martes, enero 02, 2007

Edurne Uriarte, Pobre fidel

martes 2 de diciembre de 2007
Pobre Fidel

POR EDURNE URIARTE
HAY razones que algunos llaman humanitarias que a mí me desasosiegan. Y que a otros seguramente les provocan sarpullidos de indignación en la piel. A los disidentes encarcelados en las cárceles cubanas, a los cientos de miles de exiliados diseminados por el mundo y a los condenados al silencio y a la desesperanza en su propia isla.
Dudo mucho que consideren humanitario ayudar a curar al dictador que ordena su represión. Que consideren humanitario salvar a un hombre para que siga torturando a otros. A ellos. Los imagino heridos por la tranquilidad con la que la sociedad española ha despachado en dos o tres superficiales consideraciones la visita del médico salvador al peligroso enfermo. O por la satisfacción de ese compasivo médico que no ha mostrado ni pizca de compasión por los cientos de miles de víctimas cuyo sufrimiento prolongará la recuperación del dictador.
Interrogado acerca de la dictadura cubana, el médico respondió que él no preguntaba al enfermo por su ideología ni por su religión. Como si esto fuera un problema de diferencias ideológicas y no lo que es, el estado de represión y terror que depende de la «fantástica» y «excelente actividad intelectual» de ese tirano.
No puedo imaginar a este médico curando a Hitler mientras gaseaba a millones de judíos. Ni a todos tan tranquilos por el correcto cumplimiento de las obligaciones médicas para salvar al genocida y prolongar las cámaras de gas. Quizá es que la ética tan sólo dependa de que los cadáveres estén a la vista y sean recientes. Si la imagen es borrosa, al pobre enfermo no se le pregunta por su ideología y su religión. Ni por sus víctimas.

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