miércoles, enero 17, 2007

Serrano Oceja, La Iglesia frente al mesianismo en Latinoamerica

jueves 18 de enero de 2007
NUEVA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
La Iglesia frente el mesianismo en Latinoamérica
Por José Francisco Serrano Oceja
Una nueva teología política de la liberación nace en Iberoamérica. El presidente Hugo Chávez afirma, como si fuera la novedad de un gran descubrimiento, que Jesucristo fue el primer gran socialista de la historia. Él, por tanto, pasa a ser su primer y principal profeta.
La Conferencia Episcopal de Venezuela ha advertido que el socialismo marxista que promueve el presidente de ese país "sirvió de sustento a los regímenes" de Europa del Este en el siglo pasado. Evo Morales se ha trasmutado en un dios indígena que mantiene relaciones con la diosa naturaleza. Fidel Castro agoniza con su historia religiosa a cuestas, envidiando a no pocas congregaciones religiosas e impidiendo que la libertad religiosa no sólo sea, en la isla, afectiva sino efectiva. En este contexto, Benedicto XVI ha convocado la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se inaugurará el 13 de mayo en Aparecida (Brasil).
Será difícil entender la historia del continente americano, en el siglo XX, sin el esfuerzo de los católicos por la implantación de la democracia y de la justicia. Pero también será muy difícil no sustraerse a las desviaciones que un Evangelio mal digerido e incorporado dialécticamente a la realidad social, ha servido y sirve de caldo de cultivo de un marxismo trasnochado. Cuando se celebraron las conferencias generales del Episcopado de Río de Janeiro (1955), Medellín (1968) y Puebla (1979), aún no se había derrumbado el muro de Berlín. En Santo Domingo (1992), no llegaron a tiempo los obispos para predecir la nueva situación. Ahí ya agonizaba la teología de la liberación que, querámoslo o no, en sus formas adjetivas de teología de los indígenas, de los niños, de la negritud, del bolivarismo, revive bajo los auspicios de un populismo gubernamental que si por algo se caracteriza es por su falso mesianismo. Resulta paradójico y ejemplar que, en la historia reciente de la América hispana, la superación de la teología marxista de la liberación dominante se correspondiera históricamente con los intentos de expansión de la democracia.
Hoy, cuando arrecia el riesgo de una pérdida de horizonte democrático en varios de los países del continente hermano, surge de nuevo una forma de liberación religiosa política, de nuevo cuño, y financiada con la riqueza de unos Estados henchidos de ideología. Atrás quedó la historia del ISAL en Bolivia, de "Tercer mundo" en Argentina, del "Grupo de los Ochenta" en Chile, del grupo "Golconda" en Colombia, de los "Equipo de reflexión" en Ecuador, de los "Sacerdotes para el pueblo" en México o del grupo "Onis" en Perú. Atrás quedaron las evocaciones religiosas con aspiraciones de justicia social de Emiliano Zapata, Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Eliécer o Juan Domingo Perón. Ahora sólo nos queda la más burda manipulación del sentimiento religioso y de la honda piedad popular americana en manos de un grupo de dirigentes que han sabido, como nadie, poner en riesgo el más certero contexto para la calidad de vida y el ejercicio de la justicia social: la democracia.
Ante este reto, Benedicto XVI aterrizará en el mes de mayo en Brasil para presentar al episcopado latinoamericano –así se llama el organismo del Vaticano, Pontificia Comisión para América Latina–, de nuevo, los fundamentos de la auténtica liberación humana y cristiana. En un documento privado que publicó el entonces cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, en los años ochenta, señaló que "en el análisis del fenómeno de la teología de la liberación se pone de manifiesto un peligro fundamental para la fe religiosa". Hoy, como ayer, las formas de neomarxismo y de populismo americanas se quieren transformar en un impulso moral, en un leit motiv ético que legitime el modelo de acción populista en orden a responder al desafío de la miseria en Latinoamérica. El Papa lo tendrá muy en cuenta. Ya lo veremos.

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