domingo, julio 01, 2007

Iñaki Ezkerra, De vuelta

De vuelta
02.07.2007 -
IÑAKI EZKERRA i.ezkerra@diario-elcorreo.com

Nos tratan como si no hubiéramos ido o como si no supiéramos por dónde se va cuando lo único que ocurre es que estamos de vuelta, que sabemos adonde lleva ese camino y que precisamente por eso, porque lo sabemos no queremos andarlo. Hasta ahí llega su ignorancia, su arrogancia, su osadía. A menudo repiten, como en una letanía, que 'hace falta mucha imaginación'. Les gusta plantear su demanda y la tragedia que ésta provoca como si fuera un fenómeno inédito en la Historia de la Humanidad, como si no hubiera una interminable fila de ejemplos igual de aberrantes que el suyo que ilustran las clases de historia y de filosofía y de leyes y de psiquiatría así como otra larga y paralela cola de teóricos que han recetado en otros siglos la medicina para esa aberración clásica y que ya han pensado por nosotros el derecho, la ética, la justicia, la democracia; como si tuvieran que inaugurar un inexplorado código penal y moral, un nuevo sistema político, un revolucionario orden legal y otras bases de civilización ellos precisamente, los más carentes de cultura, de ética, de imaginación y principios.Como la ignorancia es atrevida, no se dan cuenta de que no han inventado nada, de que cada una de sus trampas y de sus traiciones y de sus infamias, cada una de sus estratagemas largamente diseñadas o de sus delirios espontáneos, cada una de sus teorías peregrinas, de sus acciones viles o de sus gestos sórdidos, cada una de sus pretendidas aportaciones y de lo que para ellos son descubrimientos tiene un antecedente y un patrón arquetípico en el pensamiento occidental, en la ciencia de las religiones y de los insectos, en los más negros capítulos de la historia de nuestro continente y del género humano. Nada de nuevo tiene su ideario ni en nuestra cultura ni en nuestra barbarie. Nada de inédito ni en sus orígenes ni en su desarrollo, ni en el mañana negro que necesariamente le aguarda y que asimismo construye, ni en sus tesis ni en su sentimentalidad atroz, ni en sus tácticas ni en sus errores, ni en sus tics ni en sus comportamientos estudiados. Lo que han hecho siempre, en contraste con el pudor de los cultos, de los dignos y de los justos es pronunciar sus sueños en voz alta sin medir las consecuencias de éstos, circular a gran velocidad en el populoso mercado de las utopías sin temor a atropellar a la multitud, sin mirar qué o a quién se llevaban por delante en su rectilíneo y bárbaro trayecto o -peor aún- plantear como proyecto edénico, como plan utópico el mismo atropello de los otros y llorar desconsoladamente porque tal fechoría política no se podía cometer de un modo lineal y continuado. Creen que no hemos ido cuando estamos de vuelta de su sueño. Y se fingen de vuelta del nuestro cuando no pueden estar de vuelta de nada porque nunca han ido a ninguna parte.

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