jueves, enero 11, 2007

Miguel Martinez, ETA y demas contradicciones

jueves 11 de enero de 2007
ETA y demás contradicciones
Miguel Martínez
S I no fuera porque no se puede hablar de razón ni de sentido común cuando se trata de terroristas, uno pensaría que se le han secado del todo las dos neuronas, porque resulta imposible dar sentido a tanto despropósito, tanta contradicción y tanta insensatez en torno a lo que vino en llamarse el alto el fuego, el proceso de paz negociada, o –parafraseando a la abuela de un servidor– el “comosellame” ése. Porque hay que estar muy de guasa o muy colocado, o ser muy cínico, o las tres cosas a la vez, para afirmar, como ha hecho ETA en un comunicado remitido al Diario Gara, que “el alto el fuego permanente iniciado el 24 de marzo de 2006 continúa vigente”. Me van a perdonar ustedes la expresión pero manda huevos soltar tamaña barbaridad después de volar por los aires el aparcamiento de la T4, llevándose por delante la vida de dos personas. Seguramente el “listo” –entre muchísimas más comillas de las que las reglas ortográficas establecen- que emitió el comunicado desconoce que la palabra permanente significa algo más que esa ondulación artificial del cabello conseguida en las peluquerías. O eso, o que confunde la permanencia con la intermitencia. ¿Se puede ser más cínico? En el caso de ETA desde luego que sí, porque resulta que los asesinos de ETA, además, culpan al gobierno de esta grave situación por haber “estado poniendo obstáculos sin cesar al proceso democrático”. Miren ustedes, “señores de ETA” -más comillas aún que antes-, las lecciones de democracia, mejor que ustedes, casi prefiero que me las dé Bugs Bunny. Y ya que citamos al conejo de la suerte, eso no es todo, amigos (“That isn’t all, folks”, que diría él), porque, según ETA, “el objetivo de esa actuación armada no era causar víctimas”. En definitiva, que si hay víctimas es culpa del gobierno por poner trabas a la democracia, y, en todo caso, de los muertos por estar donde no debían. Lo de hacer estallar una furgoneta con quinientos kilos de explosivo en un aparcamiento de varias plantas no deja de ser un hecho puramente anecdótico que para nada puede ser considerado causa -ni mediata ni mucho menos inmediata- de la muerte de esas dos personas. Y ustedes me van a volver a perdonar -que lleva un servidor un cabreo de esos que se retroalimentan- pero me quedé corto con lo de manda huevos, manda muchos pero que muchos huevos. Lo de la izquierda abertzale, siguiendo con las contradicciones, es ya de apaga y sal corriendo, porque quien les escribe tenía entendido que la izquierda –cuando es verdadera y no sólo de boquilla- se posiciona, por norma general, a favor de los intereses de los trabajadores, y éstos que presumen de ser de izquierdas –aunque quizás la palabra abertzale modifique todo aquello (vocablos incluidos), que un servidor no tiene la suerte de conocer el Euskera-, habiendo sido asesinados dos obreros que eran el único sostén de sus respectivas familias, no sólo no se solidarizan con ellos, sino que ni siquiera son capaces de condenar el atentado que ha segado sus vidas. Y aunque es cierto que Otegui ha manifestado que "el diálogo político sólo es posible en ausencia de cualquier tipo de violencia", si de veras quiere desmarcarse de ETA que sea más claro, que dé el paso y diga las palabras mágicas: “Condenamos este atentado de ETA”. ¿Tan difícil le resulta o es que no se atreve? Tampoco se salva de contradicciones el principal partido de la oposición. Proclama Rajoy que el gobierno sólo podrá contar con el apoyo de su partido en materia de terrorismo si se vuelve al anterior Pacto Antiterrorista, que, recordemos, excluía al resto de partidos. Se contradice Rajoy cuando olvida que uno de los ejes fundamentales de ese pacto era, amén de la unidad, el compromiso de no intentar obtener rédito político con el tema, y, en opinión de un servidor, no ha hecho don Mariano –alias el doctor No- otra cosa desde que ETA anunciara el alto el fuego, y aún después, tras la ruptura. Buscar contradicciones en la prensa también resulta sencillo. El desmemoriado del corpiño -por poner sólo un botón de muestra de los muchos existentes-, que debe de odiar las hemerotecas más que a Exuperancia, pues aquéllas, al igual que ésta aunque sin vídeo, lo dejan cada dos por tres con el culo al aire, y que escribía en 1999, tras la ruptura de la anterior tregua, que “lo esencial es la unidad de las fuerzas políticas democráticas ante los negros augurios de la banda”, defiende ahora, sin embargo, que la ronda de contactos de Rubalcaba con el resto de partidos con el fin de conseguir una política común de todas las fuerzas democráticas, no es más que una estrategia para aislar al PP. Como si el PP necesitase ayuda para aislarse... Tampoco tiene nombre lo del radiopredicador a sueldo de obispos -aunque éste no se contradiga tanto, pues sigue ahora con las mismas barbaridades de siempre-, que dirigió a los colectivos ecuatorianos la amenaza de que en caso de ir a la manifestación se les pasaría factura de una u otra manera, ya que ellos viven, en su mayoría, en comunidades gobernadas por el PP. ¿Nada que decir a eso el PP? Supongo que no, que ya expresó don Mariano, cuando lo de los bombazos sobre el Líbano, que eso de manifestarse por la paz ya no estaba de moda, que ni mucho menos era ya “chachi piruli mega fashion te lo juro por las costuras de mi Lacoste” como lo fuera manifestarse contra las bodas entre homosexuales. Estas últimas manifestaciones sí que se llevan, máxime si, mientras se manifiestan, cantan al unísono lo de “Amo a Laaauuuraaaa…” En cuanto al gobierno, si alguna vez pensó obtener rédito político con el proceso de paz, aunque fuese muy en el fondo y/o en la intimidad, que según qué cosas no suelen reconocerse en política -lo que en ausencia de muertes se hubiese dado por bien conseguido y mejor empleado- va a ser que no. El atentado de la T4, además de dos vidas también se ha llevado las esperanzas de muchos de los que, ingenuos, no sólo deseábamos sino creíamos, además, que esto podría salir bien, y a los que la evidencia -los terroristas siguen siendo los asesinos de siempre- nos ha traído de forzoso regreso de nuestro viaje por los mundos de Yupi. Y es que por mucho que ETA se empeñe en insistir sobre la vigencia -¿habrán querido decir intermitencia?- de su alto el fuego, cualquiera se fía después de lo de la T4. Estos asesinos agotaron su crédito con creces. Llevaban ya meses agotándolo: cuando decidieron robar varios centenares de pistolas en Francia, cuando seguían extorsionando a empresarios del País Vasco o reeditando su kale borroka; y lo liquidaron, definitiva y totalmente, el día que el asesino de turno decidió colocar una furgoneta en Barajas con relleno de explosivos. No sé qué pensarán ustedes, mis queridos reincidentes, pero un servidor, visto lo visto, no entendería que el gobierno retomase contactos con ETA a menos que éstos depongan, incondicional y definitivamente, las armas antes de sentarse a negociar. A negociar su rendición, desde luego. Que negociar sobre política con terroristas está visto -y ya van varias veces- que no funciona en este país.

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