miércoles, enero 10, 2007

Florencio Dominguez, Tregua como la de Barajas

miercoles 10 de enero de 2007
Tregua como la de Barajas
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, le ganó ayer a ETA por la mano. A primera hora de la mañana se conocían las declaraciones que había hecho a 'The New York Times' en las que destacaba la pérdida de credibilidad que había sufrido la banda terrorista tras el atentado del 30 de diciembre. «La próxima vez que anuncien una tregua, todo el mundo dirá: una tregua como la de Barajas», añadía el ministro.Como si quisiera materializar de forma literal las palabras de Rubalcaba, la organización terrorista difundía a mediodía otro comunicado en el que se planteaba nada más y nada menos que hacer otra tregua como la de Barajas. Es decir, un supuesto alto el fuego que podría ser interrumpida con atentados cuando a ETA le pareciera oportuno. Exactamente tal y como hizo en el aparcamiento de la Terminal 4 hace once días.ETA dice que vuelve al 24 de marzo, pero en realidad a donde vuelve es al comunicado del 18 de agosto, aquel en el que amenazó con atentar si actuaban la policía o los jueces, aquel que le sirve para dar cobertura a su último atentado. A donde vuelve es al punto en el que los más radicales dentro de la banda desplazaron a aquellos otros que no consideraban tan urgente romper la tregua en este momento. ETA retorna al momento en que el alto el fuego empezaba a declinar y, además, lo hace exhibiendo la amenaza de seguir actuando.Durante la pasada tregua, hubo una ocasión en la que la banda formuló amenazas implícitas: fue en mayo, cuando dos de sus dirigentes dijeron al ser entrevistados que el alto el fuego no era irreversible y desde entonces se sabía que podían volver los atentados. Después hubo otra con amenazas expresas, abiertas y sin rodeos: fue el citado comunicado del 18 de agosto. Josu Ternera había perdido ya la mayoría en la dirección de la banda y a Otegi le plantaban cara en las asambleas de Batasuna, además de organizarle alguna revuelta interna de la que salió a duras penas. Los efectos de la nueva línea comenzaban a manifestarse: se canceló el primer encuentro oficial con el Gobierno, se anularon los acuerdos para la legalización de Batasuna, se reactivó la violencia callejera y se declaró el proceso en crisis y bloqueado.Tras el atentado de Barajas, han aparecido algunas voces que defendían el retorno al diálogo con ETA, a poco que la organización terrorista diera pie. Los términos de la declaración etarra de ayer, sin embargo, hacen muy difícil, incluso a los más proclives a reanudar el diálogo, volver a continuar con el proceso anterior. Una tregua con una espada de Damocles colocada de forma permanente sobre la cabeza de todos no puede ser aceptada ni siquiera por aquellos que se inspiran en el modelo norirlandés y creen que, mientras se sigan los pasos del IRA, aunque sean los más dramáticos, la situación continúa dentro de un marco aceptable. En el atentado de Barajas hay quien ha visto la copia del coche bomba que el Ejército Republicano Irlandés hizo estallar el 9 de febrero de 1996 bajo un puente del barrio de los Docklands, en el Este de Londres. El atentado, que causó dos muertos, cien heridos y daños materiales evaluados entonces en 16.000 millones de pesetas, puso fin a diecisiete meses de tregua que venía manteniendo la organización terrorista norirlandesa.Aunque parezca una paradoja, quien establecía el paralelismo entre Barajas y el atentado del IRA lo hacía con ánimo de infundir esperanza ante las ruinas del aparcamiento destruido y las dos vidas segadas.ETA y su entorno político hablan de continuidad de la tregua como si no la hubieran dinamitado ellos mismos de forma dramática. Las excusas de que no pretendían matar no son aceptables de ninguna manera. Quien coloca cientos de kilos de explosivos en un lugar público acepta la eventualidad de matar a las personas que se encuentren en ese lugar. No hay disculpa que valga y mucho menos aquella que pretende echarle la culpa a los demás, al Gobierno, a la Policía, al PNV o a quien sea.La banda terrorista no parece ser consciente de que su atentado, además de matar a dos personas, cambia las reglas de juego para el futuro. Ya no es posible repetir el proceso como si no hubiera pasado nada porque ha pasado. Patxi Zabaleta expresaba con claridad el estado del problema: el atentado de Barajas supone «la imposibilidad de que pueda tener virtualidad cualquier otra tregua porque ETA se ha comido su credibilidad». A partir de ahora ya no basta con una tregua -y menos todavía con una sometida a amenaza expresa como la que se anuncia ayer- sino que se requiere, también en palabras del coordinador general de Aralar, «un cese definitivo, incondicional y, desde luego, sin contraprestación política, de la violencia». fdominguez@diario-elcorreo.com

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