martes 2 de enero de 2007
La Policía cree que ETA empleó 200 kilos de amonal para volar el aparcamiento de la T-4
JAVIER PAGOLA / PABLO MUÑOZ. MADRID.
La Policía sospecha que la banda terrorista ETA utilizó un potente explosivo con algún componente de aluminio para volar el aparcamiento de la T-4 del aeropuerto de Barajas. Según las fuentes consultadas por ABC, las altísimas temperaturas alcanzadas en el interior del edificio -algunas vigas llegaron a fundirse-, indican que hubo una gigantesca deflagración, algo característico de bombas fabricadas con este tipo de material. Aunque al menos de momento no se han encontrado restos que permitan un análisis definitivo, sino simples trazas, los expertos consultados creen que el explosivo utilizado por los asesinos podría ser amonal. Hay que recordar que este tipo de explosivo -o al menos alguno de sus componentes- fue encontrado por la Ertzaintza en el zulo construido hace poco tiempo y que fue localizado el 23 de diciembre último en Amorebieta (Vizcaya). Allí se localizaron 50 kilos de nitrato amónico y polvo de aluminio.
Precisamente, las fuentes consultadas por ABC sostienen que la aparición de este zulo fue un salto cualitativo que quizá no fue valorado en su justa medida: «Era muy significativo, porque por primera vez desde la declaración del alto el fuego la banda demostraba que había empezado a trasladar material a España para su utilización», aseguran las citadas fuentes. «Este tipo de decisiones sólo se toman si se tiene previsto cometer atentados en un futuro más o menos próximo, porque si no es así, no tiene sentido correr ese riesgo», añaden. Por ello, resultan especialmente llamativas las declaraciones del director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, y las del propio ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que quitaron importancia a la aparición de ese depósito de armas. «El que encontró la Guardia Civil, que ya tenía cuatro años, no era relevante, pero del de Amorebieta sí, y se ha demostrado».
En cualquier caso, las fuentes consultadas por ABC creen muy improbable que la Re-nault Traffic de color granate que estalló en el aeropuerto de Barajas tenga relación con el citado zulo. Tal como adelantó ABC el domingo, el vehículo fue preparado en Francia, donde la banda cuenta con una importante infraestructura, de la que incluso podría formar parte una fábrica de explosivos, como otras ya localizadas antes por las Fuerzas de Seguridad.
En cuanto a la furgoneta empleada en el atentado, el Ministerio del Interior informó de que su propietario, vecino de la localidad guipuzcoana de Villafranca de Ordicia, denunció que había sido secuestrado tres días antes del ataque cerca de la estación gala de esquí de Luz Ardiden y liberado una hora después de que el vehículo hiciera explosión.
El análisis de las cámaras de seguridad -un trabajo que ha sido difícil por problemas en el disco duro del ordenador de AENA-, ha permitido conocer que los terroristas aparcaron la furgoneta-bomba en la T-4 a las 18:50 horas del pasado 29 de diciembre, un día antes de que se produjera la explosión y dos después de que tres encapuchados secuestraran a su dueño en Francia, según declaró éste. La grabación no aclara cuántas personas viajaban en la furgoneta, ya que sólo se observa una mano que salía de la ventanilla del conductor en el momento de recoger el tique de entrada.
Ampliación de testimonio
El dueño de la furgoneta empleada en el atentado es un joven de Villafranca de Ordicia que, según declaró a la Guardia Civil -hoy ha sido citado para que amplíe su testimonio-, había preparado su vehículo para acampar, ya que pensaba pasar unos días en Francia esquiando. Según explicó, los etarras que le secuestraron le dijeron que si todo iba bien pasaría la Nochevieja en casa.
Añadió además que la noche del 27 la pasó en la furgoneta junto a sus secuestradores, quienes al día siguiente por la mañana hicieron varias llamadas desde sus teléfonos móviles hasta que un coche llegó al lugar en el que se encontraban.
Los etarras, siempre según este testimonio, le metieron en ese segundo vehículo y desde ese momento no volvió a saber nada de su furgoneta, por lo que los investigadores creen que fue en esa fecha cuando los terroristas comenzaron a preparar el vehículo para cometer el atentado. Además, los terroristas no doblaron las matrículas porque sabían que el dueño no podría denunciar el robo al estar secuestrado.
Después de circular durante todo el día por caminos secundarios, el grupo pasó la noche en una casa abandonada. El viernes 29 -día que volvieron a pasar a bordo del coche, en constante movimiento-, los etarras preguntaron al secuestrado si le iban a echar en falta en su casa. El joven respondió que no, porque su familia está acostumbrada a que pase varios días solo en el monte, pero los terroristas le hicieron enviar desde su teléfono móvil varios mensajes de texto tranquilizadores.
Tarjeta telefónica
Después de otra noche en el interior del coche, los secuestradores le pusieron en libertad entre las diez y las once del sábado; es decir, entre una y dos horas después de que explotara la furgoneta. En ese momento, los etarras le hicieron bajar del coche, le señalaron un camino y le dijeron que si lo seguía llegaría hasta un pueblo, Escot, situado en el departamento de los Pirineos Atlánticos. Cuando llegó allí, compró una tarjeta telefónica y llamó a su familia para relatar lo ocurrido.
Las fuentes consultadas califican de «soprendente» lo ocurrido a este joven y destacan que sería la primera vez que ETA actúa de esta manera: «Perpetrar un secuestro para robar un vehículo con el que luego se va a cometer días después un atentado es aumentar el riesgo para los terroristas. Su familia puede que no denuncie, pero alguien de su entorno sí puede hacerlo», señalan los citados medios. En cualquier caso, todo lo que rodea este ataque es particularmente extraño, empezando por el hecho de que por primera vez ETA ha roto una tregua sin avisarlo previamente.
En cuanto al comando, tal como adelantó ABC, los investigadores creen que se trata de un grupo itinerante formado por al menos tres «legales» que, tras colocar la furgoneta- bomba, huyeron a Francia.
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