El alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, hizo de Rudolph Giuliani
Eloísa Sánchez Bolinaga
2 de enero de 2007. Este 30 de diciembre quedará en Madrid como el día en el que, tras el 11-M, "volvió el miedo". El atentado terrorista en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas puso a prueba el sistema nervioso de la capital de España. Al frente de las operaciones, pie a tierra, en el lugar de los hechos, ante aquella antorcha nada olímpica, estuvo, como un Rudolph Giuliani, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón. Fue el único político en comparecer ante los afectados en horas de tribulación. Llamativo. Qué se le va a hacer.El primer empleado público de Madrid, elegido en las urnas como máximo gestor de los intereses municipales, dio la cara. Es la grandeza y al mismo tiempo la servidumbre de un político. Lejos de instalarse en una peana Ruiz-Gallardón suspendió sus días de asueto navideño y busco conocer de primera mano el dramático alcance de la tragedia. El pasado sábado fue cuando el regidor tuvo que hacer del alcalde de Nueva York en el 11-S y se presentó en medio del alboroto levantado por el atentado de ETA.Curioso. Según comenta a Elsemanaldigital.com un dirigente del PP, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, solía llamar "Giuliani" a Ruiz-Gallardón. "Eso sí, con afecto", añade esa misma fuente sin morderse la lengua. Rudolph Giuliani se convirtió tras los ataques terroristas del 11 de septiembre en un protagonista de la escena política, que trascendió ampliamente las competencias de su cargo, ganándose el respeto y la estima de muchos de los que criticaron su administración. Momentos como los vividos el 30 de diciembre fueron los que ponen a prueba a políticos como Alberto Ruiz-Gallardón y su capacidad de liderazgo.Y ese día el alcalde de Madrid superó el desafío con la nota más alta. Por ello, no unos párrafos, sino bastante más merece la labor eficaz y rigurosa de Ruiz-Gallardón. Y por su trayectoria, su talante personal, moderado, serio, enemigo de la improvisación, es un político respetado y temido y un buen servidor público. Los etarras retrotrajeron a los peores tiempos al provocar una explosión que sepultó cinco plantas del aparcamiento de la T4, arrojó en el momento de escribir esto dos desaparecidos bajo los escombros y una veintena de heridos y sumió en el terror, la conmoción y el desamparo a miles de viajeros que quedaron atrapados en una jornada tan especial como la víspera de Nochevieja.Ese 30-D todos ellos pudieron contar con el alcalde de Madrid.
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