viernes, enero 19, 2007

Felix Arbolí, Soy racista y que Dios se apiade de mi alma

viernes 19 de enero de 2007
SOY RACISTA Y QUE DIOS SE APIADE DE MI ALMA
Félix Arbolí

M E gustaría tener la fuerza del águila para arrancar con la potencia de sus garras toda la podredumbre política que nos rodea y elevarme sobre las cimas, riscos y esas montañas que parecen arañar la luna, donde poder depositar tanto rencor, tanto cinismo y tanta maldad encubierta para que fueran absorbidos por el oscuro cinturón de asteroides y meteoritos que circundan nuestra azulado planeta, amenazado de contaminación y muerte por la soberbia necia del hombre que lo habita. No es una metafórica manera de expresarme, sino una alucinante realidad que a diario me fustiga y acongoja y que me gustaría incrustar en cada uno de mis lectores esperando el milagro imposible de su comprensión y conformidad. Somos ovejas de un mismo rebaño, individuos de una misma nación, partícipes de una lengua común e hijos de una mima madre. Y sin embargo, siempre estamos dando la impresión de que solo el “yo” es el legítimo heredero de todo lo creado y de todo lo conseguido. Los demás, una partida de renegados, mal nacidos y retorcidos hijos de p… ¿Por qué ese odio cerval, ese rencor incontenible a todas horas, esa descalificación constante del prójimo, ese herir sin estilete, pero con saña a todo aquel que no se pliega a nuestros caprichos y dictados?. Hay una película, preciosa por cierto, de esas que dejan huellas y ganas de no haberla visto para volver a gozarla nuevamente, que se titula “Hijos de un Dios menor”. El título me sirve para considerar a los que creemos inferiores o distintos porque no comulgan con nuestras ideas, ni piensan al unísono con nosotros. A esos seres que tras una guerra sufrida y dolorida, unos llaman ganadores y otros víctimas. Y no se quieren dar cuenta que en una guerra nunca hay ganadores, ya que en ellas todos perdemos y mucho. Unos, los que forman el bando vencido, pierden la vida, sus libertades y sus derechos de seres humanos. Pero ganan en autoestima y en el concepto de haber cumplido con su deber, aunque el resultado no haya sido el apetecido. Me refiero, aclaro, a los que obraron de buena fe, por puro patriotismo, creyéndose poseedores de la verdad y la razón. Luchando por una España en la que ellos creían y a la que ellos defendían de lo que consideraban perjudicial a sus ideales de justicia y libertad. Como en todo asunto y ocasión, retiro mi respeto y admiración a los que vieron en esa lucha la válvula de escape para dar rienda suelta a sus sucios manejos y a sus innobles acciones, cometiendo toda clase de tropelías, revanchas salvajes y airadas demostraciones de bestias depredadoras de seres humanos que, inocentes o más o menos culpables, caían bajo su satánico control. Los ganadores, tampoco deben sentirse muy satisfechos, auque esto puede resultar algo raro. Ningún ser humano, sensible y solidario, puede sentirse a gusto si utiliza al hermano vencido en el campo de batalla, que no es una refriega pasional o callejera, como un ser inferior y se goza viéndole sufrir en el alma y en el cuerpo con una serie de torturas, necesidades y miserias que, aumentadas a la amargura de su derrota, en lugar de ennoblecer al que las produce, le convierte en un ser ruin y vengativo, sin el menor indicio de todo cuanto distingue al hombre del animal. Jesús, el martirizado por antonomasia, el vencido más glorioso y enaltecido de la Historia de la Humanidad, es nuestro más fiel exponente de cuanto expongo. El pudo sublevarse contra esos crueles enemigos que le torturaban sin cesar y hasta le dieron una muerte oprobiosa y enormemente dolorosa. El fue en este caso el “perdedor” de la batalla, según los cánones establecidos y Pilatos, Caifás y todo ese séquito de desalmados sus alucinados vencedores, pero la Historia nos ha demostrado quién fue sin lugar a dudas el auténtico vencedor. La guerra civil fue espantosa, digna de enterrarse a más profundidad y con mayores garantías de que no volverá a salir a la luz, como si se tratara del material radiactivo más peligroso Ese maldito invento de incontrolable destrucción, que debemos a la inoportunidad de un científico, que para mí y no me importa reconocerlo, debería haberse dedicado a inventar algo menos espantoso. Pero unos y otros, con esa saña y virulencia que sólo el hombre, maldito idiota, es capaz de demostrar, se han empeñado, mejor diría empecinado, en tenerla como materia diaria de conversación, de disputas, de altercados y de insultos. Y nuestros ¿políticos?,. tanto de la diestra como de la siniestra, erre que erre, como si no tuvieran otra cosa donde emplear su tiempo y gastar sus energías, que tanto dinero nos cuesta y con tanto entusiasmo y esperanzas les entregamos el poder y nuestra confianza. ¿Cuándo van a aparcar sus diferencias ideológicas y partidistas y se van a dedicar de lleno a la labor para la que han sido elegidos?. La prensa, como no podía ser menos en estos tiempos de divisiones y enfrentamientos, (por ahora y gracias a Dios dialécticos), agrupándose a babor o a estribor, según las conveniencias del patrón que rige a la nave. Todos ocupando sus posiciones erróneas o acertadas, según el cristal con que se mire, mientras el pobre lector, el siempre esquilmado ciudadano de a pie, que no tiene amigos políticos y negocios con el ladrillo, pagando las consecuencias y desvergüenzas de sus lideres, si es que se puede llamar de esta forma al que es capaz de cambiar de chaqueta, de religión y hasta de cara por un plato bien condimentado de adosados, jardines y automóviles de lujo. ¡Ah, sin olvidarnos del yate!. Ya todos mangonean en nuestros negocios y modos de vivir. Los moros, reclamándonos mezquitas donde se alzan iglesias, cambiando a su Alá (contra El que nada tengo que objetar y respeto), por nuestro Crucificado, la Virgen y nuestros santos. Exigiéndonos la desaparición de todo signo religioso en escuelas y demás y haciéndonos tragar con esa extraña indumentaria del velo femenino para que sus mujeres se oculten al mundo. ¿Tan feas van arregladas?. Pero cuando vamos a sus países nos exigen que nos amoldemos a sus usos, costumbres y extraños ritos religiosos ¡Mi enhorabuena y aplauso a nuestro ministro de Justicia por su plante a la conferencia de RIAD, al no dejar pasar a las periodistas femeninas y eso que iban con el velo! ¿Por qué en justa reciprocidad no obligamos a ellos a acatar nuestras costumbres, les pese a quien les pese?. Más aún, cuando aquí vienen a quitarse el hambre y enviar dinero a su familia y a su morabito. En Inglaterra y Francia o Italia, no recuerdo muy bien, no le han colado ese rollo del velito. ¡Y que se olviden del Al Andalus, que es más nuestro que el acento que nos domina al hablar, aunque hayan conseguido adeptos y (esto es lo más increíble) adeptas, entre nuestros hombres y mujeres nacidos y bautizados aquí. ¿Qué harían en sus países con estos renegados?. Lo siento, pero cuando veo a una mora con su pañuelo, desafiando orgullosa las miradas de los que se cruzan con ella, me dan ganas de darle un tirón y dejarla convertida en una hembra normal. ¡Señora que no estamos, afortunadamente, en Marruecos, que esto es España y estamos en Europa aunque usted y su marido no quieran enterarse!. De mis impuestos, pido al gobierno que ni un céntimo para estos individuos que nos amenazan descarada y públicamente, hasta en las paredes de sus mezquitas “nosotros hemos venido en patera, a ustedes los echaremos de aquí a nado”. ¿Pero quien se cree que es el Mustafá para amenazarme en mi propia casa?.!Váyase a la puerta del palacio de su Rey a pedir lo que le corresponda y él disfruta para sí solo!. Estos son los problemas que debe atajar con urgencia el gobierno y la oposición y dejarse de memeces y zarandajas. Cada día nos está invadiendo con mayor fuerza el racismo y mala cosa es que al pueblo se le hinchen las narices. Y lo digo por todos los que han elegido equivocadamente nuestro país. Que ya estamos hasta ahí mismo de que nos tomen por un pueblo idiota, sin valor ni coraje, dispuesto a tolerar toda clase de abusos de unos y otros. ¡Ya está bien releche!. Al que llega, nada de mimos y atenciones, media vuelta y a su país. Ya sobran más de la mitad y continúan llegando al saber que son recibidos por “hermanitas de la Caridad” y un gobierno y oposición que por sumar votos es capaz de vender hasta su propia madre. ¡No queremos vagos y maleantes, sólo aquellos que estando entre nosotros han demostrado talante, forma correcta de vivir y dedicarse a una ocupación honrada, la cual, y aquí deben intervenir los sindicatos, han de estar debidamente asegurada y pagada!. Matones, exigentes, pendones y descarriados que los cuiden sus familias y los soporte y mantenga su país, no a costa de mis impuestos. ¡Balones fuera!. Y por hoy nada más. Perdonen si en algún momento he perdido el control y he variado el rumbo.

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