miércoles, enero 24, 2007

Destruyendo la Guardia Civil

25-I-2007
Destruyendo la Guardia Civil
EDITORIAL

Hacen mal quienes organizan y jalean acontecimientos como el del pasado sábado en Madrid, ya que tal vez sin quererlo se pueden estar convirtiendo en útiles herramientas de un Gobierno que ha mostrado poco aprecio por las fuerzas de seguridad del Estado .

La disolución de la Guardia Civil es una de esas viejas reivindicaciones de la izquierda comunista que, como la marcha a Torrejón al grito de "OTAN no, bases fuera", nunca había pasado de ser una reclamación pintoresca a la que hasta ahora el PSOE había hecho oídos sordos. Sin embargo, Rodríguez Zapatero decidió incluir la desmilitarización de este cuerpo en su programa electoral, y más tarde el gobierno la incorporó en su agenda política.
En este contexto cobra especial significado la manifestación celebrada el pasado sábado en Madrid, un hecho inaudito que no podemos apoyar, pues en una democracia el sitio de los militares está en los cuarteles y no en la calle. Su énfasis en la desmilitarización del cuerpo más que en otras reivindicaciones, como las retributivas, sobre las que hasta ahora el Gobierno sólo ha derrochado una buena dosis de retórica hueca, se nos antoja preocupante y sospechosa.
La Guardia Civil es una organización militar, algo que ninguno de sus miembros debería desconocer y cuya aceptación se presume por parte de todos sus miembros. Este carácter castrense no es sino una consecuencia directa de algunas de sus funciones, como la protección de las fronteras y el auxilio en casos de calamidad pública. Pretender ahora que el cuerpo se convierta en algo que nunca fue podría llevar a su desaparición de facto por la vía del vaciamiento de sus competencias, que podrían terminar en manos de policías autonómicas. Algo por lo demás acorde con la política de demolición del Gobierno socialista, dispuesto a llevarse por delante cualquier institución sin explicar el porqué ni proponer una alternativa que llene el hueco dejado por su afán destructivo.
Además, la desmilitarización de la Guardia Civil, que no sería sorprendente que se presentara como un acto de "profundización democrática", facilitaría su politización hasta extremos desconocidos incluso en la infame etapa Roldán, repleta de irregularidades y escándalos y un periodo de triste recuerdo para cualquier guardia civil comprometido con los principios del cuerpo.
Por tanto, hacen mal quienes desde las asociaciones de guardias civiles organizan y jalean acontecimientos como el del pasado sábado en Madrid, ya que tal vez sin quererlo se pueden estar convirtiendo en útiles herramientas de un Gobierno que hasta la fecha ha mostrado poco aprecio por las fuerzas de seguridad del Estado y por la seguridad de la ciudadanía en general, y en cuyos planes no entra el fortalecimiento de la defensa y seguridad nacionales, sino más bien todo lo contrario, su desvirtuación progresiva hasta el punto de la inoperatividad. Nada más contrario a los fines de la Guardia Civil.

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