jueves, julio 26, 2007

Ignacio San Miguel, Bufones, criminales y mitos

viernes 27 de julio de 2007
Bufones, criminales y mitos
Ignacio San Miguel
U NA de las últimas anécdotas que conocemos de Hugo Chávez es el cierre de la cadena de televisión privada Radio Caracas Televisión (Rctv), un paso más en el camino de convertir Venezuela en una dictadura marxista (si es que ya no lo es). Su reacción ante la protesta de los obispos venezolanos por este cierre, ha sido furibunda. Les ha advertido que se exponen a que “Cristo los condene”. La figura de Jesucristo es esencial para este bufón, así como la de Simón Bolívar. Al presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Luckert, le ha asegurado que irá al Infierno sin la menor duda. Pero, además de a Jesús y Bolívar, admira naturalmente al Che Guevara. Tanto es así que otra decisión suya tomada últimamente ha causado conmoción: la retirada de la imagen de la Virgen de Coromoto (que es patrona de Venezuela) del hospital del mismo nombre en Maracaibo. Ya han retirado la estatua y pronto será sustituída por la de Guevara, el héroe y asesino marxista. El hospital también llevará el nombre de este extraordinario ser. Se supone que a Chávez la Virgen no le molesta, pero el Che es el Che, y a cada cual hay que honrarle como se merece. Todavía hay clases, podría decir, si no fuera porque pretende la abolición de todas las clases. Es de suponer que los curas de la Teología de la Liberación estarán de enhorabuena: “No tenemos nada contra la Virgen, que también tiene lo suyo y es un símbolo sublime, pero el Che es el Che”, dirán. Alguna alegría tiene que tener esa gente, reducida a hacer esporádicas manifestaciones de las que nadie hace caso. Fueron desintegrados por Juan Pablo II, pero sobre todo por el derrumbe de la Unión Soviética. Ya no hay recuperación posible. Levantan ahora un poco la cabeza con los regímenes izquierdistas de Iberoamérica, pero son conscientes de que no tienen gran porvenir. El líder más activo resulta que es un bufón. ¡Vaya chasco! Pero a este bufónn, lo mismo que al jaque de Argentina, la gente le vota. En este momento, la mayoría del pueblo está con Chávez. Sus desatinos sobre Jesús, Bolívar, el Che, el marxismo-leninismo (del que dice que no hay que asustarse, porque es el verdadero cristianismo) son bien acogidos. No le restan votos. Por el contrario, parece que aumentan. Dice que Jesús era el primer y más grande comunista y el pueblo se deshace de entusiasmo. En realidad, pensándolo bien, podía haber declarado que también la Virgen era comunista, como su Hijo, y no habría tenido que retirar su imagen de la entrada del hospital. Pero… el Che es el Che. En el otro extremo geográfico siguen los robos y las desvergüenzas. Ahora le ha tocado a la ministra de Economía de Argentina, Felisa Miceli, a la que se le han encontrado casualmente, en el botiquín del baño de su despacho, 100.000 pesos argentinos y 31.000 dólares. Al no poder dar razón convincente del origen de este dinero, ha decidido dimitir. “Es lo mejor que “podés” hacer”, parece que le dijo severamente Néstor Kirchner en su despacho. No se aclara si le dio o no alguna lección de moralidad. Es difícil, teniendo en cuenta sus antecedentes en la gobernación de la provincia de Santa Cruz, en Patagonia. Hubiera resultado bastante absurdo, y puede que la misma Felisa Miceli se lo hubiera hecho notar. ¿Después de que dimito, voy a tener que aguantar broncas de este jaque? No, hombre, no. ¿Desde cuándo las prostitutas dan lecciones de castidad? Pero la severidad de Kirchner no provenía de una moralidad ofendida, ya comprenderán. Él estaba pensando en las elecciones del próximo Octubre, y en el impacto negativo que podía tener en ellas el robo de Miceli. Pero su contrariedad no ha sido muy intensa ni muy duradera. Conoce perfectamente la estupidez política de su pueblo y sabe que estas minucias las aceptan buenamente. Así que lo de Miceli y lo de otros cargos más bajo intensas sospechas será asimilado sin gran problema. Lo que hace falta ahora es teñir de peronismo la campaña, como dice el gobernador de Entre Ríos. Perón y Evita volverán al primer plano. Sus nombres serán voceados de nuevo por calles y plazas. Un pueblo vociferante, lo que más desagradaba a Jorge Luis Borges. Hay que leer a este escritor para apreciar lo que supone el peronismo para Argentina y conocer la verdadera naturaleza de aquella pareja turbia. Pero son un mito, el uno y la otra, y funcionan bien. Cristina Kirchner, según todas las encuestas, tiene ganadas las elecciones. Perón es mucho Perón. Hay otra posibilidad a tener en cuenta. Porque estos ambiciosos de la vida pública, siempre están sedientos de poder. Son insaciables. Nada nos impide suponer que Néstor Kirchner envidia la cualidad de mito de la pareja Juan Perón y Evita Duarte de Perón. La promoción de su esposa Cristina es, en primer lugar, una fórmula para perpetuarse en el poder; quizás hasta calculando un posterior relevo en las siguientes elecciones. Pero, además, podría pensarse en una preparación a la inmortalidad en la historia de la Argentina. Juan y Evita, Néstor y Cristina, las dos parejas que engrandecieron a la nación. ¿Por qué no? Sólo hay que contar con la aquiescencia del pueblo y ésta ya la tienen ganada, pues si de algo está deseoso el pueblo es de tener mitos a quienes adorar. Ante esas acciones y actitudes, y otras muchas más, de que uno va teniendo noticia en nuestro mundo ibérico, como cuando se le vió a Chávez en la televisión llamando a Bush “homicida”, “ladrón”, “genocida”, “borracho, etcétera; o el tumulto que se armó durante el traslado del cadáver de Juan Domingo Perón a la finca de San Vicente, en el que hubo tiros y casi hacen saltar por los aires el ataúd; o la necia entrevista de Fidel Castro con el futbolista Maradona; o Rodríguez Zapatero sentándose en un desfile cuando pasaba la bandera norteamericana; o la inmunda caricatura de los Príncipes junto con los comentarios favorables de perdularios de la pluma; y la corrupción en aumento, etcétera, es para pensar si no se habrá producido una regresión moral e intelectual en nuestro mundo en los últimos tiempos. Quizás sea una impresión equivocada y todo siga igual (igual de mal, se entiende); pero se levanta la sospecha de que decaemos. En el mejor de los casos, somos pintorescos y no se nos puede tomar muy en serio.

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