martes, enero 16, 2007

ZpM se aproxima al PNV

miercoles 17 de enero de 2007
Zapatero se aproxima al PNV
LA expectativa de que el presidente del Gobierno ofreciera el pasado lunes una auténtica propuesta de lucha antiterrorista que «ningún demócrata podría rechazar», según anunció la vicepresidenta primera, quedó reducida a la confirmación de que Rodríguez Zapatero quiere pactar con el PNV un nuevo consenso. El empalagoso ensalzamiento que dedicó al presidente de este partido, Josu Jon Imaz, selló su voluntad de eludir una rectificación a fondo que diera la razón al Partido Popular y de optar por una alternativa que intente salvar del fracaso del «proceso de paz» el diálogo y la negociación con los terroristas, disponibles para mejor ocasión. Si el PNV acepta el maridaje coyuntural que le propone Zapatero, éste se hallará en puertas de cometer otro error de magnitud, basado en su desconocimiento del carácter doctrinario y tribal de los fundamentos del PNV -esté hoy Imaz o ayer Arzalluz- y de la capacidad camaleónica del nacionalismo gobernante para simular en cada momento la actitud política más adecuada para la conservación del poder en el País Vasco.
Si el nuevo pacto sobre terrorismo que ofrece Zapatero debe incluir necesariamente al PNV, el presidente no está pensando lealmente en la integración del PP ni en hacer un consenso cuyo objetivo sea la derrota de ETA. Simplemente, porque el PNV nunca ha aceptado que ésta sea el fin del terrorismo. Los hechos lo demuestran con creces -y de la prueba histórica no se libra ni Imaz - y están en las hemerotecas. Y ahí aparece el PNV, que llevó la Ley de Partidos Políticos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se querelló contra el juez Garzón por ilegalizar a Batasuna y que se opuso a todas las reformas legales de la anterior legislatura -porque en ésta no se ha aprobado ni una- que pusieron a ETA contra las cuerdas. Zapatero tendrá que ser más convincente a la hora de justificar su arrebatada apología del PNV.
El nacionalismo gobernante se encuentra así con una nueva ocasión para asegurarse la enésima impunidad política de la relación de beneficios recíprocos que, desde hace décadas, ha establecido con la izquierda proetarra y ETA. Zapatero está ofreciendo al PNV la amnistía política por el Pacto de Lizarra -aquel que convinieron PNV y ETA para echar de las instituciones democráticas vascas a populares y socialistas- y el indulto por el plan soberanista del lendakari, secuela fiel del acuerdo con los terroristas. Medidas de gracia justificadas por una rectificación que el PNV nunca ha hecho y que sólo Zapatero, o su imaginación, dicen que se ha hecho.
Por desgracia, el escenario al que puede abocar este cambio táctico de Zapatero no es novedoso ni ilusionante, sino rancio y preocupante, porque retrotrae la situación a los tiempos en que el socialismo vasco cumplía el alienante papel de apuntalar la hegemonía que el PNV reclamaba para sí como dique frente a una ETA que no dejaba de matar. El guión del nuevo consenso con el PNV está escrito desde hace mucho tiempo, tanto como el de su fracaso histórico, que fue certificado por aquellos socialistas vascos -algunos hoy desmemoriados- que rompieron en 1998 el gobierno de coalición con los nacionalistas porque estos estaban ya pactando con ETA.
Si Zapatero consuma este nuevo error, nadie deberá llamarse a engaño sobre sus consecuencias. Supondrá renovar la vieja fórmula -radicalmente falsa- de creer que la amenaza de los terroristas se reduce con más nacionalismo, aunque la historia demuestre que la presión sobre ETA sólo multiplicó su eficacia cuando el consenso de PP y PSOE incluyó la deslegitimación del soberanismo. Dará paso a la pérdida de las instituciones alavesas -Diputación y Ayuntamiento de Vitoria- para la causa constitucionalista. Abrirá un proceso de derogación del Estatuto de Guernica para implantar un modelo confederal que sólo satisfaga a los nacionalistas, anime a ETA a seguir golpeando y condene a la marginación a quienes asuman la defensa de la nación española, que es tanto como defender el régimen de libertades y derechos constitucionales. Porque este PNV, a cuyos encantos políticos se rinde Zapatero, no cederá un ápice en sus objetivos soberanistas. Sólo los administrará en tiempos y formas. Son los mismos objetivos que llevaron a Batasuna -es decir, a ETA- a apoyar el Plan Ibarretxe y la investidura de los últimos gobiernos nacionalistas.

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