miércoles, enero 10, 2007

John Stossel, Prohibiendo comer a los sin techo

miercoles 10 de enero de 2007
Regulaciones sanitarias
Prohibiendo comer a los sin techo
John Stossel

"Nunca me impidieron comer en un vertedero o de un cubo de basura", dice James, un sin techo inteligente que entiende La economía en una lección de Henry Hazlitt, es decir, que examina las consecuencias secundarias de las políticas gubernamentales

A Mary Baker y Ruth Neikirk les encanta cocinar. Lo que es más; les encanta cocinar para los pobres. Lo hacen frecuentemente, preparando comida en su casa y llevándola a su iglesia en Virginia. "Me encanta", dice Mary. "Puedo preparar un caldo con un poco de cualquier cosa, y hacer una olla entera. Sabe bien. Con algo de pan de maíz, les das una comida".
A la gente para la que cocinan también les gusta. Pero hay un problema. Es una "actividad criminal". El Departamento de Sanidad del Condado de Fairfax señala que con horror que ¡Mary y Ruth están preparando comida y sirviéndola a la gente! ¡Sin licencia!
Hacer eso no es seguro, afirma el Departamento de Sanidad. ¿Qué pasaría si hubiera una intoxicación? Cientos de páginas de regulaciones dicen que quien quiera servir comida al público necesita un certificado de manipulación de alimentos, un lavaplatos industrial (con manga interna), encimeras, sistemas de ventilación, un fregadero con tres compartimentos como mínimo, así como un grifo para lavarse las manos, abrelatas desmontables y mucho, mucho más.
El Departamento de Sanidad del condado no estaba siendo caprichoso. Simplemente se limitó a aplicar sus normas. Se había presentado una queja. Nadie se había puesto enfermo, pero "un defensor de los sin techo" observó que la cocina de la iglesia, que a mi equipo de la ABC le pareció impecablemente limpia, no cumplía "el código".
"Tiene que estar usted de broma, déjenos respirar", nos dijo la reverenda Judy Fender. "Podemos preparar un almuerzo aquí, ¡pero resulta que no podemos servirlo!"
El Departamento de Sanidad aseguró que se estaba limitando a proteger a los sin techo. ¿Pero pensaron alguna vez los funcionarios en dónde come la gente de la calle cuando no comen en estas iglesias?
"Nunca me impidieron comer en un vertedero o de un cubo de basura", dice James, un sin techo inteligente que entiende La economía en una lección de Henry Hazlitt, es decir, que examina las consecuencias secundarias de las políticas gubernamentales. Y es que el Estado puede clausurar las cocinas de la iglesia, pero eso solamente mandará a los pobres a los contenedores de basura. ¿Es eso mejor?
"Algunos se toman su trabajo demasiado en serio", dice James. "No tienen nada mejor que hacer que sentarse a perder el tiempo y redactar leyes". James ha puesto su dedo en otra importante llaga: los perversos incentivos a los que están sometidos los burócratas, cuya carrera depende de cuánto pueden entrometerse en nuestras actividades pacíficas. Un anciano casi sin dientes estaba de acuerdo con James. "Pensé que estaban locos. Quiero decir, ellos [la gente de la iglesia] están ayudando a la gente, y lo están poniendo en peligro".
La reverenda Fender añadió: "Han montado las cosas de tal manera que se necesita tener una cocina de 40.000 dólares para poder alimentar a personas que si no, en el mejor de los casos, la tendrían que obtener de fuentes cuestionables". La reverenda Kathleen Chesson afirmó que su First Christian Church no iba a obedecer las normas. "Nuestra misión es dar de comer al hambriento. Nosotras vamos a dar de comer al hambriento. Eso es todo".
Antes de poder plantear a los funcionarios del condado esta situación ridícula, la mala publicidad ya había forzado una reconsideración. "Me levanté, leí el periódico de la mañana y me pareció horroroso ", me dijo Gerry Connolly, que encabeza el Gobierno del condado. "Creo que en ocasiones las normas se superponen al sentido común". Le pregunté qué hubiera sucedido si el Departamento de Sanidad hubiera estado presente cuando Jesús daba de comer a los necesitados. "Habría sido, ya sabe, amonestado", me respondió Connolly entre risas.
De modo que esta noticia tiene final feliz: Connolly declaró exentas de las regulaciones a las iglesias. Pero no echemos las campanas al vuelo.
"Fairfax se está echando atrás ", dice James. "Dicen que no van a implementarlo... por ahora. Este año. ¿Pero qué hay del año que viene?". De nuevo, es un análisis bastante inteligente. Cuando se logra captar la atención de los medios, se puede recibir el perdón de los líderes políticos. ¿Pero qué sucederá el año que viene, y qué sucede con el resto de nosotros, aplastados aún por todas esas leyes?
Las leyes tienen buena intención. Pretenden garantizar que el público esté seguro. Pero los redactores de las leyes tienden a olvidar que éstas tienen consecuencias no previstas. Y, como señalaba James, comer lo que se encuentra en los vertederos es mucho más peligroso que comer en una iglesia sin un fregadero de tres compartimentos.© Creators Syndicate, Inc.

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