lunes, julio 02, 2007

Marcello, La Revoltosa liberal

lunes 2 de julio de 2007
La Revoltosa Liberal

El refranero español no miente: “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”. Pues eso es lo que le pasa a Esperanza Aguirre, La Revoltosa, que se pasa el día diciendo que ella es liberal, de lo que no tiene un pelo, y que, a partir de ahora, dice se va a ocupar de los pobres como hermanita de la caridad, o Evita Perón, que es el modelo que le va, mientras jalea su eslogan liberal, “pico y pala”, que a punto está de convertirse en el rap del verano con el texto que, para las famosas hermanas Ketchup, ya prepara Marcello, el prestigioso analista e investigador de cuyos éxitos ya se habla en el Club Internacional de Prensa y hasta en la televisión.
Esperanza, la liberticida, está de los nervios y desesperada con el regreso de Rodrigo Rato a España porque ello echa por tierras su planes de llegar a la presidencia del PP —“La Presidenta”, ¿se acuerdan del libelo, sin ideas y a palos con Gallardón?—, que había urdido desde la Puerta del Sol, con la ayuda de ese club de costaleros, a los que ha llenado de favores, de ayudas económicas y apoyos políticos, y que tienen su centro de operaciones en El Mundo y la COPE, los mismos lugares, ¡oh casualidad!, donde se ha corrido a palos inmisericordes a Gallardón. O donde se recibió a Rato con sordina, mientras lloraban la despedida de Matas hacia Nueva York, dejando en la mayor soledad el cuartel veraniego de los amigotes del Pocero de Seseña, los Zaplana, Acebes, Cayetana, Pedro J., Matas, Pedro Pérez y demás familia, conectados con Pedro Antonio, tontonio —que espera el asalto de Telemadrid—, el compadre del chino Ignacio González de la papada y el peluco de oro que se compró con lo que le sobra de la hipoteca del chalet.
Si es que son como niños, llorones para más señales. Lo tenían todo listo para la sucesión de Rajoy: Pedro J. le daba cremita a Zapatero y palos a Gallardón, mientras la blanca manita de Cayetana dejaba caer, en el café de los maitines de Rajoy, arsénico con titadine del 11M, y las modistas de doña Guiomar cosían, primorosas, el traje de Sisí emperatriz que la condesa revoltosa y de Murillo pensaba estrenar —para eso ha colocado a la niña Muillo como próxima diputada de la Asamblea de Madrid; secretarias y pillos al Gobierno y modistillas a la Asamblea, he ahí el modelo liberal— ese día soñado de su entrada triunfal en la sede Génova del PP, a caballo y toda de blanco como una novia, como una púdica Lady Godiva, sonriente y virginal.
Pero, como dijo Carlos Puebla, “se acabó la diversión, llegó el comandante —Rato— y mando a parar”. Y ahora ella, que ya había hecho su ensayo de Evita en el balcón genovés precipitándose la noche electoral, antes de que asomaran Rajoy y Gallardón, La Revoltosa, está triste y ojerosa como la princesa del poeta Rubén y se pregunta ante el espejo, mientras fuerza la hipócrita sonrisa con la que recibe a Rato: ¿tanto esfuerzo para qué?
Eso mismo se pregunta Marcello mientras reflexiona sobre la oportunidad de darle a La Revoltosa, a solas y gratis total —como no le llega el sueldo a final de mes—, una lección de liberalismo a la falsa liberal, a ver si aprende de una vez a comportarse como debiera, en la larga travesía que todavía le espera en la Comunidad, haciendo kilómetros y kilómetros de Metro bajo el polvoriento suelo de Madrid, pico y pala, pico y pala, mientras la gran política nacional sigue su rumbo cierto por otros derroteros, como no podía ser de otra manera y era de esperar. ¡Ay Esperancita de Malasaña!, liberal de pacotilla de los carnavales de Cádiz, ¿quién te mandó a ti meterte en la harina de otro costal? ¿Quién te puso Petenera y quién financió e iluminó los cartelones de la campaña electoral? Y ¿Quién te viste y quién te cose, y quién te ha visto y quién te ve? Sí hija, llega Rato, un liberal de verdad con liderazgo en España, qué le vamos a hacer. Nunca más será.

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