sin símbolos no hay identidad, y sin la defensa de los valores y principios de nuestra cultura, sólo se produce la disolución de nuestra sociedad. No se puede calificar de desvarío la declaración de Ibarretxe cuando es un claro desafío, porque si de locura se tratase lo que habría que hacer es incapacitarlo para estar al frente de una institución del Estado.
Teníamos un presidente que sin duda cometió errores, pero defendió un modelo de país, en libertad y con democracia, capaz de estar en las decisiones de las grandes potencias. Y encima bajó el déficit que dejó Solbes del 7% al 3%. Indudablemente, en el cambio hemos empeorado.
Primo Gonzalez, Dudas y certezas
lunes 1 de octubre de 2007
Dudas y certezas - Primo González -
Entramos en una semana en la que de nuevo van a ser protagonistas los tipos de interés, a reserva de que además lo sea alguna entidad con problemas de liquidez, como se dice en los mercados. No acaba de despejarse del todo la sospecha de que aún hemos de ver algún percance de dimensiones significativas mientras observamos la denodada batalla del Northern Rock por encontrar liquidez y resolver sus problemas de forma satisfactoria. Las bolsas han recuperado algo de terreno esta semana, pero el clima de desconfianza ha impedido que los valores del sector financiero participaran en esta subida. La mayor parte de ellos sigue en estricta vigilancia, por lo que las subidas de la renta variable en Europa han de sustentarse en otros valores, como las telecomunicaciones.
La semana que empieza inicia el cuarto trimestre del año, de forma que será motivo para formular los primeros avances de lo que ha sucedido en el trimestre que acaba de concluir, caracterizado en conjunto por convulsiones de naturaleza novedosa para la mayor parte de los inversores. Entramos en este cuarto trimestre del año con más dudas que certezas, ya que no sólo estamos a la espera de conocer nuevos detalles de la crisis hipotecaria sino de evaluar con mayor precisión el impacto que ha podido tener la crisis financiera en la economía real y, a la postre, en las variables macroeconómicas. Se dice que se van a producir algunos recortes en las previsiones económicas, pero aún se tienen pocas aproximaciones respecto a su intensidad.
Los inversores han de reforzar sus cautelas en las últimas semanas, pero en donde verdaderamente están ganando dinero los inversores es en los mercados de renta variable y en los fondos de inversión que actúan en las bolsas. Una adecuada combinación de riesgo y cautela parece la medicina más apropiada, pero sin alejarse mucho de los mercados de renta variable.
Dudas y certezas - Primo González -
Entramos en una semana en la que de nuevo van a ser protagonistas los tipos de interés, a reserva de que además lo sea alguna entidad con problemas de liquidez, como se dice en los mercados. No acaba de despejarse del todo la sospecha de que aún hemos de ver algún percance de dimensiones significativas mientras observamos la denodada batalla del Northern Rock por encontrar liquidez y resolver sus problemas de forma satisfactoria. Las bolsas han recuperado algo de terreno esta semana, pero el clima de desconfianza ha impedido que los valores del sector financiero participaran en esta subida. La mayor parte de ellos sigue en estricta vigilancia, por lo que las subidas de la renta variable en Europa han de sustentarse en otros valores, como las telecomunicaciones.
La semana que empieza inicia el cuarto trimestre del año, de forma que será motivo para formular los primeros avances de lo que ha sucedido en el trimestre que acaba de concluir, caracterizado en conjunto por convulsiones de naturaleza novedosa para la mayor parte de los inversores. Entramos en este cuarto trimestre del año con más dudas que certezas, ya que no sólo estamos a la espera de conocer nuevos detalles de la crisis hipotecaria sino de evaluar con mayor precisión el impacto que ha podido tener la crisis financiera en la economía real y, a la postre, en las variables macroeconómicas. Se dice que se van a producir algunos recortes en las previsiones económicas, pero aún se tienen pocas aproximaciones respecto a su intensidad.
Los inversores han de reforzar sus cautelas en las últimas semanas, pero en donde verdaderamente están ganando dinero los inversores es en los mercados de renta variable y en los fondos de inversión que actúan en las bolsas. Una adecuada combinación de riesgo y cautela parece la medicina más apropiada, pero sin alejarse mucho de los mercados de renta variable.
Alberto Miguez, Exhibiciones impudicas
lunes 1 de octubre de 2007
Exhibiciones impúdicas Alberto Míguez
Todo indica que la chispa que encendió el actual incendio que destruye Birmania partió de la indignación popular por la suntuosa boda de la hija del jefe militar de la dictadura, precisamente en un país donde la miseria, la desigualdad y la violencia constituyen las señas de identidad de un régimen tan misterioso como bochornoso.
Las bodas o bodorrios con sus impúdicas exhibiciones de riqueza y prepotencia suelen tener pésima prensa y a veces terminan como el rosario de la aurora. Aunque las celebraciones del milenario del sah nada tenían que ver con una boda, constituyeron el toque de diana de una rebelión que traería a Jomeini y acabaría con el más seguro y desvergonzado de los aliados de Occidente en la zona.
Las dictaduras suelen aprovechar estas mundanidades para mostrar ante el mundo su riqueza, opulencia y poderío. Pero la gente suele reaccionar ante este tipo de espectáculos a pedradas.
En países como Marruecos no son necesarios las bodas ni los espectáculos sociales de este tipo para que se produzca el estallido de las masas. Estamos en una situación muy próxima a una rebelión popular, aunque ni los medios de comunicación europeos ni por supuesto los españoles hayan dicho ni “mu”. Todo simple y únicamente porque en algunas zonas del país los precios del pan han subido espectacularmente. Y en un país como Marruecos, donde el pan sigue siendo el alimento principal y popular, hay una larga tradición de levantamientos populares por la subida de precio de éste o de la sémola.
Acaba de morir en París uno de los más crueles y activos verdugos marroquíes, El Basri, gran visir y durante muchos años ministro del Interior. En diversas ocasiones debió sacar las tropas a la calle para neutralizar alguna de estas rebeliones del pan que se cuentan con los dedos de una mano en los últimos años. Veremos qué ocurre ahora en caso de que, como muchos temen, la turbulencia se extienda.
La corte marroquí vive entre el exhibicionismo impúdico y el lujo asiático. La gente lo sabe y calla hasta que las medinas y los grandes bazares de las ciudades se convierten en volcanes. Controlar estos fenómenos es muy difícil: hay que recurrir a los soldados y a la Policía. No hay que excluir que ahora algo parecido pueda reproducirse.
El problema de las dictaduras es que no aprenden ni de la historia doméstica ni de los ejemplos foráneos. Al lado de Marruecos se está gestando de nuevo una guerra cívico-religiosa y aquí —en España— nadie parece darse por aludido, es decir, nadie contempla con la inquietud e intranquilidad que merecen estas explosiones de la rama argelina de Al Qaeda. Algo tiene que ver también en esta situación un régimen en el que la corrupción es evidente pese a la riqueza energética (gas y petróleo) de que el pueblo no disfruta.
Ojalá no nos hallemos en vísperas de nuevos estallidos en los dos grandes países del Magreb. El origen de tales sería diferente, la gravedad y las consecuencias nos afectarían y mucho a los países ribereños del norte Mediterráneo.
Exhibiciones impúdicas Alberto Míguez
Todo indica que la chispa que encendió el actual incendio que destruye Birmania partió de la indignación popular por la suntuosa boda de la hija del jefe militar de la dictadura, precisamente en un país donde la miseria, la desigualdad y la violencia constituyen las señas de identidad de un régimen tan misterioso como bochornoso.
Las bodas o bodorrios con sus impúdicas exhibiciones de riqueza y prepotencia suelen tener pésima prensa y a veces terminan como el rosario de la aurora. Aunque las celebraciones del milenario del sah nada tenían que ver con una boda, constituyeron el toque de diana de una rebelión que traería a Jomeini y acabaría con el más seguro y desvergonzado de los aliados de Occidente en la zona.
Las dictaduras suelen aprovechar estas mundanidades para mostrar ante el mundo su riqueza, opulencia y poderío. Pero la gente suele reaccionar ante este tipo de espectáculos a pedradas.
En países como Marruecos no son necesarios las bodas ni los espectáculos sociales de este tipo para que se produzca el estallido de las masas. Estamos en una situación muy próxima a una rebelión popular, aunque ni los medios de comunicación europeos ni por supuesto los españoles hayan dicho ni “mu”. Todo simple y únicamente porque en algunas zonas del país los precios del pan han subido espectacularmente. Y en un país como Marruecos, donde el pan sigue siendo el alimento principal y popular, hay una larga tradición de levantamientos populares por la subida de precio de éste o de la sémola.
Acaba de morir en París uno de los más crueles y activos verdugos marroquíes, El Basri, gran visir y durante muchos años ministro del Interior. En diversas ocasiones debió sacar las tropas a la calle para neutralizar alguna de estas rebeliones del pan que se cuentan con los dedos de una mano en los últimos años. Veremos qué ocurre ahora en caso de que, como muchos temen, la turbulencia se extienda.
La corte marroquí vive entre el exhibicionismo impúdico y el lujo asiático. La gente lo sabe y calla hasta que las medinas y los grandes bazares de las ciudades se convierten en volcanes. Controlar estos fenómenos es muy difícil: hay que recurrir a los soldados y a la Policía. No hay que excluir que ahora algo parecido pueda reproducirse.
El problema de las dictaduras es que no aprenden ni de la historia doméstica ni de los ejemplos foráneos. Al lado de Marruecos se está gestando de nuevo una guerra cívico-religiosa y aquí —en España— nadie parece darse por aludido, es decir, nadie contempla con la inquietud e intranquilidad que merecen estas explosiones de la rama argelina de Al Qaeda. Algo tiene que ver también en esta situación un régimen en el que la corrupción es evidente pese a la riqueza energética (gas y petróleo) de que el pueblo no disfruta.
Ojalá no nos hallemos en vísperas de nuevos estallidos en los dos grandes países del Magreb. El origen de tales sería diferente, la gravedad y las consecuencias nos afectarían y mucho a los países ribereños del norte Mediterráneo.
Inocencio Arias, Ahmahineyad, ¿ridiculo o exito?
lunes 1 de octubre de 2007
Ahmadineyad, ¿ridículo o éxito? Inocencio Arias
Repasando los medios de información de Estados Unidos de los últimos años será difícil encontrar un dirigente extranjero que en 3 días haya tenido más repercusión que el iraní Ahmadineyad.
Negar que entre los millones de iraníes pueda haber homosexuales ciertamente ha amplificado el eco de su visita a la ONU y a Nueva York. Humoristas y dibujantes se han desternillado de risa y periódicos serios ya sacan reportajes sobre cómo vive la comunidad gay en Teherán con artículos con el encabezamiento de “Me llamo Amir. Soy iraní y homosexual”.
La afirmación insólita le habrá hecho aparecer como un totalitario descerebrado ante muchos lectores occidentales, pero hay que preguntarse si, con su visita, Ahmadineyad no habrá llegado con éxito a dos audiencias para él más significativas, su opinión pública y la del mundo islámico. El acto en la Universidad de Columbia es un buen ejemplo. Cubierto por doscientos periodistas, bastantes islámicos, el acontecimiento había suscitado enorme polémica al proporcionar a Ahmadineyad, un dirigente que quiere hacer desaparecer a Israel del mapa, un púlpito sonoro y privilegiado. Aunque se impuso el ejercicio de la libertad de expresión, innumerables comentaristas, incluso liberales, se indignaron arguyendo que no puedes cambiar la mente de un rematado totalitario a través del diálogo. Se acusó a la Universidad de haber sido igualmente complaciente con dirigentes nazis y fascistas italianos en los treinta.
Para compensar la avalancha de críticas, el rector pasó a la ofensiva... en la presentación de su invitado llamándolo entre otras cosas “dictador mezquino y cruel”. La grosería, incluso para patrones occidentales, de insultar a tu invitado ha tenido que jugar a favor del presidente iraní entre el público islámico. Bollinger, el rector, quebrantando las reglas elementales de la urbanidad, un “ataque sionista”, se ha dicho en Irán, mientras Ahmadineyad parecía digno y contenido. En Teherán, el opositor Mohsen Mirdamadi comentaba que el incidente había reforzado la imagen del presidente en casa.
Su afirmación posteriormente en la ONU de que se fuma un puro con las resoluciones del Consejo que le exigen que detenga su programa nuclear y, gracias a la actitud de Rusia y China, el logro de unos meses de negociaciones sobre el asunto habrá reforzado su imagen entre los islámicos. Es el líder incontestado que se opone a los malos, Israel y Estados Unidos.
Mientras en este país, los analistas, aún conscientes del peligro de la bomba iraní, escaldados con su pasividad hace cinco años ante la guerra de Iraq, no se animan a subrayar la amenaza que plantea Teherán para no darle alas otra vez a los neoconservadores o partidarios de una nueva intervención.
Ahmadineyad, ¿ridículo o éxito? Inocencio Arias
Repasando los medios de información de Estados Unidos de los últimos años será difícil encontrar un dirigente extranjero que en 3 días haya tenido más repercusión que el iraní Ahmadineyad.
Negar que entre los millones de iraníes pueda haber homosexuales ciertamente ha amplificado el eco de su visita a la ONU y a Nueva York. Humoristas y dibujantes se han desternillado de risa y periódicos serios ya sacan reportajes sobre cómo vive la comunidad gay en Teherán con artículos con el encabezamiento de “Me llamo Amir. Soy iraní y homosexual”.
La afirmación insólita le habrá hecho aparecer como un totalitario descerebrado ante muchos lectores occidentales, pero hay que preguntarse si, con su visita, Ahmadineyad no habrá llegado con éxito a dos audiencias para él más significativas, su opinión pública y la del mundo islámico. El acto en la Universidad de Columbia es un buen ejemplo. Cubierto por doscientos periodistas, bastantes islámicos, el acontecimiento había suscitado enorme polémica al proporcionar a Ahmadineyad, un dirigente que quiere hacer desaparecer a Israel del mapa, un púlpito sonoro y privilegiado. Aunque se impuso el ejercicio de la libertad de expresión, innumerables comentaristas, incluso liberales, se indignaron arguyendo que no puedes cambiar la mente de un rematado totalitario a través del diálogo. Se acusó a la Universidad de haber sido igualmente complaciente con dirigentes nazis y fascistas italianos en los treinta.
Para compensar la avalancha de críticas, el rector pasó a la ofensiva... en la presentación de su invitado llamándolo entre otras cosas “dictador mezquino y cruel”. La grosería, incluso para patrones occidentales, de insultar a tu invitado ha tenido que jugar a favor del presidente iraní entre el público islámico. Bollinger, el rector, quebrantando las reglas elementales de la urbanidad, un “ataque sionista”, se ha dicho en Irán, mientras Ahmadineyad parecía digno y contenido. En Teherán, el opositor Mohsen Mirdamadi comentaba que el incidente había reforzado la imagen del presidente en casa.
Su afirmación posteriormente en la ONU de que se fuma un puro con las resoluciones del Consejo que le exigen que detenga su programa nuclear y, gracias a la actitud de Rusia y China, el logro de unos meses de negociaciones sobre el asunto habrá reforzado su imagen entre los islámicos. Es el líder incontestado que se opone a los malos, Israel y Estados Unidos.
Mientras en este país, los analistas, aún conscientes del peligro de la bomba iraní, escaldados con su pasividad hace cinco años ante la guerra de Iraq, no se animan a subrayar la amenaza que plantea Teherán para no darle alas otra vez a los neoconservadores o partidarios de una nueva intervención.
Luis de Velasco, Un Presupuesto residual para un Estado residual
lunes 1 de octubre de 2007
Un Presupuesto residual para un Estado residual Luis de Velasco
El Presupuesto general del Estado tiene cada vez menos importancia en el total de las Administraciones Públicas, hoy ya aproximadamente un tercio. Es el resultado obligado del creciente y nunca finalizado proceso de descentralización política y económica, el Estado de las Autonomías, que va camino de dejar un Estado residual, con dificultades crecientes para políticas económicas y sociales coherentes y equitativas. El balance positivo de ese proceso autonómico se convierte en negativo a partir de su total revisión, que se inicia con el nuevo Estatuto de Cataluña al que, imparablemente, siguen otros, aumentando paralelamente el nivel de presiones y exigencias nacionalistas y de los “asimilados”. Todo ello tiene su reflejo, negativo, en el papel central que en todo Estado desempeña el principal instrumento de política económica y social como es el presupuesto anual.
A lo largo de los últimos días y como resultado de las coaliciones del Gobierno del PSOE, se ha asistido a una reprobable ceremonia de chalaneo político y económico con aspectos escasamente serios. Lo más grave es, concretamente en lo relativo a las inversiones públicas, que el sistema de negociación y acuerdo multilateral, como es el Consejo de Política Fiscal y Financiera, ha sido reemplazado por la negociación bilateral con el resultado de reales o pretendidos agravios comparativos y la esperada dificultad para armonizar la cifra final por esos acuerdos bilaterales, iniciados con el alcanzado con la Generalitat. Además, esto crea precedentes de los que las Autonomías parten siempre en su siguiente nivel de exigencias.
El sistema tributario vigente, del que participa este Presupuesto 2008, sigue caracterizándose por su creciente regresividad e inequidad. El peso de los impuestos indirectos es cada vez mayor y en la imposición directa, el principal impuesto, el de la renta sobre las personas físicas, es cada vez más un impuesto sobre las nóminas. No cabe hablar, como hace el Gobierno, de política redistributiva y social contemplando sólo el gasto público, es decir, sin tener en cuenta esa injusta característica citada del ingreso público. En realidad, la redistribución es entre las rentas medias y las bajas, con las altas apenas gravadas.
El Gobierno sigue adjudicándose medallas por su continuada política de superávit público. Olvida algo clave, y es que el saldo final de un presupuesto no es un fin sino un medio, un instrumento para determinadas opciones políticas. En un país como el nuestro, en el que el gasto de protección social sigue varios puntos por debajo del promedio de la OCDE, en el que hay grandes carencias en infraestructuras, en educación, en sanidad, en investigación y desarrollo, por citar sólo algunas, alardear de superávit en las cuentas públicas tiene escaso sentido. Más cuando el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea admite hasta un déficit público del 3 por ciento del PIB. Ser más papistas que el Papa es un error con altos costes.
En este Presupuesto 2008, el Gobierno insiste en la misma opción de superávit. Falta saber si se alcanzará, porque la economía ha entrado en una fase de menor crecimiento (las previsiones del cuadro macroeconómico que acompañan este presupuesto parecen muy optimistas), que supondrá menores ingresos públicos y demandará un aumento del gasto.
Un Presupuesto residual para un Estado residual Luis de Velasco
El Presupuesto general del Estado tiene cada vez menos importancia en el total de las Administraciones Públicas, hoy ya aproximadamente un tercio. Es el resultado obligado del creciente y nunca finalizado proceso de descentralización política y económica, el Estado de las Autonomías, que va camino de dejar un Estado residual, con dificultades crecientes para políticas económicas y sociales coherentes y equitativas. El balance positivo de ese proceso autonómico se convierte en negativo a partir de su total revisión, que se inicia con el nuevo Estatuto de Cataluña al que, imparablemente, siguen otros, aumentando paralelamente el nivel de presiones y exigencias nacionalistas y de los “asimilados”. Todo ello tiene su reflejo, negativo, en el papel central que en todo Estado desempeña el principal instrumento de política económica y social como es el presupuesto anual.
A lo largo de los últimos días y como resultado de las coaliciones del Gobierno del PSOE, se ha asistido a una reprobable ceremonia de chalaneo político y económico con aspectos escasamente serios. Lo más grave es, concretamente en lo relativo a las inversiones públicas, que el sistema de negociación y acuerdo multilateral, como es el Consejo de Política Fiscal y Financiera, ha sido reemplazado por la negociación bilateral con el resultado de reales o pretendidos agravios comparativos y la esperada dificultad para armonizar la cifra final por esos acuerdos bilaterales, iniciados con el alcanzado con la Generalitat. Además, esto crea precedentes de los que las Autonomías parten siempre en su siguiente nivel de exigencias.
El sistema tributario vigente, del que participa este Presupuesto 2008, sigue caracterizándose por su creciente regresividad e inequidad. El peso de los impuestos indirectos es cada vez mayor y en la imposición directa, el principal impuesto, el de la renta sobre las personas físicas, es cada vez más un impuesto sobre las nóminas. No cabe hablar, como hace el Gobierno, de política redistributiva y social contemplando sólo el gasto público, es decir, sin tener en cuenta esa injusta característica citada del ingreso público. En realidad, la redistribución es entre las rentas medias y las bajas, con las altas apenas gravadas.
El Gobierno sigue adjudicándose medallas por su continuada política de superávit público. Olvida algo clave, y es que el saldo final de un presupuesto no es un fin sino un medio, un instrumento para determinadas opciones políticas. En un país como el nuestro, en el que el gasto de protección social sigue varios puntos por debajo del promedio de la OCDE, en el que hay grandes carencias en infraestructuras, en educación, en sanidad, en investigación y desarrollo, por citar sólo algunas, alardear de superávit en las cuentas públicas tiene escaso sentido. Más cuando el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea admite hasta un déficit público del 3 por ciento del PIB. Ser más papistas que el Papa es un error con altos costes.
En este Presupuesto 2008, el Gobierno insiste en la misma opción de superávit. Falta saber si se alcanzará, porque la economía ha entrado en una fase de menor crecimiento (las previsiones del cuadro macroeconómico que acompañan este presupuesto parecen muy optimistas), que supondrá menores ingresos públicos y demandará un aumento del gasto.
Jose Javaloyes, Mediar con la dictadura militar de Birmania
lunes 1 de octubre de 2007
Mediar con la dictadura militar de Birmania José Javaloyes
Poco cabe esperar de la misión en Birmania de Ibrahim Bambari, enviado del secretario general de la ONU, consistente en buscar puntos de encuentro entre la Junta militar que rige los destinos del país desde 1962 y la oposición democrática, cuyo rostro unipersonal visible tras de las masas populares que lidian a cuerpo limpio con las tropas de la represión es Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz y descendiente de uno de los generales fundadores del régimen. La misión asumida y el encargo recibido por el diplomático africano tiene poco menos que las características y las enteras e insuperables dificultades conceptuales de la cuadratura del círculo.
Pero no sólo eso. Se trata de una prodigiosa pirueta de voluntarismo por parte del secretario general de la ONU, tras del fracaso —por veto de China endosado por Rusia— de la resolución del Consejo de Seguridad que pretendía imponer sanciones más severas a la tiranía colectiva que tiene a Birmania bajo la bota. Tal voluntarismo no es privativo de la Secretaría General de la ONU, pues alcanza directamente a la propia Administración norteamericana, con sus ruegos a Pekín para que interceda ante las autoridades de Rangún.
¿Valdrá para algo verdaderamente importante la ONU mientras subsista el derecho de veto dentro de unas condiciones de ejercicio como las que todavía rigen desde 1945, año de la Carta de San Francisco, otorgada por las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial? ¿Acaso no se han producido cambios suficientes en las relaciones internacionales de poder como para que no se revise esa Constitución internacional, mediante la que se estableció la Organización de las Naciones Unidas, en el mismo solar ideológico —wilsoniano— donde se encontraba la Sociedad de Naciones?
No son ociosas consideraciones así cuando el dantesco espectáculo birmano, de represión brutal, miseria colectiva y corrupción sistémica que incluye desde las drogas a la explotación de los hidrocarburos, aparece apalancado por intereses de tan amplísimo espectro como los de la propia China y la India —poderosos vecinos de Birmania—, además de los intereses de la misma Rusia, con su longa manus en el sureste asiático, como en los tiempos de la Guerra de Indochina y de la Guerra de Vietnam, aunque entonces estaban presentados los intereses rusos bajo la indumentaria del sistema soviético.
La trabazón de ese conjunto de cuestiones previas, de posiciones internacionales derivadas de lo que allí obtiene cada cual, hace poco viable cualquier presión exterior y en contrario sobre los generales birmanos. Lo cual lleva a la previsión de que los necesarios cambios pueden tener dependencia sustancial de las relaciones internas de poder en el régimen birmano; es decir, de que se mantenga como hasta ahora, o que no se mantenga, el consenso que se estableció con la represión a la bayoneta de la victoria de los demócratas en las elecciones de 1990.
Los movimientos de tropas en Birmania más allá de las labores represivas que tienen asignadas pudieran estar traduciendo, como advierten observadores, los rumoreados desacuerdos en la cúpula del generalato. Por ahí parece más probable el cambio que por la senda que le han encargado transitar a Ibrahim Gambari. Un régimen de fuerza establecido sobre una oposición débil y desarmada sólo cederá si sobreviene una crisis de identidad dentro de ese mismo régimen.
jose@javaloyes.net
Mediar con la dictadura militar de Birmania José Javaloyes
Poco cabe esperar de la misión en Birmania de Ibrahim Bambari, enviado del secretario general de la ONU, consistente en buscar puntos de encuentro entre la Junta militar que rige los destinos del país desde 1962 y la oposición democrática, cuyo rostro unipersonal visible tras de las masas populares que lidian a cuerpo limpio con las tropas de la represión es Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz y descendiente de uno de los generales fundadores del régimen. La misión asumida y el encargo recibido por el diplomático africano tiene poco menos que las características y las enteras e insuperables dificultades conceptuales de la cuadratura del círculo.
Pero no sólo eso. Se trata de una prodigiosa pirueta de voluntarismo por parte del secretario general de la ONU, tras del fracaso —por veto de China endosado por Rusia— de la resolución del Consejo de Seguridad que pretendía imponer sanciones más severas a la tiranía colectiva que tiene a Birmania bajo la bota. Tal voluntarismo no es privativo de la Secretaría General de la ONU, pues alcanza directamente a la propia Administración norteamericana, con sus ruegos a Pekín para que interceda ante las autoridades de Rangún.
¿Valdrá para algo verdaderamente importante la ONU mientras subsista el derecho de veto dentro de unas condiciones de ejercicio como las que todavía rigen desde 1945, año de la Carta de San Francisco, otorgada por las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial? ¿Acaso no se han producido cambios suficientes en las relaciones internacionales de poder como para que no se revise esa Constitución internacional, mediante la que se estableció la Organización de las Naciones Unidas, en el mismo solar ideológico —wilsoniano— donde se encontraba la Sociedad de Naciones?
No son ociosas consideraciones así cuando el dantesco espectáculo birmano, de represión brutal, miseria colectiva y corrupción sistémica que incluye desde las drogas a la explotación de los hidrocarburos, aparece apalancado por intereses de tan amplísimo espectro como los de la propia China y la India —poderosos vecinos de Birmania—, además de los intereses de la misma Rusia, con su longa manus en el sureste asiático, como en los tiempos de la Guerra de Indochina y de la Guerra de Vietnam, aunque entonces estaban presentados los intereses rusos bajo la indumentaria del sistema soviético.
La trabazón de ese conjunto de cuestiones previas, de posiciones internacionales derivadas de lo que allí obtiene cada cual, hace poco viable cualquier presión exterior y en contrario sobre los generales birmanos. Lo cual lleva a la previsión de que los necesarios cambios pueden tener dependencia sustancial de las relaciones internas de poder en el régimen birmano; es decir, de que se mantenga como hasta ahora, o que no se mantenga, el consenso que se estableció con la represión a la bayoneta de la victoria de los demócratas en las elecciones de 1990.
Los movimientos de tropas en Birmania más allá de las labores represivas que tienen asignadas pudieran estar traduciendo, como advierten observadores, los rumoreados desacuerdos en la cúpula del generalato. Por ahí parece más probable el cambio que por la senda que le han encargado transitar a Ibrahim Gambari. Un régimen de fuerza establecido sobre una oposición débil y desarmada sólo cederá si sobreviene una crisis de identidad dentro de ese mismo régimen.
jose@javaloyes.net
Urbaneja, Niñatos elevados a categoria
lunes 1 de octubre de 2007
Niñatos elevados a categoría Fernando González Urbaneja
En el consejo de administración de Telecinco, con el señor Vasile a la cabeza, respiran aliviados, ya que el agotamiento de las historias de la Pantoja, que les han dado un par de años de liderazgo, ya pueden cambiar de pista hacia personajes de más empaque. Sus programas vespertinos y nocturnos acampan ahora en la Zarzuela, contra la jefatura del Estado, que por su propia naturaleza tiene que aguantar, sonreír y además soportar sin inmutarse el “fuego amigo” (¿?) de fiscales y magistrados empeñados en acreditar que chotearse de las instituciones da juego y no tiene costes. Así lo acredita el hacendoso senador Anasagasti, que ha encontrado un filón al servicio de su notoriedad y valentía con un antimonarquismo de salón, desaforado y faltón, impropio de una persona de fuste.
En Gerona unos niñatos sin oficio ni beneficio que no aciertan a hacer algo de provecho escalan al primer plano de la actualidad, a héroes del telediario, quemando banderas y retratos. Y los mismos fiscales y jueces les dan bolilla, les citan a declarar, les aguantan el choteo y luego les abren la puerta de salida en primer tiempo del saludo. Y los niñatos apelan a las libertades para justificar su mala educación. ¿Qué pensarán sus padres?
Y algunas gentes de provecho se preocupan por esta estúpida puja de victimismo localista que ocupa espacio en los medios, que no explica pero que sirve para extender tópicos y malos entendidos.
Quemar banderas y retratos es sencillo y barato; si tiene la prima de salir en televisión y alterar al establecimiento puede ser apasionante. Pero seamos serios: ¿se cuestionan así las instituciones? ¿Alguien en su sano juicio piensa que cambian las preferencias de los españoles y la valoración de esas instituciones?
Otra cuestión es que unos cuantos descarados e irresponsables aprovechen la coyuntura para impresionar a su parroquia, para sacar pecho, para vender libros o para cobrar honorarios por entrar en las tertulias. Uno de esos obispos de armas tomar dice que reza por la Corona, ¿no le convendría mucho más rezar por salvar su alma y por mantener la grey?
España goza de un sistema democrático y constitucional con la Corona como expresión de la jefatura del Estado. Una Corona y un Rey que gozan de las más altas cotas de aprobación y valoración en todas las encuestas. No es la Corona la que necesita socorro, más bien son algunos pirómanos que dicen que van a sofocar el fuego, pero que van por gasolina, quizá porque ese fuego va bien a sus propósitos y disimulos coyunturales. Lo que está en cuestión no es la jefatura del Estado, lo tienen bastante peor algunos de los que se rasgan las vestiduras por los demás sin darse cuenta de que el problema lo tienen en casa. En estas historias, una vez más, el más prudente y ejemplar es el Rey, los peligrosos son los cortesanos de salón que sobre las espaldas de esos niñatos malcriados sirven sus propios intereses y hacen el agosto. En Telecinco respiran aliviados, audiencia por encima del veinte y responsabilidad por debajo de cero.
fgu@apmadrid.es
Niñatos elevados a categoría Fernando González Urbaneja
En el consejo de administración de Telecinco, con el señor Vasile a la cabeza, respiran aliviados, ya que el agotamiento de las historias de la Pantoja, que les han dado un par de años de liderazgo, ya pueden cambiar de pista hacia personajes de más empaque. Sus programas vespertinos y nocturnos acampan ahora en la Zarzuela, contra la jefatura del Estado, que por su propia naturaleza tiene que aguantar, sonreír y además soportar sin inmutarse el “fuego amigo” (¿?) de fiscales y magistrados empeñados en acreditar que chotearse de las instituciones da juego y no tiene costes. Así lo acredita el hacendoso senador Anasagasti, que ha encontrado un filón al servicio de su notoriedad y valentía con un antimonarquismo de salón, desaforado y faltón, impropio de una persona de fuste.
En Gerona unos niñatos sin oficio ni beneficio que no aciertan a hacer algo de provecho escalan al primer plano de la actualidad, a héroes del telediario, quemando banderas y retratos. Y los mismos fiscales y jueces les dan bolilla, les citan a declarar, les aguantan el choteo y luego les abren la puerta de salida en primer tiempo del saludo. Y los niñatos apelan a las libertades para justificar su mala educación. ¿Qué pensarán sus padres?
Y algunas gentes de provecho se preocupan por esta estúpida puja de victimismo localista que ocupa espacio en los medios, que no explica pero que sirve para extender tópicos y malos entendidos.
Quemar banderas y retratos es sencillo y barato; si tiene la prima de salir en televisión y alterar al establecimiento puede ser apasionante. Pero seamos serios: ¿se cuestionan así las instituciones? ¿Alguien en su sano juicio piensa que cambian las preferencias de los españoles y la valoración de esas instituciones?
Otra cuestión es que unos cuantos descarados e irresponsables aprovechen la coyuntura para impresionar a su parroquia, para sacar pecho, para vender libros o para cobrar honorarios por entrar en las tertulias. Uno de esos obispos de armas tomar dice que reza por la Corona, ¿no le convendría mucho más rezar por salvar su alma y por mantener la grey?
España goza de un sistema democrático y constitucional con la Corona como expresión de la jefatura del Estado. Una Corona y un Rey que gozan de las más altas cotas de aprobación y valoración en todas las encuestas. No es la Corona la que necesita socorro, más bien son algunos pirómanos que dicen que van a sofocar el fuego, pero que van por gasolina, quizá porque ese fuego va bien a sus propósitos y disimulos coyunturales. Lo que está en cuestión no es la jefatura del Estado, lo tienen bastante peor algunos de los que se rasgan las vestiduras por los demás sin darse cuenta de que el problema lo tienen en casa. En estas historias, una vez más, el más prudente y ejemplar es el Rey, los peligrosos son los cortesanos de salón que sobre las espaldas de esos niñatos malcriados sirven sus propios intereses y hacen el agosto. En Telecinco respiran aliviados, audiencia por encima del veinte y responsabilidad por debajo de cero.
fgu@apmadrid.es
Jose Oneto, Cañizares reza por el Rey pero apoya a F.J.L
lunes 1 de octubre de 2007
Cañizares reza por el Rey pero apoya a Jiménez Losantos José Oneto
La ofensiva contra la monarquía parece haberse trasladado a los periódicos ante la preocupación del Gobierno, que cree que son los medios los que están dando demasiada cobertura a una reacción contra la Corona que, según medios oficiales, es totalmente minoritaria.
Mientras el Gobierno ha decidido tratar con “bajo perfil” la “guerra de las banderas” y, sobre todo, la ola antimonárquica, que este fin de semana ha tenido nuevas manifestaciones en diversos puntos de Cataluña y la solidaridad de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), el partido aliado en el Gobierno central y en la Generalitat, el debate se ha trasladado a los periódicos y a las televisiones con gran preocupación de la Moncloa, cuya estrategia parece dirigida a ignorar la realidad y dejar todo reducido a reacciones minoritarias sin significado político importante.
De ahí las tibias condenas de la Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno y la falta de reacción de muchas instituciones (entre ellas algunos periódicos y colectivos importantes catalanes) que ya se deberían haber pronunciado y que prefieren guardar un prudente silencio...
Preocupados, sobre todo, por el efecto mediático que ha adquirido la quema de fotos del Jefe del Estado, los insultos, las amenazas y la actuación de jueces y fiscales, la batalla se ha trasladado a los periódicos y, este fin de semana, se ha recrudecido el conflicto existente entre la COPE y el periódico ABC, que es también un conflicto entre el director del periódico de Vocento, José Antonio Zarzalejos, y el locutor estrella de la cadena de los obispos, Federico Jiménez Losantos, que, desde hace meses, está pendiente en los Tribunales.
Jiménez Losantos, que se ha apuntado a la campaña contra el Rey hasta pedir por los micrófonos de la COPE la abdicación de Don Juan Carlos a favor de su hijo el Príncipe Felipe (la misma tesis que defiende Luis Herrero, su contertulio en su programa radiofónico, utilizando unas supuestas confesiones del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez), ha formado una extraña “pinza” con los extremistas catalanes, quizás porque, efectivamente, los extremos se tocan.
Es la tesis del periódico ABC, que destaca que lo más llamativo es esa singular “pinza” que se ha formado entre los independistas catalanes y determinadas voces de la COPE, una alianza que, dice el periódico, “en las circunstancias actuales no es admisible”, no es admisible, sobre todo que “desde la emisora de la Conferencia Episcopal se utilicen la mentira y la manipulación para denigrar al monarca y reclamar su abdicación”. El periódico madrileño no hace referencia a la comparecencia de Federico Jiménez Losantos en el telediario de la noche de Telemadrid que dirige Fernando Sánchez Dragó, donde el periodista madrileño, protegido de Esperanza Aguirre (la verdad es que los protegidos son los dos), insinuó que La Zarzuela tenía la intención de expulsarle de la COPE, la emisora de los obispos, que guarda un absoluto silencio sobre el tema.
El portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Martínez Camino, al parecer destinado a altas funciones en el futuro en el Vaticano, se ha negado a valorar las declaraciones del locutor de la COPE, al tiempo que monseñor Cañizares, cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, el principal apoyo que tiene el señor Jiménez Losantos en la emisora episcopal, se ha limitado a pedir a los fieles durante una misa celebrada en Cuenca que “oren por nuestros Reyes y por el Rey Juan Carlos I, que tantas injurias está recibiendo en estos días”. Éstos, según Cañizares, “son tiempos críticos y es necesario que oremos como un servicio de caridad, un servicio a la unidad”.
Se ignora si esa llamada a la oración y a la caridad le ha sido trasladada a la COPE, a sus colaboradores, a sus tertulianos y, sobre todo, a los que al frente del micrófono se han sumado a la cruzada contra los Reyes y a favor de la abdicación, una cuestión que sorprendentemente han puesto de actualidad sin que nadie lo pidiese o lo solicitase…
Cañizares reza por el Rey pero apoya a Jiménez Losantos José Oneto
La ofensiva contra la monarquía parece haberse trasladado a los periódicos ante la preocupación del Gobierno, que cree que son los medios los que están dando demasiada cobertura a una reacción contra la Corona que, según medios oficiales, es totalmente minoritaria.
Mientras el Gobierno ha decidido tratar con “bajo perfil” la “guerra de las banderas” y, sobre todo, la ola antimonárquica, que este fin de semana ha tenido nuevas manifestaciones en diversos puntos de Cataluña y la solidaridad de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), el partido aliado en el Gobierno central y en la Generalitat, el debate se ha trasladado a los periódicos y a las televisiones con gran preocupación de la Moncloa, cuya estrategia parece dirigida a ignorar la realidad y dejar todo reducido a reacciones minoritarias sin significado político importante.
De ahí las tibias condenas de la Presidencia y la Vicepresidencia del Gobierno y la falta de reacción de muchas instituciones (entre ellas algunos periódicos y colectivos importantes catalanes) que ya se deberían haber pronunciado y que prefieren guardar un prudente silencio...
Preocupados, sobre todo, por el efecto mediático que ha adquirido la quema de fotos del Jefe del Estado, los insultos, las amenazas y la actuación de jueces y fiscales, la batalla se ha trasladado a los periódicos y, este fin de semana, se ha recrudecido el conflicto existente entre la COPE y el periódico ABC, que es también un conflicto entre el director del periódico de Vocento, José Antonio Zarzalejos, y el locutor estrella de la cadena de los obispos, Federico Jiménez Losantos, que, desde hace meses, está pendiente en los Tribunales.
Jiménez Losantos, que se ha apuntado a la campaña contra el Rey hasta pedir por los micrófonos de la COPE la abdicación de Don Juan Carlos a favor de su hijo el Príncipe Felipe (la misma tesis que defiende Luis Herrero, su contertulio en su programa radiofónico, utilizando unas supuestas confesiones del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez), ha formado una extraña “pinza” con los extremistas catalanes, quizás porque, efectivamente, los extremos se tocan.
Es la tesis del periódico ABC, que destaca que lo más llamativo es esa singular “pinza” que se ha formado entre los independistas catalanes y determinadas voces de la COPE, una alianza que, dice el periódico, “en las circunstancias actuales no es admisible”, no es admisible, sobre todo que “desde la emisora de la Conferencia Episcopal se utilicen la mentira y la manipulación para denigrar al monarca y reclamar su abdicación”. El periódico madrileño no hace referencia a la comparecencia de Federico Jiménez Losantos en el telediario de la noche de Telemadrid que dirige Fernando Sánchez Dragó, donde el periodista madrileño, protegido de Esperanza Aguirre (la verdad es que los protegidos son los dos), insinuó que La Zarzuela tenía la intención de expulsarle de la COPE, la emisora de los obispos, que guarda un absoluto silencio sobre el tema.
El portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Martínez Camino, al parecer destinado a altas funciones en el futuro en el Vaticano, se ha negado a valorar las declaraciones del locutor de la COPE, al tiempo que monseñor Cañizares, cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, el principal apoyo que tiene el señor Jiménez Losantos en la emisora episcopal, se ha limitado a pedir a los fieles durante una misa celebrada en Cuenca que “oren por nuestros Reyes y por el Rey Juan Carlos I, que tantas injurias está recibiendo en estos días”. Éstos, según Cañizares, “son tiempos críticos y es necesario que oremos como un servicio de caridad, un servicio a la unidad”.
Se ignora si esa llamada a la oración y a la caridad le ha sido trasladada a la COPE, a sus colaboradores, a sus tertulianos y, sobre todo, a los que al frente del micrófono se han sumado a la cruzada contra los Reyes y a favor de la abdicación, una cuestión que sorprendentemente han puesto de actualidad sin que nadie lo pidiese o lo solicitase…
German Yanke, ¿Metaforas contra Ibarretxe?
lunes 1 de octubre de 2007
¿Metáforas contra Ibarretxe? Germán Yanke
Da la impresión, sinceramente, de que el País Vasco está gobernado por un loco. Un loco acompañado, es la verdad. Ibarretxe no sólo insiste en el referéndum que propuso el viernes en el Parlamento, sino que vocifera que tal desatino fascista es “legal”. Y, para más escarnio, amenaza: o llega a un acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero o “no le temblará el pulso”. Es pasmoso que, en una zona de España tan próspera y tradicionalmente tan abierta al mundo, un personaje como el actual lehendakari, apoyado por la insignificancia intelectual de su Gobierno, se comporte de este modo, pero demuestra que ni la libertad ni la democracia están garantizadas. Hay que ganárselas y defenderlas.
Patético es, al mismo tiempo, el modo en que su partido, el PNV, está atrapado por un iluminado. Josu Jom Imaz, que tenía detrás de él más afiliados que sus adversarios, que los tiene ahora, abandona la política y, en la tribuna de la fiesta del partido, se dedica a las metáforas y al teórico elogio de la transversalidad, sin hacer una referencia directa a la decisión de Ibarretxe. Parece que la desesperación de la mayoría del PNV, chantajeados hasta extremos sorprendentes por el lehendakari, sólo alcanza a una metáfora: las casas bien cimentadas, permanecen; las que no lo están, se las lleva el viento. El viento se va a llevar la convivencia elemental en el País Vasco e Imaz y los suyos dirán, ante las ruinas, que ellos ya hicieron una metáfora. Vano consuelo.
No es, por tanto, el momento de “escuchar” a Ibarretxe, ni el de confiar en el anulado sector “moderado” del PNV, sino el del cumplimiento de la ley. El cumplimiento de la ley y una política seria que termine con estas baladronadas antidemocráticas. Si las metáforas de Imaz son una muestra de desesperación, más que una política coherente, ha terminado ya el momento de las “frases” del presidente y del optimismo antropológico contagiado a su Gobierno.
¿Metáforas contra Ibarretxe? Germán Yanke
Da la impresión, sinceramente, de que el País Vasco está gobernado por un loco. Un loco acompañado, es la verdad. Ibarretxe no sólo insiste en el referéndum que propuso el viernes en el Parlamento, sino que vocifera que tal desatino fascista es “legal”. Y, para más escarnio, amenaza: o llega a un acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero o “no le temblará el pulso”. Es pasmoso que, en una zona de España tan próspera y tradicionalmente tan abierta al mundo, un personaje como el actual lehendakari, apoyado por la insignificancia intelectual de su Gobierno, se comporte de este modo, pero demuestra que ni la libertad ni la democracia están garantizadas. Hay que ganárselas y defenderlas.
Patético es, al mismo tiempo, el modo en que su partido, el PNV, está atrapado por un iluminado. Josu Jom Imaz, que tenía detrás de él más afiliados que sus adversarios, que los tiene ahora, abandona la política y, en la tribuna de la fiesta del partido, se dedica a las metáforas y al teórico elogio de la transversalidad, sin hacer una referencia directa a la decisión de Ibarretxe. Parece que la desesperación de la mayoría del PNV, chantajeados hasta extremos sorprendentes por el lehendakari, sólo alcanza a una metáfora: las casas bien cimentadas, permanecen; las que no lo están, se las lleva el viento. El viento se va a llevar la convivencia elemental en el País Vasco e Imaz y los suyos dirán, ante las ruinas, que ellos ya hicieron una metáfora. Vano consuelo.
No es, por tanto, el momento de “escuchar” a Ibarretxe, ni el de confiar en el anulado sector “moderado” del PNV, sino el del cumplimiento de la ley. El cumplimiento de la ley y una política seria que termine con estas baladronadas antidemocráticas. Si las metáforas de Imaz son una muestra de desesperación, más que una política coherente, ha terminado ya el momento de las “frases” del presidente y del optimismo antropológico contagiado a su Gobierno.
Marcello, El temblor
lunes 1 de septiembre de 2007
El temblor
A Ibarretxe, dice él, no le temblará el pulso que le piensa a echar al Estado. Pero a Zapatero ya le tiemblan las canillas y se pasa los días con Pepiño echando las cuentas sobre los escaños que puede sacar en cada provincia si es que antes no se le derrumba el tinglado de su farsa y levedad. A Rajoy, por el contrario, no le tiembla nada porque no está, ni se le espera, que diría don Sabino. Y a Aznar tampoco le tiembla nada pero se le hinchan las venas —por no decir otra cosa— del cuello como a un cantaor viendo lo que hace Zapatero, por haberse ido él con Bush y Blair a la guerra de Iraq, y lo que no hace su ahijado, Rajoy.
España entera es toda ella un temblor, que recorre todas las instancias de los palacios reales mientras las hordas del chavaleo nacionalista queman las fotos del Rey y lo ponen boca abajo, como a San Pedro, para que arda de la cabeza a los pies. Y no porque la República esté al caer, que si todavía no cayó Bagdad después de los miles de bombas americanas y de la guerra civil añadida, imagínense ustedes lo difícil que es derribar una nación y no digamos una institución. Eso sí, a partir de ahora, escándalos en Zarzuela ni uno, porque a la primera de cambio se puede armar.
¿Y las finanzas? ¿Acaso no están temblando los banqueros, que ya no se prestan ni para comprar tabaco los unos a los otros? O los tenedores de los créditos, y de los bonos basura de aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, y que se vendían a cuatro pesetas en los mercados nacionales y en el internacional. Y no digamos los constructores de poca monta y los endeudados hasta el cuello, cuando el dinero estaba barato y ahora está por las nubes hasta el jabón de afeitar.
Y qué les cuento del temblor que tienen en Prisa con lo del fútbol, y en La Sexta con la posible derrota de Zapatero, y en Antena 3 TV, desde donde José Manuel Lara niega a España, mientras sus empleados del Avui dan cancha a la quema de fotos del Rey, con la misma alegría que el presidente de Planeta —que dicen que quiere opar a Vocento—, de la mano del Conde de Godó, aclamaron aquel Estatuto independentista de Maragall que aprobó el Parlament mientras cantaba emocionado Els Segadors. Hasta que vino el Rubalcaba con la guadaña, sentó a Artur Mas en la Moncloa y segó un poquito el Estatut de Lara, Maragall, Carod y Godó a la espera del segundo cepillado, que diría Guerra, del Tribunal Constitucional, que también está preso de su particular temblor, como el Consejo General del Poder Judicial, todos a garrotazos entre sí y con los pies enterrados en el suelo como en el cuadro de Goya.
Desde luego a González o a Aznar no se habrían atrevido Ibarretxe, ni los Arzalluz o Pujol, a echarles un pulso. Pero al tontito de la Moncloa sí, porque lo tienen pillado por los mismísimos con las actas secretas de los pactos de Loyola, que en algún sitio del Vaticano tendrá bien escondidos la Conferencia Episcopal, donde siempre le ponen una vela a Dios y otra al Diablo, por si las moscas. Y siempre y cuando que no se entere su talibán Jiménez Losantos, el socio del Pocero, que desde el altar de la COPE pide la abdicación del Rey, empujado se supone que por Esperanza Aguirre, que es su madrina y protectora y, por condesa de Murillo, gran traidora al Rey. Y a los liberales por liberticida (Telecinco se hunde) y acudir a un congreso conservador, mientras le tiemblan las nalgas pensando que en las listas de Madrid irá, abriéndose paso, Gallardón.
El temblor
A Ibarretxe, dice él, no le temblará el pulso que le piensa a echar al Estado. Pero a Zapatero ya le tiemblan las canillas y se pasa los días con Pepiño echando las cuentas sobre los escaños que puede sacar en cada provincia si es que antes no se le derrumba el tinglado de su farsa y levedad. A Rajoy, por el contrario, no le tiembla nada porque no está, ni se le espera, que diría don Sabino. Y a Aznar tampoco le tiembla nada pero se le hinchan las venas —por no decir otra cosa— del cuello como a un cantaor viendo lo que hace Zapatero, por haberse ido él con Bush y Blair a la guerra de Iraq, y lo que no hace su ahijado, Rajoy.
España entera es toda ella un temblor, que recorre todas las instancias de los palacios reales mientras las hordas del chavaleo nacionalista queman las fotos del Rey y lo ponen boca abajo, como a San Pedro, para que arda de la cabeza a los pies. Y no porque la República esté al caer, que si todavía no cayó Bagdad después de los miles de bombas americanas y de la guerra civil añadida, imagínense ustedes lo difícil que es derribar una nación y no digamos una institución. Eso sí, a partir de ahora, escándalos en Zarzuela ni uno, porque a la primera de cambio se puede armar.
¿Y las finanzas? ¿Acaso no están temblando los banqueros, que ya no se prestan ni para comprar tabaco los unos a los otros? O los tenedores de los créditos, y de los bonos basura de aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, y que se vendían a cuatro pesetas en los mercados nacionales y en el internacional. Y no digamos los constructores de poca monta y los endeudados hasta el cuello, cuando el dinero estaba barato y ahora está por las nubes hasta el jabón de afeitar.
Y qué les cuento del temblor que tienen en Prisa con lo del fútbol, y en La Sexta con la posible derrota de Zapatero, y en Antena 3 TV, desde donde José Manuel Lara niega a España, mientras sus empleados del Avui dan cancha a la quema de fotos del Rey, con la misma alegría que el presidente de Planeta —que dicen que quiere opar a Vocento—, de la mano del Conde de Godó, aclamaron aquel Estatuto independentista de Maragall que aprobó el Parlament mientras cantaba emocionado Els Segadors. Hasta que vino el Rubalcaba con la guadaña, sentó a Artur Mas en la Moncloa y segó un poquito el Estatut de Lara, Maragall, Carod y Godó a la espera del segundo cepillado, que diría Guerra, del Tribunal Constitucional, que también está preso de su particular temblor, como el Consejo General del Poder Judicial, todos a garrotazos entre sí y con los pies enterrados en el suelo como en el cuadro de Goya.
Desde luego a González o a Aznar no se habrían atrevido Ibarretxe, ni los Arzalluz o Pujol, a echarles un pulso. Pero al tontito de la Moncloa sí, porque lo tienen pillado por los mismísimos con las actas secretas de los pactos de Loyola, que en algún sitio del Vaticano tendrá bien escondidos la Conferencia Episcopal, donde siempre le ponen una vela a Dios y otra al Diablo, por si las moscas. Y siempre y cuando que no se entere su talibán Jiménez Losantos, el socio del Pocero, que desde el altar de la COPE pide la abdicación del Rey, empujado se supone que por Esperanza Aguirre, que es su madrina y protectora y, por condesa de Murillo, gran traidora al Rey. Y a los liberales por liberticida (Telecinco se hunde) y acudir a un congreso conservador, mientras le tiemblan las nalgas pensando que en las listas de Madrid irá, abriéndose paso, Gallardón.
Ferrand, Entre lo malo y lo peor
lunes 1 de octubre de 2007
Entre lo malo y lo peor‘God save the King’ Manuel Martín Ferrand
Ante la carencia de letra en nuestro himno nacional, le tomo prestado al Reino Unido el primer verso del suyo —“Dios salve al Rey”— para encabezar estas líneas. Aunque allí lo llevan cantando desde 1740, aquí y ahora es donde y cuando adquiere su máximo sentido. También podría haber comenzado, visto el problema con referencia a José Luis Rodríguez Zapatero, con una cita de Casimir Delavigne, el autor de La Parisienne, el himno de la revolución de 1830 que, para muchos franceses, es tan popular como La Marseillaise: “Les sots depuis Adam sont en majorité”.
Verdaderamente, “desde los tiempos de Adán los tontos están en mayoría”. Especialmente en el ejercicio de una democracia débil que, degenerada en partitocracia, convierte a los representantes (?) elegidos por el pueblo en un grupo lanar atento a las señales de su pastor y temeroso del perro que les ladra.
No hace falta ser monárquico para llevarse las manos a la cabeza al contemplar el paisaje político nacional y las turbulencias que lo agitan. Basta con recurrir al sentido común. Incluso para quienes, legítimamente, desean la llegada de una Tercera Republica, el procedimiento de acoso al Rey que, con el entusiasmo de unos y la pasividad de otros, tenemos a la vista es, rotundamente, insensato. La Constitución de 1978, el gozne fundamental sobre el que gira el paso de la dictadura franquista a la “normalidad” democrática, nos dotó de una forma de Estado, la monarquía, que, llegado el momento y si esa fuere la demanda popular, podría reemplazarse por una república; pero, en ningún caso, a tontas y locas, a empujones y según los designios de minorías muy concretas.
A quien hay que salvar es a España y, para ello, conviene preservar la figura del Rey. Los espasmos que hoy rigen nuestra convivencia y la alteración centrífuga que generan quienes dicen que no quieren seguir siendo españoles podría corresponderse con deseos respetables, pero que deben aguardar su turno, según la propia norma constitucional, en bien de la mayoría y en razón del bienestar y progreso de más de cuarenta millones de personas, los ciudadanos/contribuyentes del Reino de España.
En la historia de los gobiernos de España, democráticos o no, nunca se había observado una irresponsabilidad, sustentada en la inanidad de sus protagonistas, como la que hoy encarna el que encabeza Zapatero. Ayudado por el germen demoledor que encierra el Título VIII, con el único fin de sostenerse en el poder, el líder socialista ha roto con la tradición histórica del PSOE y la mayoría de sus actos de Gobierno contribuyen a la disolución de la idea de España. Es la pretensión confederal que se puede dibujar en una pizarra, pero que niegan la Historia y el deseo de la más rotunda mayoría del pueblo español.
La dificultad de la situación se acrecienta en razón de la escasez del partido monopolista de la oposición. Un perezoso Mariano Rajoy, al frente del equipo que pilotó el último naufragio del PP, parece poca cosa para enderezar lo que está muy torcido y propicia las furias separatistas que, para aprovechar la oportunidad, se observan con especial efervescencia en Cataluña, Galicia y el País Vasco.
Vamos de mal en peor y, para tratar de remediarlo —ya veremos con qué eficacia—, se van poniendo en marcha nuevos partidos políticos que tratan de enmendar los daños que, por acción u omisión, generan los dos grandes para el alborozo de los grupos separatistas que, en rotunda minoría, se han hecho con el control verdadero del poder.
Este pasado fin de semana, en Madrid, se presentó en sociedad el nuevo partido que inspira Fernando Savater y encabeza Rosa Díez. Entre los asistentes estuvo Mario Vargas Llosa, que puso el dedo en el centro de la llaga de nuestro problema colectivo. El PSOE, según el escritor, ha dejado de ser “el dique de contención de los nacionalismos” y son precisamente los nacionalismos “lo único que conspira contra la evolución admirable” que supuso la Transición. Por lo que respecta al PP, dijo Vargas Llosa: “Soy liberal y el liberalismo en el partido popular es minoritario, no está presente ni en su ideario ni en su conducta política”.
Cada cual, según sus afinidades, puede situar “lo malo” y “lo peor” en el PP o en el PSOE, pero en el lúcido diagnóstico del peruano de nacimiento y español de adopción están los limites del problema que nos aflige.
Entre lo malo y lo peor‘God save the King’ Manuel Martín Ferrand
Ante la carencia de letra en nuestro himno nacional, le tomo prestado al Reino Unido el primer verso del suyo —“Dios salve al Rey”— para encabezar estas líneas. Aunque allí lo llevan cantando desde 1740, aquí y ahora es donde y cuando adquiere su máximo sentido. También podría haber comenzado, visto el problema con referencia a José Luis Rodríguez Zapatero, con una cita de Casimir Delavigne, el autor de La Parisienne, el himno de la revolución de 1830 que, para muchos franceses, es tan popular como La Marseillaise: “Les sots depuis Adam sont en majorité”.
Verdaderamente, “desde los tiempos de Adán los tontos están en mayoría”. Especialmente en el ejercicio de una democracia débil que, degenerada en partitocracia, convierte a los representantes (?) elegidos por el pueblo en un grupo lanar atento a las señales de su pastor y temeroso del perro que les ladra.
No hace falta ser monárquico para llevarse las manos a la cabeza al contemplar el paisaje político nacional y las turbulencias que lo agitan. Basta con recurrir al sentido común. Incluso para quienes, legítimamente, desean la llegada de una Tercera Republica, el procedimiento de acoso al Rey que, con el entusiasmo de unos y la pasividad de otros, tenemos a la vista es, rotundamente, insensato. La Constitución de 1978, el gozne fundamental sobre el que gira el paso de la dictadura franquista a la “normalidad” democrática, nos dotó de una forma de Estado, la monarquía, que, llegado el momento y si esa fuere la demanda popular, podría reemplazarse por una república; pero, en ningún caso, a tontas y locas, a empujones y según los designios de minorías muy concretas.
A quien hay que salvar es a España y, para ello, conviene preservar la figura del Rey. Los espasmos que hoy rigen nuestra convivencia y la alteración centrífuga que generan quienes dicen que no quieren seguir siendo españoles podría corresponderse con deseos respetables, pero que deben aguardar su turno, según la propia norma constitucional, en bien de la mayoría y en razón del bienestar y progreso de más de cuarenta millones de personas, los ciudadanos/contribuyentes del Reino de España.
En la historia de los gobiernos de España, democráticos o no, nunca se había observado una irresponsabilidad, sustentada en la inanidad de sus protagonistas, como la que hoy encarna el que encabeza Zapatero. Ayudado por el germen demoledor que encierra el Título VIII, con el único fin de sostenerse en el poder, el líder socialista ha roto con la tradición histórica del PSOE y la mayoría de sus actos de Gobierno contribuyen a la disolución de la idea de España. Es la pretensión confederal que se puede dibujar en una pizarra, pero que niegan la Historia y el deseo de la más rotunda mayoría del pueblo español.
La dificultad de la situación se acrecienta en razón de la escasez del partido monopolista de la oposición. Un perezoso Mariano Rajoy, al frente del equipo que pilotó el último naufragio del PP, parece poca cosa para enderezar lo que está muy torcido y propicia las furias separatistas que, para aprovechar la oportunidad, se observan con especial efervescencia en Cataluña, Galicia y el País Vasco.
Vamos de mal en peor y, para tratar de remediarlo —ya veremos con qué eficacia—, se van poniendo en marcha nuevos partidos políticos que tratan de enmendar los daños que, por acción u omisión, generan los dos grandes para el alborozo de los grupos separatistas que, en rotunda minoría, se han hecho con el control verdadero del poder.
Este pasado fin de semana, en Madrid, se presentó en sociedad el nuevo partido que inspira Fernando Savater y encabeza Rosa Díez. Entre los asistentes estuvo Mario Vargas Llosa, que puso el dedo en el centro de la llaga de nuestro problema colectivo. El PSOE, según el escritor, ha dejado de ser “el dique de contención de los nacionalismos” y son precisamente los nacionalismos “lo único que conspira contra la evolución admirable” que supuso la Transición. Por lo que respecta al PP, dijo Vargas Llosa: “Soy liberal y el liberalismo en el partido popular es minoritario, no está presente ni en su ideario ni en su conducta política”.
Cada cual, según sus afinidades, puede situar “lo malo” y “lo peor” en el PP o en el PSOE, pero en el lúcido diagnóstico del peruano de nacimiento y español de adopción están los limites del problema que nos aflige.
Pablo Sebastian, A proposito de la Republica
lunes 1 de octubre de 2007
A propósito de la República Pablo Sebastián
Aprovechando que sectores radicales del nacionalismo, con la vista gorda o la complicidad de los gobiernos de Cataluña y del País Vasco y la sonrisa complaciente de Zapatero, se dedican a quemar fotos del Rey y jalear la República, desde el Partido Popular se ha lanzado una ofensiva contra todo lo que significa o acerca al ideal republicano, presentándolo como ejemplo flagrante de inestabilidad y caos, cuando no ligándolo a la Guerra Civil que pretende desenterrar, de manera irresponsable, Zapatero, en medio de este desconcierto general por el que atraviesa la vida política española, ante la ausencia de liderazgo (en el PSOE y en el PP) y de un proyecto político capaz de encauzar el obligado paso de la transición a la democracia.
No existe un republicano que se precie de serlo al que se pueda identificar con los agitadores antimonárquicos que queman fotos del Rey o la bandera de España, bajo la protección de los dirigentes nacionalistas y con el visto bueno de Zapatero, que ha jugado a este caótico disparate desde que llegó al palacio de la Moncloa. Porque si España fuera una República, un personaje como Zapatero nunca habría llegado a la jefatura del poder ejecutivo, ni a cosa parecida. Y los nacionalistas no tendrían el poder y la influencia que hoy tienen en el Estado, ni estaría en vigor el Estatuto vasco mientras están bajo amenaza los políticos de la oposición o bajo chantaje los empresarios, tal y como ocurre ahora. Ni el idioma español sería perseguido en Cataluña o en el País Vasco. Ni los jueces y fiscales serían nombrados por los partidos de la izquierda y la derecha. Ni existiría semejante Ley Electoral que prima a los nacionalistas en menoscabo del interés nacional y la solidaridad entre las regiones y los pueblos de España.
El ideal de la República coincide con el ideal de la democracia y las cotas más altas de libertad, que son precisamente los pilares que niegan los hoy más que sectarios partidos nacionalistas, con los que han gobernado el PSOE y el PP, pagando en dinero y en entregas a plazos de soberanía sus apoyos parlamentarios y aceptando —como lo hicieron Aznar y González—, por ejemplo, la persecución del idioma español en Cataluña y País Vasco y el acoso a los ciudadanos no nacionalistas, como sigue ocurriendo ahora con Zapatero. O acatando, como han hecho PSOE y PP, la injerencia de la Iglesia católica en la política y la educación, confundiendo el respeto a la libertad religiosa y a la tradición.
¿Qué tiene todo eso que ver con el ideal republicano? Todo lo que ocurre en este país, en la indiscutible nación española, tiene que ver sobre todo con el agotamiento del régimen partitocrático de la transición que, o pasa de una vez hacia la democracia o se irá pudriendo y causando destrozos como los que vemos un día sí y otro no, a manos de unos profesionales más que mediocres de la política, soportados y amparados por una gigantesca cama redonda de intereses económicos y financieros, entremezclados con el poder político y los medios de comunicación.
Otra cosa es que la cerilla que encendió la mecha que quema las fotos del Rey —el ridículo secuestro de la revista El Jueves, cuyo inductor aún no se conoce—, y que la bronca entre los nacionalistas y Zapatero por un lado o con el PP por otro, acaben por provocar un revuelo nacional en torno a la opción republicana, como alternativa al régimen monárquico que nació de los pactos de la transición, y en cuyo despegue se evitó, por miedo al poder militar del posfranquismo, la consulta o el referéndum sobre la forma del Estado, y en su lugar se aprobó por aclamación una Constitución pactista entre postfranquistas y demócratas y redactada en secreto.
Aquí, lo que está en el origen del presente desvarío español no es el debate entre monarquía o república, sino entre democracia o partitocracia, y se corre el riesgo de que se pase al escalón superior del debate republicano, como pretenden hacerlo los nacionalistas con ayuda de ciertos sectores de la izquierda (como IU), sin que previamente se hayan definido los límites del juego democrático, que en la España actual brilla por su ausencia y que, por ello, la demasiado larga transición sin transformación democrática nos ha enseñado ya sus riesgos y defectos a lo largo de estos años. Los que sin lugar a dudas favorecen un régimen político como el vigente español, en el que la no representatividad política de los españoles (por causa de un mala ley electoral) y la acumulación de los poderes del Estado han puesto sobre la piel de toro de España no pocos desafíos. Desde el golpe de Estado del 23F hasta la corrupción, el crimen de Estado, las guerras ilegales como la de Iraq, el desprecio a la nación, el caos territorial y ahora a la monarquía.
Pero nada de esto tiene que ver, ni es responsabilidad, con el ideal de la República, sino que parte del régimen monárquico de la transición, donde desde su inicio se dio a los nacionalistas —además de inventar el caótico Estado de las 17 Autonomías que niega, de por sí, al Estado vaciándolo de competencias— un protagonismo desmesurado que nadie se atreve hoy a reconducir en beneficio de la nación española, de la democracia y de la libertad.
A propósito de la República Pablo Sebastián
Aprovechando que sectores radicales del nacionalismo, con la vista gorda o la complicidad de los gobiernos de Cataluña y del País Vasco y la sonrisa complaciente de Zapatero, se dedican a quemar fotos del Rey y jalear la República, desde el Partido Popular se ha lanzado una ofensiva contra todo lo que significa o acerca al ideal republicano, presentándolo como ejemplo flagrante de inestabilidad y caos, cuando no ligándolo a la Guerra Civil que pretende desenterrar, de manera irresponsable, Zapatero, en medio de este desconcierto general por el que atraviesa la vida política española, ante la ausencia de liderazgo (en el PSOE y en el PP) y de un proyecto político capaz de encauzar el obligado paso de la transición a la democracia.
No existe un republicano que se precie de serlo al que se pueda identificar con los agitadores antimonárquicos que queman fotos del Rey o la bandera de España, bajo la protección de los dirigentes nacionalistas y con el visto bueno de Zapatero, que ha jugado a este caótico disparate desde que llegó al palacio de la Moncloa. Porque si España fuera una República, un personaje como Zapatero nunca habría llegado a la jefatura del poder ejecutivo, ni a cosa parecida. Y los nacionalistas no tendrían el poder y la influencia que hoy tienen en el Estado, ni estaría en vigor el Estatuto vasco mientras están bajo amenaza los políticos de la oposición o bajo chantaje los empresarios, tal y como ocurre ahora. Ni el idioma español sería perseguido en Cataluña o en el País Vasco. Ni los jueces y fiscales serían nombrados por los partidos de la izquierda y la derecha. Ni existiría semejante Ley Electoral que prima a los nacionalistas en menoscabo del interés nacional y la solidaridad entre las regiones y los pueblos de España.
El ideal de la República coincide con el ideal de la democracia y las cotas más altas de libertad, que son precisamente los pilares que niegan los hoy más que sectarios partidos nacionalistas, con los que han gobernado el PSOE y el PP, pagando en dinero y en entregas a plazos de soberanía sus apoyos parlamentarios y aceptando —como lo hicieron Aznar y González—, por ejemplo, la persecución del idioma español en Cataluña y País Vasco y el acoso a los ciudadanos no nacionalistas, como sigue ocurriendo ahora con Zapatero. O acatando, como han hecho PSOE y PP, la injerencia de la Iglesia católica en la política y la educación, confundiendo el respeto a la libertad religiosa y a la tradición.
¿Qué tiene todo eso que ver con el ideal republicano? Todo lo que ocurre en este país, en la indiscutible nación española, tiene que ver sobre todo con el agotamiento del régimen partitocrático de la transición que, o pasa de una vez hacia la democracia o se irá pudriendo y causando destrozos como los que vemos un día sí y otro no, a manos de unos profesionales más que mediocres de la política, soportados y amparados por una gigantesca cama redonda de intereses económicos y financieros, entremezclados con el poder político y los medios de comunicación.
Otra cosa es que la cerilla que encendió la mecha que quema las fotos del Rey —el ridículo secuestro de la revista El Jueves, cuyo inductor aún no se conoce—, y que la bronca entre los nacionalistas y Zapatero por un lado o con el PP por otro, acaben por provocar un revuelo nacional en torno a la opción republicana, como alternativa al régimen monárquico que nació de los pactos de la transición, y en cuyo despegue se evitó, por miedo al poder militar del posfranquismo, la consulta o el referéndum sobre la forma del Estado, y en su lugar se aprobó por aclamación una Constitución pactista entre postfranquistas y demócratas y redactada en secreto.
Aquí, lo que está en el origen del presente desvarío español no es el debate entre monarquía o república, sino entre democracia o partitocracia, y se corre el riesgo de que se pase al escalón superior del debate republicano, como pretenden hacerlo los nacionalistas con ayuda de ciertos sectores de la izquierda (como IU), sin que previamente se hayan definido los límites del juego democrático, que en la España actual brilla por su ausencia y que, por ello, la demasiado larga transición sin transformación democrática nos ha enseñado ya sus riesgos y defectos a lo largo de estos años. Los que sin lugar a dudas favorecen un régimen político como el vigente español, en el que la no representatividad política de los españoles (por causa de un mala ley electoral) y la acumulación de los poderes del Estado han puesto sobre la piel de toro de España no pocos desafíos. Desde el golpe de Estado del 23F hasta la corrupción, el crimen de Estado, las guerras ilegales como la de Iraq, el desprecio a la nación, el caos territorial y ahora a la monarquía.
Pero nada de esto tiene que ver, ni es responsabilidad, con el ideal de la República, sino que parte del régimen monárquico de la transición, donde desde su inicio se dio a los nacionalistas —además de inventar el caótico Estado de las 17 Autonomías que niega, de por sí, al Estado vaciándolo de competencias— un protagonismo desmesurado que nadie se atreve hoy a reconducir en beneficio de la nación española, de la democracia y de la libertad.
Rosa Diez, entre el miedo de ZP y el domador del tiempo
lunes 1 de octubre de 2007
Rosa Díez, entre el miedo de Zapatero y el domador del tiempo
EL presidente Zapatero está recogiendo las tempestades que sembró a lo largo de la legislatura y ahora, perdida la sonrisa como cuando le estalló la bomba de ETA en Barajas, su semblante transmite desconcierto y temor. Se vio en Moscú, adonde Zapatero fue a buscar una foto con Putin para tapar el desaire de Bush, pero al revelarla apareció acompañado de Ibarretxe y su calculado desafío al Estado, que reitera aires de fanfarrón diciendo que «no le temblará el pulso» al convocar la consulta para la autodeterminación del País Vasco.
Zapatero, pide serenidad y anuncia que recibirá al lendakari para oírle y explicarle que el referéndum es ilegal. El presidente está asustado y quiere tranquilizar a Ibarretxe para que no revele el acta de los pactos políticos hallados en el santuario de Loyola entre PSOE, PNV y Batasuna. Los que están en el origen del desafío de Ibarretxe y explican su discurso cuando pregunta: ¿por qué hay que esperar al fin de ETA para avanzar camino de la independencia vasca? O dicho de otra manera: ¿por qué Zapatero no concede al PNV lo que estaba dispuesto a dar a ETA? Y en esa línea, de quitarle hierro al hierro, la vicepresidenta De la Vega intenta reducir el desafío a desvarío, Rubalcaba habla de campaña electoral del lendakari y Zapatero busca un titular que distraiga a la opinión pública diciendo que Ibarretxe se equivocó de siglo, continente y de país, que es, precisamente, lo que le ha ocurrido a él desde que llegó al Palacio de la Moncloa.
El presidente no sabe qué hacer ante el cúmulo de turbulencias políticas y económicas, y desconoce el posible impacto electoral de todo esto, a lo que se añaden los ataques a la Corona que fomenta el Gobierno tripartito de la Generalitat, y que Montilla dice que sólo dañan a Cataluña y no al Estado, después de no condenar la quema de las fotos del Rey y haber consentido la enmienda de la Entesa (PSC, ERC, IU) en el Senado en contra del mando de las Fuerzas Armadas que la Constitución otorga al Monarca (¿dónde está el «capitán» José Bono, que se decía dispuesto a inmolarse por España?).
Una campaña contra el Rey que iniciaron los sectores más radicales del nacionalismo para imputar a la Corona -visto el éxito mediático de la agresión- el incumplimiento por Zapatero de su reforma confederal del Estado y que, de no amainar o no quedar reducida al ámbito del simple espectáculo mediático y político, corre el riesgo de llegar, como plebiscito o test, a las próximas elecciones generales. Lo que por una parte teme el PSOE, porque conoce el prestigio de la Monarquía, y por otra preocupa al PP porque podría abrirse en serio el debate sobre la República. Algo que se intentó evitar cuando se planteó la reforma constitucional sobre el derecho de la mujer en la sucesión al trono tras el nacimiento de la Infanta Leonor.
Estamos asistiendo a un sorprendente espectáculo que se desarrolla en un circo de tres pistas (nacionalismos y debate territorial, crisis económica y ataques a la Monarquía) en el que el líder del PP, Mariano Rajoy, se nos presenta como el domador de los tiempos con su discurso de la obviedad, para decirles a Ibarretxe y a Zapatero que hay que cumplir la ley, pero sin oponerse de una manera tajante al encuentro de ambos y bajo chantaje en La Moncloa; o sin recordar -como habría hecho Aznar, de quien muchos en el PP dicen que ganaría estas elecciones- que, en caso de que el lendakari convoque el referéndum, se podría suspender el Estatuto vasco.
Rajoy nos habla del sentido común, afirma que hay que ser serios, que hará un Gobierno «como Dios manda» y asegura que defiende España mejor que Zapatero. Pero de liderazgo, contundencia y candidatos de prestigio y con la credibilidad necesaria para transmitir ilusión y firmeza, poca cosa. Estas cualidades se aprecian con más nitidez en la nueva oferta electoral de UPD, el partido que lidera Rosa Díez, que preocupa al PSOE y al PP, y que ha presentado con novedad y acierto un equipo de prestigiosos personajes de la cultura y la política como Savater, Vargas Llosa, Ibarrola, Boadella y Buesa, camino de un pacto con Ciudadanos, y que ya veremos la acogida que recibe y si consigue traspasar el férreo muro audiovisual que protege a Zapatero y que apenas consigue sortear el PP.
El domador del tiempo no tiene prisas, ni quien le escriba un discurso, ni nombres que enseñar -ahí tiene a Manuel Pizarro con su impresionante prestigio y su reconocido valor tras la batalla de Endesa-, y todo queda aplazado al mes de enero, fecha en la que anunciará las listas electorales que más «le convengan a él», según su temeraria confesión, dejando que otros, como Rosa Díez le tomen la delantera, abanderen la bandera y se presenten con propuestas como la reforma electoral y la recuperación por el Estado de la competencia de Educación.
En el Partido Popular confían más en la capacidad de autodestrucción de Zapatero que en sus propios recursos. Creen que los 1.700.000 votos de las candidaturas independientes de las pasadas elecciones municipales les favorecerán, y están convencidos de que el poderoso suelo electoral del PSOE en Cataluña y Andalucía se abrirá como una sima a los pies del atribulado Zapatero si ETA, siguiendo su vieja estrategia de «cuanto peor, mejor», decide atacar.
LA CRÓNICA DEL LUNES
Rosa Díez, entre el miedo de Zapatero y el domador del tiempo
EL presidente Zapatero está recogiendo las tempestades que sembró a lo largo de la legislatura y ahora, perdida la sonrisa como cuando le estalló la bomba de ETA en Barajas, su semblante transmite desconcierto y temor. Se vio en Moscú, adonde Zapatero fue a buscar una foto con Putin para tapar el desaire de Bush, pero al revelarla apareció acompañado de Ibarretxe y su calculado desafío al Estado, que reitera aires de fanfarrón diciendo que «no le temblará el pulso» al convocar la consulta para la autodeterminación del País Vasco.
Zapatero, pide serenidad y anuncia que recibirá al lendakari para oírle y explicarle que el referéndum es ilegal. El presidente está asustado y quiere tranquilizar a Ibarretxe para que no revele el acta de los pactos políticos hallados en el santuario de Loyola entre PSOE, PNV y Batasuna. Los que están en el origen del desafío de Ibarretxe y explican su discurso cuando pregunta: ¿por qué hay que esperar al fin de ETA para avanzar camino de la independencia vasca? O dicho de otra manera: ¿por qué Zapatero no concede al PNV lo que estaba dispuesto a dar a ETA? Y en esa línea, de quitarle hierro al hierro, la vicepresidenta De la Vega intenta reducir el desafío a desvarío, Rubalcaba habla de campaña electoral del lendakari y Zapatero busca un titular que distraiga a la opinión pública diciendo que Ibarretxe se equivocó de siglo, continente y de país, que es, precisamente, lo que le ha ocurrido a él desde que llegó al Palacio de la Moncloa.
El presidente no sabe qué hacer ante el cúmulo de turbulencias políticas y económicas, y desconoce el posible impacto electoral de todo esto, a lo que se añaden los ataques a la Corona que fomenta el Gobierno tripartito de la Generalitat, y que Montilla dice que sólo dañan a Cataluña y no al Estado, después de no condenar la quema de las fotos del Rey y haber consentido la enmienda de la Entesa (PSC, ERC, IU) en el Senado en contra del mando de las Fuerzas Armadas que la Constitución otorga al Monarca (¿dónde está el «capitán» José Bono, que se decía dispuesto a inmolarse por España?).
Una campaña contra el Rey que iniciaron los sectores más radicales del nacionalismo para imputar a la Corona -visto el éxito mediático de la agresión- el incumplimiento por Zapatero de su reforma confederal del Estado y que, de no amainar o no quedar reducida al ámbito del simple espectáculo mediático y político, corre el riesgo de llegar, como plebiscito o test, a las próximas elecciones generales. Lo que por una parte teme el PSOE, porque conoce el prestigio de la Monarquía, y por otra preocupa al PP porque podría abrirse en serio el debate sobre la República. Algo que se intentó evitar cuando se planteó la reforma constitucional sobre el derecho de la mujer en la sucesión al trono tras el nacimiento de la Infanta Leonor.
Estamos asistiendo a un sorprendente espectáculo que se desarrolla en un circo de tres pistas (nacionalismos y debate territorial, crisis económica y ataques a la Monarquía) en el que el líder del PP, Mariano Rajoy, se nos presenta como el domador de los tiempos con su discurso de la obviedad, para decirles a Ibarretxe y a Zapatero que hay que cumplir la ley, pero sin oponerse de una manera tajante al encuentro de ambos y bajo chantaje en La Moncloa; o sin recordar -como habría hecho Aznar, de quien muchos en el PP dicen que ganaría estas elecciones- que, en caso de que el lendakari convoque el referéndum, se podría suspender el Estatuto vasco.
Rajoy nos habla del sentido común, afirma que hay que ser serios, que hará un Gobierno «como Dios manda» y asegura que defiende España mejor que Zapatero. Pero de liderazgo, contundencia y candidatos de prestigio y con la credibilidad necesaria para transmitir ilusión y firmeza, poca cosa. Estas cualidades se aprecian con más nitidez en la nueva oferta electoral de UPD, el partido que lidera Rosa Díez, que preocupa al PSOE y al PP, y que ha presentado con novedad y acierto un equipo de prestigiosos personajes de la cultura y la política como Savater, Vargas Llosa, Ibarrola, Boadella y Buesa, camino de un pacto con Ciudadanos, y que ya veremos la acogida que recibe y si consigue traspasar el férreo muro audiovisual que protege a Zapatero y que apenas consigue sortear el PP.
El domador del tiempo no tiene prisas, ni quien le escriba un discurso, ni nombres que enseñar -ahí tiene a Manuel Pizarro con su impresionante prestigio y su reconocido valor tras la batalla de Endesa-, y todo queda aplazado al mes de enero, fecha en la que anunciará las listas electorales que más «le convengan a él», según su temeraria confesión, dejando que otros, como Rosa Díez le tomen la delantera, abanderen la bandera y se presenten con propuestas como la reforma electoral y la recuperación por el Estado de la competencia de Educación.
En el Partido Popular confían más en la capacidad de autodestrucción de Zapatero que en sus propios recursos. Creen que los 1.700.000 votos de las candidaturas independientes de las pasadas elecciones municipales les favorecerán, y están convencidos de que el poderoso suelo electoral del PSOE en Cataluña y Andalucía se abrirá como una sima a los pies del atribulado Zapatero si ETA, siguiendo su vieja estrategia de «cuanto peor, mejor», decide atacar.
LA CRÓNICA DEL LUNES
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