jueves, enero 25, 2007

Teresa Jimenez Becerril, ¡Que alivio!

viernes 26 de enero de 2007
Qué alivio!

Teresa
Jiménez-
Becerril
ÚLTIMAMENTE, son pocas las noticias relacionadas con ETA y su entorno que dan satisfacción a sus víctimas. Por eso, cuando se produce una la festejamos como si se tratase de algo extraordinario. A qué nivel de desconfianza, confusión y decepción habremos llegado que nos parece un triunfo el simple hecho de que un terrorista culpable de veinticinco asesinatos y persistente propagador de las ideas que le llevaron a cometerlos cumpla en la cárcel la condena impuesta.
Este individuo ha tenido a la sociedad española en vilo durante unos días, y eso es inadmisible. Los fiscales que propusieron esta medida de gracia, llámenla libertad atenuada o como quieran, deberían avergonzarse de la inquietud innecesaria que nos han provocado, no sólo a mi familia, sino a la mayoría de los españoles. Lo triste de este caso es que si la decisión final no se hubiera tomado en el Pleno, corríamos un riesgo real de que el terrorista en cuestión terminase la condena en su casa. Justo modo, según estos regidores sospechosos, de cumplir una pena. Estaríamos ante una meteórica disminución de condena; de los noventa y seis años que le impusieron al principio, a los doce que se decidieron finalmente, para terminar con una especie de arresto domiciliario. Si este personaje ya bebía champán y comía langostinos en la cárcel cuando se le antojaba, antes de decidir pasar al ayuno voluntario, no veo razón alguna para que se marchase a casa. Y es posible que después de pagar todas las indemnizaciones que debía a sus víctimas, no le quedase ni para un cartucho de camarones. Seguramente, apenas recuperado, cogería papel y lápiz y se dedicaría al oficio de escritor, ya que el de asesino etarra requiere, además de muy mala sangre, cosa de la que anda sobrado, juventud y fuerza... Y esas las ha dejado en el camino que eligió libremente recorrer.
Su nueva profesión le reportaría buenos ingresos porque siempre habría editores a los que no importaría deshonrarse publicando las palabras hirientes de este hombre, y lo que es aún peor: siempre habría quien quisiera leerlas. Imagino que existe una ley moral para impedir que un terrorista se enriquezca vendiendo sus memorias, pero esa leyes las conoce cada vez menos gente. Por el momento, De Chaos deberá esperar unos años antes de ir a firmar libros en ningún sitio, aunque imagino que la valentía se le acabaría en cuanto no estuviera rodeado de sus amigos matones. Porque todos estos etarras tienen el valor justo para poner una bomba y salir corriendo.
Ayer, cuando la espada de Damocles de la puesta en libertad de De Chaos pendía aún sobre nuestras cabezas, enumeraba interiormente un gran número de razones para impedir su excarcelación. Cuando supe que la decisión la tomarían dieciséis jueces, me imaginé en medio de una escena de película americana donde el abogado intenta convencer al jurado con su arenga final. Mi misión era convencer a los jueces de la injusticia que se cometería si este asesino burlaba la ley. Me veía allí, en medio de ellos, con una carta en la mano, la leía en voz alta sin que me temblara la voz a pesar de su dureza: «La acción de Sevilla ha sido perfecta, me encanta ver las caras desencajadas de las víctimas. Sus llantos son nuestras risas y acabaremos a carcajada limpia. Con este doble asesinato yo ya he comido para un mes». Los muertos eran mi hermano y su mujer, los llantos eran de mi madre, mi hermano, mis sobrinos, mi familia y de todos aquellos que los querían. Al final, quienes tenían que decidir pronunciaban «El acusado seguirá en prisión». !Qué alivio! !Culpable y mil veces culpable! Culpable de haber quitado la vida a veinticinco personas, culpable de haber destrozado la de otros muchos, culpable de haber gozado del sufrimiento ajeno hasta límites inhumanos y culpable de la condición en la que se encuentra. Él será el único culpable de su muerte si tiene... no digo el valor, porque ya sabemos que no lo tiene, sino el cinismo de seguir representando el papel de víctima. !Qué paradoja! Iñaki de Juana Chaos, miembro del comando Madrid, uno de los más sanguinarios miembros de ETA, ha decidido pasar al otro bando, al nuestro, al de los que sufren. Pero existe una pequeña diferencia: los que él mató querían seguir viviendo, mientras que él ha decidido dejar de hacerlo. !Quién sabe! Quizás ha comprendido que vivo su valor es nulo, mientras que muerto su cotización se alza, aunque sólo sea en los círculos etarras. Fuera de ellos, vivo o muerto sigue sin valer nada. Es por ello por lo que algunos, entre los que se encuentra el presidente de la Junta de Andalucía, se apresuró a decir, apenas sabida la petición de los magistrados que deseaban su libertad, que era «razonable» que se le concediera tal medida provisional para que no se convirtiera en un mártir. No se preocupe señor Chaves: este cuarto de hombre no será jamás un héroe ni en su casa, ni en la calle, ni en la cárcel, ni en el mismísimo infierno. Para aquellos que llevan cuarenta años matando, amenazando, secuestrando y chantajeando lo será esté donde esté, porque para ellos matar dignifica. Y como De Chaos es un matón de los pies a la cabeza, pues tiene las mejores credenciales para convertirse en referencia de esa banda de criminales en potencia que se pasean con la cabeza alta, asustando y señalando a la gente en el País Vasco.
No es pues mandándolo a su casa como conseguiremos privarlo de la aureola que se ha ganado a pulso con sus asesinatos y sus amenazas desde prisión. Para los malnacidos como él, será siempre «Iñaki el héroe», pero para las gentes de bien no es más que alguien que tiene que pagar sus culpas. No es ni sensato ni justo contentar a los que lo esperan desde hace meses con los brazos abiertos, por miedo a las represalias.Después del último atentado de ETA, deberíamos tener todos claro que la bestia es insaciable y que aunque parezca que está domesticada, puede arrancarle la mano incluso a quien le da de comer. No olvidemos que la única contraseña que ETA conoce es la que incluye las palabras «independencia», «excarcelación» y «anexión». Y si no las pronunciamos nos puede pasar cualquier cosa. O las pronunciamos o nos defendemos con los medios que conocemos: la acción de la justicia y la acción policial.Pero seguir fingiendo que son interlocutores válidos cuando sus ladridos nos hielan la sangre es no sólo ingenuo, sino muy imprudente.
Hermana de Alberto Jiménez-Becerril,
asesinado por
ETA

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