martes, enero 16, 2007

Edurne Uriate, El valiente

martes 16 de enero de 2007
El valiente
POR EDURNE URIARTE
ENTRE los demagogos de la política y los vendedores sin escrúpulos de las publicaciones rosas o amarillas, las más nobles palabras se contaminan últimamente de hipocresía y de ruindad. Zapatero gusta de llamar valentía a sus tragaderas pasadas y futuras para negociar con ETA, y la palabra se desfigura tanto como la verdad o la justicia en boca de esos aventureros que hacen negocios periodísticos y editoriales con el parasitismo, la mugre y hasta con el crimen.
Como esa portuguesa, de profesión ex novia de un pez gordo del fútbol y de los negocios, que ha sustituido el finiquitado negocio del noviazgo por otro editorial, contando los múltiples delitos que cometió con el malogrado novio. Nos lo relataba Belén Rodrigo desde Lisboa este domingo. La caradura apela al arrepentimiento, a la justicia y la verdad. Y por medio de algunos editores tan avispados como la escritora delincuente, las palabras ya han quedado manchadas y humilladas en las páginas que muchos aún sentimos sagradas de un libro.
La palabra valentía sufre de atracos semánticos comparables en nuestro país. Aplicada a la violencia, al chantaje, a la extorsión y a la persecución, la valentía era la capacidad para enfrentarse a los criminales con riesgo de la propia vida y seguridad. Eso creíamos desde niños. Pero, según el vocabulario inventado por Zapatero para explicar su proceso de negociación, ahora se atribuye a quienes renuncian a enfrentarse a los criminales y tienen el suficiente desparpajo para hacer pública y notoria su infinita flexibilidad moral. Según el diccionario zapateril, llámese valentía a ese su desparpajo.

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